Aquí tienen su extra del domingo:) Que sepan que sus comentarios me divierten asi que se lo merecen!
Me acerco a la cocina con pasos lentos y cautelosos. El doctor Scott, se encuentra con el delantal de mi madre atado de forma poco convincente y revuelve algo en la olla con toda la calma del mundo. Mi madre le da indicaciones con una seriedad que parece reservada para los chefs de la tele.
—¿Desde cuándo cocinan juntos? —Pregunto todavía incrédula con la situación.
—Desde hace veinte minutos —Responde Scott sin apartar la vista de la olla—. Tu mamá tiene una habilidad impresionante para reclutar personal.
—Gracias por el alago —Dice mi madre con una sonrisa traviesa.
Me froto las sienes tratando de entender en qué dimensión paralela estoy. Me siento en una de las sillas y los observo como si estuviera viendo una comedia ser filmada en mi propia cocina.
—¿Y qué están cocinando exactamente?
—Un guiso de lentejas con verduras y carne —Responde mi madre con orgullo—. Lo planeé para mañana pero con todos los ingredientes que trajo este joven, no podía dejarlo pasar.
¿Joven?
Scott gira la cabeza hacia mí.
—Pensé que sería mejor algo caliente. Algo que te dé energía no solo azúcar.
—Y que no puedas esconder en el bolsillo de la bata —Agrega mi madre mirándome con una ceja levantada.
La traición. ¿Cómo pudo contarle eso?
—¿Te dijo lo del panecillo? —Pregunto en voz baja horrorizada.
—¿Decírselo? —Responde mi madre con falsa inocencia—. Le salió sin querer parece que está más al tanto de tus hábitos alimenticios que yo.
Scott se encoge de hombros mientras sirve un poco del guiso en un plato hondo y lo deja frente a mí.
—Gracias... —Digo mientras agarro la cuchara, de verdad agradecida.
Comemos los tres, conversando como si esto no fuera completamente extraño. Scott y mamá hablan de antigüedades. ¡Antigüedades! Nunca pensé que vería al doctor Scott preguntando si "la radio esa que gira como tocadiscos" todavía funciona.
Después de la cena, mamá recoge los platos y se los lleva al fregadero. La escuchamos tararear una canción mientras limpia dejándonos solos en la mesa.
—Lo hiciste a propósito —le susurro a Scott.
—¿El qué?
—Caerle bien a mi madre.
—No me subestimes, pasante dos. Sé que es la llave para volver a cenar aquí —Dice con una sonrisa torcida—. Además si tú no me invitas... alguien tiene que hacerlo.
Me muerdo el labio para no sonreír demasiado. Antes de que pueda responder mi madre regresa con una bolsa en la mano.
—Aquí tienen galletas —Dice, dejándola sobre la mesa—. Pero no se coman todas.
—Entendido —Responde Peter con una expresión que roza la reverencia.
Cuando logro reaccionar del todo, me acerco a mi bolso y saco los dibujos que los niños me dieron. Recordé que uno de ellos era para Scott, así que sin pensarlo demasiado lo saco y se lo extiendo.
—Ah, por cierto… esto es para ti —Digo tratando de sonar casual mientras le entrego la hoja doblada en cuatro—. Me dijeron que no lo abra hasta estar contigo.
Scott frunce el ceño con curiosidad y desdobla con cuidado el papel. Yo me preparo para ver su reacción pero para no parecer una acosadora total giro el rostro en el sentido contrario pero el silencio dura demasiado.
—Oh... —Dice y no me aguanto más y volteo en su dirección, una sonrisa empieza a curvarse en la comisura de sus labios.
Curiosa me asomo para ver el dibujo y comienzo a sentir las orejas calientes.
—No es lo que parece —Me adelanto subiendo el tono de voz un poco más de lo que pretendía.
—¿Esto... esto es una boda? —Me mira con una expresión entre incrédula y divertida—. ¿Estamos casados frente al hospital?
Me acerco un poco y... sí, ahí estamos nosotros al frente del hospital rodeados de globos, confeti y flores. Estoy con una bata blanca muy larga adornada con corazones y él lleva un estetoscopio que por algún motivo parece una corbata de moño. Un gran cartel cuelga sobre nuestras cabezas con letras enormes:
“¡Gracias doctores! ¡Felicidades!”
—¿Felicidades? —Pregunta Scott ahogando una risa.
—¡No es una boda! —Exclamo sin sacar la cara de mis manos—. ¡Es una mala interpretación infantil de una ceremonia de agradecimiento!
—Ajá... ¿Estás segura? Porque aquí hay una paloma... y pastel...
—¡Deja de mirarlo!
De pronto mi madre se asoma ve el dibujo y por supuesto que le sigue la corriente al doctor Scott.
—¡Ay qué lindo! ¿Ya eligieron fecha?
Mi grito ahogado podría haber hecho estallar las ventanas.
—¡Mamá!
Scott ya no puede contenerse. Tiene que sentarse de nuevo porque está riendo tanto que se le escapa un “perdón” entre carcajadas.
—Es difícil no hacer suposiciones... más allá de lo que dice el cartel.
—¿Qué cartel? —Pregunto con horror.
Scott me lo muestra, señalando con el dedo:
"Gracias doctores por curarnos con amor... ¡Y por su boda!"
Mi alma abandona mi cuerpo.
—Me voy —Me levanto intentando huir.
Scott intenta mantener la seriedad pero sus ojos brillan con travesura.
—Entonces supongo que ahora tengo que invitarte a la luna de miel, ¿no?
—¡Doctor!
—Está bien, está bien —Levanta las manos en señal de rendición—. Solo diré que... tenemos fans muy entusiastas.
Me siento, todavía con el rostro encendido, pero no puedo evitar sonreír al ver cómo dobla cuidadosamente el dibujo y lo guarda en el bolsillo de su camisa como si fuera algo valioso
Mi madre se quita el delantal y me lanza una mirada significativa.
—Yo me voy a casa. Adhara, no te olvides de pasarme las fotos de los niños.
—Te pediré un taxi vamos te acompaño.
Ella se despide de Peter quien va a su departamento lo cual agradezco porque no podría soportar el tener una conversación con él sin sentirme avergonzada. Cuando su taxi llega, abro la puerta para ella pero se gira y me dice: