Amor de Emergencia.

Capítulo 11.

Es hora de ir a casa pero antes debo esperar a Ivan. Tamara vendrá de visita por la noche y no tiene la llave del departamento así que en un rato me la dará para que se la entregue. Estoy feliz de que él tenga turno hasta mañana... Mi mejor amiga tendrá solo tiempo para mí y no para su esposo. Me río al solo pensar en cómo quiero acaparar a Tamara luego de tanto tiempo estando alejadas.

La sala de descanso está un poco más tranquila a esta hora así que me recuesto por unos minutos mientras espero que llegue. Su área no está tan lejos de aquí por lo que no creo que se demore mucho. Estoy por quedarme dormida cuando escucho la voz de Ivan desde la entrada.

—¿Te escondes de tus responsabilidades, doctora? —Dice acercándose con dos cafés en la mano.

Sonrío al verlo pero esta sonrisa es por el café, y él lo sabe, por lo que rueda los ojos.

—Solo si no me delatas, doctor Davis —Cuando recuerdo a mi amiga pregunto—. ¿Tamara te dijo algo por estar de turno hoy?

—Más bien está feliz de tener una noche de chicas.

Cuando voy a agarrar el café de su mano lo estira hacia él nuevamente.

—¿Por qué siempre soy la tercera rueda?

—Es lo que tiene meterse en una amistad como la nuestra —bromeo, agarro el café y él se sienta en la silla de al lado.

—¿Cómo te están yendo las cosas? Tamara me comentó sobre el desliz que tuviste... Quise hacer algo luego de eso pero me dijo que era mejor que lo resuelvas sola —Suspira—. Es como ver a tu hija pasando por dificultades en la escuela sin poder hacer nada.

Sonrío cálidamente. Sé que les preocupo pero no soy tan débil... al menos no como antes.

—Tranquilo, las cosas están mejorando mucho —Después de beber un sorbo, añado—. Me he estado luciendo ¿Sabes?

Suelta una carcajada sin poder creer lo que digo y pasa su brazo sobre mi hombro. Entre risas y con tono burlón sigue hablando.

—¿Luciéndote frente a tu querido doctor?

—¡Hey!

La puerta se abre en ese momento. El doctor Scott entra con papeles en la mano y al notar nuestra presencia alza la vista en nuestra dirección. Primero me observa a mí, luego a mi amigo y en la posición que estamos... digo, solo tiene su brazo sobre mi hombro pero ahora que lo pienso sin el contexto adecuado esto puede dar pie a un malentendido.

—Perdón —Habla Scott sin levantar mucho la voz—. Solo vine a dejar esto. Siento interrumpir.

—No interrumpes —Respondo de inmediato. Me enderezo y le señalo a Iván—. Él es el doctor Davis, también está aquí por su especialización...

—Un placer conocerlo, doctor Scott —habla Iván levantándose gesto que imito.

Scott responde con un asentimiento y va a dejar los papeles en el escritorio que usa cuando está libre. El silencio es incómodo hasta que Iván, con su forma tan natural de leer el ambiente decide romperlo.

—¿Así que usted es el famoso Scott del que tanto habla Adhara?

Volteo en su dirección como un rayo pero él es más rápido para caminar hacia el doctor sin siquiera mirarme abro la boca para replicar sintiendo la traición como una puñalada en la espalda.

Scott solo ladea ligeramente una ceja.

—Depende de cómo haya hablado sobre mí... Creo que no le caigo muy bien.

El tono de voz con el que lo dice le saca una carcajada a Ivan.

—Oh... ella dice mucho sobre ti... pero son solo cosas positivas.

—Entonces me siento honrado.

—Pues deberías, ya que tú eres la razón por la que ella...

Antes siquiera de que tenga oportunidad de seguir hablando corro hasta él para darle un codazo que lo calla al instante.

—Ouch —Se gira para lanzarme una mala mirada. Por la forma en la que lo estoy viendo, creo que se dio cuenta de que será mejor que desaparezca—. Muy bien, lo entiendo... toma las llaves del departamento. Cuando entres, por favor no dejes nada tirado como de costumbre.

Dicho esto, se va como si no me dejase en una situación inconclusa frente al doctor. Carraspeo y lo observo, se encuentra recostando su peso en el escritorio con los brazos cruzados.

No dice nada. Tampoco tiene una mirada reprochadora, es como si estuviera esperando que le cuente qué fue lo que acaba de pasar... No sé ni por qué debería hacerlo. No hay nada entre nosotros pero la calma y la forma en la que él está esperando me hace hablar.

—Es mi mejor amigo —digo acercándome hacia donde está. Aprovecho para dejar el café en el escritorio a su lado y me posiciono frente a él—. Su esposa también es mi mejor amiga. Es cardióloga y vendrá de visita así que iré a pasar la noche con ella... algo así como una pijamada.

Digo todo esto sin mirarlo. Mis manos están sudando... En un segundo y con un movimiento que me marea cambiamos de posición. De alguna forma soy yo quien ahora está recostada contra el escritorio y él está frente a mí invadiendo mi espacio. Con su mano derecha levanta mi barbilla obligándome a mirarlo. Y mi corazón parece latir tan fuerte que escucho el retumbar en mi cabeza.

Él no no sonríe pero sus ojos brillan con algo que no logro descifrar del todo.

—Parece que eso te emociona.

Asiento sin saber muy bien por qué, todo en mí quiere bajar la mirada pero su mano sigue firme bajo mi barbilla. Mi cuerpo parece un iman que se siente atraido hacia él por lo que voy acercándome a su cuerpo...

—Deberías saber —Murmura, tan cerca que siento el calor de su respiración—, que me cuesta mucho mantener la distancia cuando te acercas así.

—No me acerqué yo primero —Susurro y me arrepiento al instante porque su sonrisa ladeada aparece... su pulgar se posiciona por encima de mi labio inferior y dejo de respirar.

—Entonces estamos empatados.

Me suelta despacio como si no quisiera hacerlo y da un paso atrás. Tiene ambas manos en los bolsillos de su bata, no es hasta que lo veo lejos que vuelvo a respirar, confundida sin saber que decir lo miro esperando alguna explicación por lo que acaba de pasar.

—Nos vemos mañana, doctora —Se despide con un tono tan profesional que casi me hace dudar de lo que acaba de pasar.



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En el texto hay: doctora, emergencias

Editado: 19.04.2025

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