Amor de Emergencia.

Capítulo 16.

Últimamente me siento con una energía que no me cabe en el cuerpo, es como sí todos los días me bebiera un energizante apenas despertar pero en realidad creo que es debido a todo lo ocurrido la semana pasada.

Me amarro los cordones de las zapatillas de correr, ajusto el reloj de mi muñeca y salgo al parque. Estos días he estados siguiendo la rutina de salir a correr antes de ir al turno de hospital, me ayuda mucho a conectar conmigo misma y controlar mis emociones cuando veo al doctor Scott.

Solo de recordar como me quede mirándolo al día siguiente de enterarme de sus razones para alejarse me da vergüenza. Estaba explicándonos algo sobre un caso pero yo estaba tan distraída que ya entendí que salir con él sería una locura.

Sé que ya no soy una adolescente... pero este es mi primer amor, nunca antes había experimentado estas emociones por lo cual actuar de una forma no tan madura es algo esperable ¿no? Él parecía curioso acerca de mi comportamiento pero no dijo nada, y a partir de eso dije que debía tratar de actuar con la cabeza un poco más.

Solo queda un mes de está rotación, al siguiente deberé rotar a otra sala por lo que no lo veré tan a menudo como ahora, debo disfrutar lo que pueda.

Doblo por la vereda de tierra y me adentro un poco más en el parque. Me gusta este lugar, no es tan concurrido por lo que me transmite calma, aunque ahora con este calor creo que terminare cayendo en la fuente para darme un chapuzón. Mi paso va desacelerando cuando veo al doctor scott frente a la fuente, saca algo de su bolsillo y es una moneda. Curiosa me acerco a él ya caminando cierra los ojos y tira la moneda a la fuente.

¿Acaba de pedir un deseo?

Mi gesto se suaviza, eso me pareció adorable.

—¿Los deseos de esta fuente se cumplen? —Pregunto mirando a la fuente donde veo muchas monedad en lo profundo.

—Mi madre me enseño que si tu deseo es sincero siempre se cumple... —Levanto la vista. Me sorprendo un poco cuando me doy cuenta de que está demasiado cerca—. Así que no depende de la fuente si no de quien realice el deseo.

Pensativa miro de vuelta a la fuente. Creo que abre hecho esto una vez cuando era pequeña, pero nunca volví a intentarlo.

Una palma con una moneda aparece en mi campo de visión.

—Puedes probar ahora.

—No lo creo... no sé que pedir.

Agarra mi mano y desliza la moneda en mi palma, su tacto me parece cálido. Incapaz de mirarlo a la cara solo me concentro en sus manos que todavía no se han alejado.

—No lo pienses mucho —Dice con voz baja—. Los mejores deseos suelen salir sin pensarlos tanto.

Asiento levemente. Doy un paso hacia la fuente girando y quedando de espaldas a ella para lanzar la moneda. Creo que debo cerrar los ojos... justo cuando pienso hacerlo Peter se coloca en frente mío demasiado cerca...

—¿Y tú qué pediste?

—No puedo decirlo —Responde con una sonrisa—. Se supone que no se cuentan… pero es curioso ahora mismo estoy dudando si pedir otra cosa.

Mi corazón late tan fuerte que me cuesta oír la brisa del parque. Scott levanta una mano para apartar un mechón de mi cabello que el viento había traído hasta mi boca. El roce de sus dedos en mi mejilla es tan suave que me estremezco por completo.

Mis ojos suben hasta los suyos y él sostiene la mirada, dejo de respirar en el momento que se inclina un poco más y su rostro se acerca peligrosamente al mío.

—Adhara…

En ese momento una voz infantil corta el aire como un rayo.

—¡Ayuda! ¡Por favor! ¡Mi hermano está herido!

Peter se aleja y gira en dirección a la voz, me recompongo enseguida y veo a una niña pequeña parada con la cara pálida. Mi instinto mueve mis piernas antes de siquiera procesarlo, corro en dirección a la niña y me caigo de rodillas frente a ella para poder observarla. Está temblando tanto que la agarro de ambos brazos.

—Esta... en el tobogán se cayo...

De repente sus rodillas ceden y de no ser porque la estaba atajando cae directo al suelo.

—Ay no... Doctor Scott, vaya a la plaza por el niño yo me quedo con ella y llamo a la ambulancia.

Él asiente y sale disparado en la dirección por la que vino la niña. La acomodo mejor en mi regazo y reviso su pulso como puedo, llamo a la ambulancia y me fijo en la hora. ¿Qué hacen unos niños solos a estas horas? Suspirando limpio la frente de la niña, y espero a la ambulancia creo que hoy mi turno comenzara antes de lo previsto.

...

La niña que ahora ya identificamos como Abril esta sentada a mi lado, envuelta en una manta térmica que le ofrecimos apenas ingresó. Sostiene en sus manitas un jugo de fresas que le compre pero que apenas la ha bebido debido a que esta mirando a su hermano quien está siendo atendido por el doctor Scott.

Mateo su hermanito estaba fuera de peligro. Fractura limpia y sin lesiones craneales ni conmoción. Lloró mucho pero no sé como el doctor Scott logró calmarlo. Hablando de Roma... se acerca hasta nosotras y se agacha a la altura de la pequeña.

—¿Tú eres Abril, cierto?

Ella asintió sin soltar su jugo.

—Fuiste muy valiente al buscar ayuda.

Solo eso basto para que a ella le temblara la barbilla y comenzara a llorar aliviada, pobre pequeña, se estuvo aguantando todo este tiempo. Apreté un poco más la manta sobre sus hombros y se acurrucó más sobre mi.

Scott se puso de pie, se cruzó de brazos y me miró. Alzó una ceja como si estuviera contemplando si decirme algo o no.

—Sabes... ella me recordó a ti.

—¿A mi? —Pregunto confundida.

—Tú también gritaste por ayuda ese día.

Me quedé quieta procesando la información... no me digas que él me recuerda...

Sin más que decir camina de vuelta hacia el pequeño.

—Doctor Scott... —Intento seguirlo pero recuerdo que tengo a la niña acurrucada en mi costado y me detengo.

Una risa escapa de mis labios y me tapo la boca con las manos...



#188 en Novela romántica
#48 en Otros
#25 en Humor

En el texto hay: doctora, emergencias

Editado: 11.05.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.