Amor de Emergencia.

Capítulo 7.

—No te regañes tanto. Fue solo una reacción tardía cariño, pronto entraras en ambiente y eso no volverá a suceder —Observo a mi mejor amiga a través de la computadora. Tiene el cabello recogido con una banda mientras se pone una mascarilla hidratante.

Muerdo mis labios pensativa, Tamara tiene razón, debo tratar de relajarme más, así podre dar lo mejor de mí. Le sonrío y también me pongo la mascarilla en el rostro. Noches en donde ambas hacíamos una rutina de skincare al mes mientras veíamos realitys eran algo que extrañaba, por eso le pregunte si podíamos hacer está video llamada y por suerte nuestros días libres coincidieron. Todavía es temprano pero como no teníamos mucho que hacer comenzamos la llamada por la tarde así nos poníamos al día con el chisme.

—De acuerdo, tratare de no presionarme tanto.

—¿Y cómo te van con el Doctor Scott? ¿Sigue siendo un tutor de mierda?

Parpadeo por la pregunta repentina pero niego con la cabeza.

—No es un tutor de mierda... diría que es un tutor molesto y raro.

Eso llama su atención y me observa con la cabeza ladeada.

—¿Raro?

—Muy raro.

—¿Pero raro bueno o malo?

—No estoy segura todavía —Le cuento los tratos extraños que tuve en estas dos semanas en el Hospital. De cómo él no intervenía en prácticamente nada, no nos daba órdenes... bueno hasta que se puso en plan soy un magnifico tutor y comenzó a explicarme como hacer un chequeo como si en verdad fuese una pasante.

—Creo que eso es bueno —Dice mientras se saca la mascarilla y comienza a dar palmaditas a su rostro—. Piensa que pudo tocarte alguien peor.

Esta en lo cierto, solo recordar los años de universidad me dan escalofríos. Evitando que mi mente vaya a recuerdos del pasado me saco la mascarilla e imitándola doy pequeñas palmaditas a mi rostro.

—Ajá.

—¿Y es guapo?

Sin querer me doy una gran palmada en ambos cachetes, la pregunta me tomo con la guardia baja.

—¿Quien? —Pregunto masajeando mis mejillas.

—Mmm, ya veo, ya veo —Su tono de voz hace que vuelva a mirarla. Aunque no se encuentra muy cerca del celular puedo notar muy bien como sus ojos chispean con curiosidad—. Es guapo.

—No, no lo es.

—¡Si sabes de quien hablo! Adhara ¿Te atrae el doctor?

Suelto una risotada mientras niego. Dios, capaz y me gustó cuando lo conocí por primera vez pero mas que nada fue como un crush o una especie de príncipe que se convirtió en cualquier otra cosa cuando lo volví a ver.

—No, no es lo que piensas... admito que me llegó a gustar cuando fui joven pero ahora que lo conozco no es para nada como lo había imaginado.

Ella ya no dice nada al respecto lo cual agradezco porque me haría sentir más incomoda al verlo. Todavía siento vergüenza por la forma en la cual lo evite. No debí hacerlo porque me hacia lucir sospechosa y no tengo nada que esconder es solo que esa sensación fue tan rara que preferí ignorarla.

Nuestra llamada finaliza antes de tiempo debido a que recibió una llamada de urgencia. Suspirando me pongo unos tenis y decido que es mejor que salga a correr, algo de actividad física luego de estos días estresantes no es mala idea. Además de que debo volver a hacer compras ya que lo único que tengo aquí son botellas de agua.

Luego de unas horas llego a un parque, decido que lo mejor será descansar en un banco y eso es lo que hago. Me termino la botella de agua mientras me fijo en la hora, apenas son las siete de la tarde, dejando las bolsas de supermercado a un lado decido estirar mi cuerpo.

Me pregunto cuando mi madre llamará, la había llamado por la mañana pero estaba muy ocupada por lo que dijo que lo haría luego... hablando de Roma. Atiendo la llamada y vuelvo a caer sentada en el banco.

—¿Cómo le está yendo la semana a mi hermosa, doctora?

Escucharla logra que mis hombros se relajen de inmediato y sonrío.

—Está bella doctora se encuentra mucho mejor ahora...

Hablar con mi madre logra subir mi estado de animo, la llamada no es para nada larga. Al contrario me comento que va a salir con sus amigas a cenar por lo que con bolsas en mano me dirijo de vuelta al departamento. Mientras camino veo a dos estudiantes tontear, el chico juguetea con el cabello de ella mientras se miran, están tan cerca el uno del otro que me pregunto que debe sentirse ser tan cercano a alguien y no sentir incomodidad.

Aparto la mirada apenada de haberlos observados tanto tiempo y continuo mi camino, las bolsas están algo pesadas pero es porque mamá aparecerá uno de estos días y si encuentra que tengo el refri vacío me va a regañar como a una niña. Cuando estoy llegando al departamento me detengo al ver al doctor Scott enfrente, esta hablando por teléfono con alguien, me escondo detrás de uno de los autos estacionados y lo observo.

Lleva ropa informal, tal cual como lo vi esa vez en la tienda. Su llamada parece causarle buen humor porque está sonriendo de una forma que no había visto antes, de repente parece girar en mi dirección... lo más rápido que puedo me escondo mejor.

No sé porque lo hago, digo, no estoy haciendo nada malo. Soltando un suspiro vuelvo a mirar y está guardando su celular, se gira en dirección al edificio y me asomo sorprendida. ¿Qué hace aquí? ¿Sabe mi dirección? Mis mejillas se sienten calientes, este no es momento de esconderme tal vez venga a buscarme porque paso algo en el hospital. Corro en su dirección y justo lo alcanzo cuando llega al ascensor. No sé como actuar luego de lo que paso ayer. Al verme presiona el botón y se sorprende cuando soy yo.

—¿Doctora baker?..

—¿Me buscaba? —Pregunto adentrándome al elevador—. ¿Cómo supo mi dirección?

Arquea una ceja. No responde y presiona el botón ocho, niego con la cabeza.

—No... no es el piso ocho, vivo en el piso cinco aclaro.

Su ceño se arruga pero luego comienza a sonreír, mis cejas se levantan con curiosidad.

—No vengo a buscarla —Dice sin borrar la sonrisa—, vivo en el octavo piso.



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En el texto hay: doctora, emergencias

Editado: 08.06.2025

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