A pedido del publico tienen dos caps está semana! Me gusta consentir y como lo pidieron bastante en los comentarios pues ya que es un día libre se los regalo<3
Les dejo mi Instagram @ litnetmila donde estaré mas pendiente de los mensajes y también estaré subiendo mas cositas o preguntas para ustedes!
El clima está nublado justo hoy que decido ir a visitar a mi madre. Una tía me comentó que no la está viendo muy enérgica últimamente, eso me preocupa sobremanera, no quiero que esté pasando por algún tipo de recaída aunque sé que fue a consultar con su médico esa ansiedad de no estar con ella me trabaja en la cabeza cada que tengo tiempo libre.
Cuando llego a la tienda una sonrisa nostálgica curva mis labios, recordar la época en la que trabajaba aquí... las veces que rompí algo de mi madre y me lo descontaba de mi salario. Me detengo frente a la puerta, con las manos en los bolsillos de mi chaqueta observo la vitrina, aun recuerdo la vez que una de las estatuillas que nadie quería pude venderla a una anciana que la buscaba de colección... recuerdos como esos me invaden. Mi madre está en cada uno de ellos, entrar y ver que se encuentra mal va ser difícil para mi pero intento sacar todos los pensamientos que pueden ser negativos y dejarlos en la puerta antes de entrar.
Empujo la puerta con suavidad. La campanita hace un sonido y veo a mi madre asomarse detrás del mostrador con un pañuelo sucio.
—¡Adhara!
Al verla sonriente, con color en las mejillas, y trabajando hace que finalmente pueda sentirme tranquila. Está bien... Se acerca con una sonrisa limpiándose las manos con un paño limpio. La abrazo fuerte, más de lo habitual como si quisiera recuperar en segundos los días que no pude estar cerca.
—Soy solo yo o... ¿Estás más delgada? —Su voz suena preocupada. Me aleja para observarme de pies a cabeza.
—Estoy bien, mamá —Respondo enseguida—. Te dije por llamada que Tam estuvo de visita así que comí bien.
Me toma del brazo y me guía hacia la trastienda, mientras espero por ella me siento en uno de las sillas y vuelve con una taza de té, la acepto y se sienta frente a mi dejando una galletitas de chocolate sobre la mesita.
—Preparé unas bolas de arroz... como las que te llevaba en la universidad no tengo atún... pero puedo rellenarlas de pollo...
Mi estómago se revuelve. No porque no me gusten, sino porque de repente estoy haciendo el cálculo inconsciente de calorías y carbohidratos. Me odio por eso y asiento con la cabeza, no, no debo tener esos pensamientos además eso es más sano que los fideos instantáneos que como debes en cuando.
—Gracias, no importa el relleno si las haces tú van a saber bien.
Mientras tomo el té ella comienza a ponerme al día, me habla de viejos amigos que pasan a visitar y de ventas que ha realizado que dejaron buena ganancia. Mi madre si quisiese podría ya haber vendido la tienda, sabe que el dinero no sería problema ya que me tiene a mi, además de que es una mujer inteligente que hace buenas inversiones. Solo que como es algo que ama, y las reacciones al ver que la gente consigue cosas antiguas que daban por perdida es lo que más la hace feliz entiendo su decisión de continuar trabajando.
Aún así, es inevitable no estar del todo tranquila. Observo las galletitas y me preocupo, ella no debería tener eso en su tienda. Mis ojos viajan a sus manos que se mueven de forma expresiva mientras habla. Están más arrugadas, su cabello tiene mechones blancos que son muy notables debido al cabello cobrizo pero lo que ahora pienso es que noto un aumento de peso en ella. La amo, la conozco y sé a que se debe, ama los dulces y cortar con ello es lo que más tristeza le da... pero debo ser quien le recuerde que casi la perdí hace unos años para que recuerde que se está haciendo daño así misma.
—¿Cómo has estado con la glucosa? —Pregunto sin rodeos aunque mi tono de voz es suave.
—Controlándome —Responde mientras me sirve más té—. A veces me doy gustos pero nada grave lo prometo.
—Mamá...
—Pensé en ti la otra noche —Dice de repente—. Me pregunté si estabas comiendo bien allá en el hospital.
La miro, está jugando sucio.
—Estamos teniendo un hermoso tiempo de calidad... no vayas por ahí ¿Sí?
—¿Por qué tu puedes preocuparte pero yo no? Soy tu madre Adhara, cuando entraste por esa puerta casi infarte al ver lo escuálida que estas... ¿Qué comes? ¿o por lo menos estás comiendo? —Evado su mirada—. Esas galletas no son mías si eso te preocupa, la hija de Natasha las dejo aquí ayer y las traje solo porque sabía que no ibas a comerlas.
—Lo siento —Digo con un nudo en la garganta y con la cabeza gacha—. Intento cuidar de ti pero ni siquiera puedo hacerlo yo. No soy la hija perfecta que quiero ser.
Ella se levanta, agarra la taza de mis manos dejándola a un lado y se agacha a mi altura.
—No quiero que seas la "hija perfecta", eres mi hija ¿sabes? eso ya te hace perfecta —Bromea mientras acomoda mi cabello detrás de mi oreja—. Eres una doctora excelente, pero te preocupas más en los demás, cariño. ¿Qué te parece si voy a visitarte más seguido? Puedo llevarte comida también.
Asiento, la abrazo y ella me da palmaditas como si siguiera siendo una niña pequeña.
—Estoy bien mamá, lo juro. No te voy a mentir... hay días en los que me salteo las comidas pero trataré de cambiar eso y aunque esté cansada buscare tiempo para cocinar.
Al final ella cierra la tienda temprano solo para ir a preparar las bolas de arroz, me platica y muestra sus chequeos, no hay nada en lo que deba preocuparme, debe bajar un poco sus permitidos con el azúcar pero nada grave o loco como mis pensamientos intrusivos estaban imaginando.
Al volver al departamento deje todas las cosas que me obligo a traer mi madre. Cuando abrí el refrigerador entendí la preocupación de mi madre. Está vacío, debería traer algo para poder llevar al hospital mañana, agarro mis llaves y salgo, ir a la tienda sin una lista es algo complicado mucho más cuando no soy una experta en la cocina, tal vez deba llamar a Tamara y pedirle algunas recetas sencillas.