Amor de Emergencia.

Capítulo 20.

No soy fan de las reuniones de supervisión pero está vez me siento segura ya que no he cometido errores grandes en el trabajo. Al llegar al hospital noto el aire más tenso de lo habitual y por lo que parece este aire tenso no tiene que ver con alguna emergencia.

Lily ya está sentada en un lugar de la mesa revisando una y otra vez las hojas del paciente que vimos ayer. Tiene el ceño fruncido, mueve la pierna de forma nerviosa y sus labios están apretados como si intentara no morderse la lengua.

—Buen día —Saludo con cautela. Bajo un vaso de café frente a ella para llamar su atención.

Levanta la vista, me observa y asiente como saludo luego vuelve a su lectura ignorando que deje su café favorito frente a ella.

Scott entra a la sala de informes e intento centrarme en la reunión y no en lo cansado que se ve el pobre. La sesión clínica inicia como siempre, revisión de los casos más resientes, las decisiones tomadas, diagnósticos diferenciales, seguimiento del paciente...

Hasta que llegamos al caso de ayer.

—Joven de 27 años, sin antecedentes relevantes llegó a consulta por dolor abdominal. Se le diagnosticó una gastroenteritis viral. Fue dado de alta con indicaciones básicas —Explica Scott sin levantar la vista de la hoja—. Volvió esta mañana con dolor incrementado, signos de irritación peritoneal y fiebre —Oh no...—. Por sus caras creo que ya saben lo que voy a decir, apendicitis —Masajea sus sienes cansado, sé que no ha salido del hospital estos días así que de seguro esta exhausto—. Entró a quirófano hace media hora.

Todos guardan silencio ni siquiera yo me animo a mencionar algo ante esta situación, de lo que me percato es que el Doctor Scott no me está mirando a mi sino a Lily... ahora entiendo su comportamiento raro, este fue su caso.

Scott no menciona nombres ni señala errores, habla sobre que tan importante es recordar que no todo lo que parece viral lo es, especialmente cuando el cuadro clínico es vago.

La sesión sigue pero yo ya no escucho del todo porque mis ojos se posan en Lily quien parece estar haciendo un esfuerzo sobrenatural para no llorar. Esta es la primera vez que ella comete un error así, es demasiado perfeccionista así que debe estar decepcionada de si misma.

Cuando la reunión termina el primero en irse es el doctor Scott, cuando me aseguro de que solo estamos nosotras dos me animo a hablar.

—Lily... —Empiezo sin saber muy bien cómo abordar el tema.

—Fui yo quien lo vio —Dice con voz tensa—. Lo examiné, revisé los análisis, incluso le toqué el abdomen. No pensé que fuera nada más... Estaba tan segura de que era algo leve.

—Mira...

—Yo fui la culpable de que terminará así, no lo puedo creer, ahora...

Está al borde del colapso, me dan ganas de abrazarla para poder reconfortarla pero se que eso no es algo que le agradaría así que en vez de eso me acerco más y con voz firme y segura le digo:

—Todos nos equivocamos —Ella niega—. Lo bueno es que sabes admitir tu error, recuerda que no estamos solas en esto, el doctor Scott también está para orientarnos si dudamos de algo o en casos como estos darnos un regaño... no te dejes decaer, si quieres podemos ir a ver como está el paciente después.

Ella me observa y asiente, le señalo de nuevo el café y esta vez lo agarra. La noto más tranquila pero todavía sé que le preocupa la cirugía.

Por la tarde, Lily sigue sentada en el pasillo del segundo piso con la mismas hojas entre las manos como si pudiera reescribir el pasado. Hable con la cirujana y me comento que no hubo complicaciones, que esta estable y que esta despierto, le pregunto si podemos pasar a verlo y ella me da el visto bueno.

—Lily ¿Puedes venir conmigo?

Parece confundida con mi pregunta.

—¿A dónde?

—A ver al paciente.

—No puedo —Dice bajando la mirada—. ¿Y si me odia?

—Tiene todo el derecho a estar molesto —Respondo—, pero también tiene derecho a verte de frente y a saber que fuiste parte de su atención...

Veo duda en sus ojos, no responde de inmediato pero con un asentimiento y un leve suspiro me observa con un intento de sonrisa.

—De acuerdo, debo actuar de forma responsable.

Respira hondo antes de levantarse, camino junto a ella en silencio, aunque no estoy diciendo nada quiero transmitirle seguridad y que sepa que no esta sola. Cuando llegamos a la sala vemos al paciente despierto, al vernos entrar se fija en Lily pero no la ve de mala manera por lo cual creo que no esta enojado.

—Hola —Dice Lily deteniéndose al pie de la cama—. Soy la doctora que te vio ayer... quería pasar a verte. Sé que las cosas se complicaron y... —Niega con la cabeza y se endereza—. Siento mucho no haber podido detectarlo a tiempo ayer.

El paciente la observa y por un momento no dice nada. Luego se encoge de hombros.

—Lo importante es que que sigo vivo así que tengo otra oportunidad para pedirte el numero —Dice guiñándole.

Lily y yo nos sorprendemos tanto que hasta a ella le cuesta unos segundos recomponerse para hablar.

—¿Perdón?

—No estoy enojado —Sonríe—. Sé que tenían mucha gente ayer y tú te veías cansada así que créeme que no tienes que disculparte pero como ya lo hiciste acepto tus disculpas.

—Aún así... —Intenta replicar ella pero él la interrumpe.

—Gracias por venir, eso habla mucho de la clase de doctora que eres.

Lily asiente visiblemente afectada. No sabe qué decir así que solo le desea un buen descanso y salimos juntas de la habitación. En el pasillo, cuando ya estamos lejos se detiene de forma abrupta.

—No sé si merecía que fuera tan amable.

—No se trata de merecerlo porque claro que lo haces... lo importante es que hiciste tu trabajo y fue reconocido.

Ella gira el rostro hacia mí, sus ojos más brillantes de lo normal pero sin derramar lágrimas. Por primera vez desde que la conozco puedo ver esta faceta suya.

—Gracias por obligarme a venir.



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En el texto hay: doctora, emergencias

Editado: 01.06.2025

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