Amor de Emergencia.

Capítulo 24.

Todos mis sentidos se nublan con el beso tanto así que cuando se separa me siento embobada. Apenas soy consciente de mi alrededor... observo todo su rostro, incapaz de encontrar las palabras exactas para decir. Ni siquiera él dice algo, mira cada parte de mi rostro como si yo fuese alguna especie de tesoro que le cuesta creer que está frente a sus ojos. Sus pupilas están dilatadas y su boca entreabierta. Una vez había leído en un libro la expresión "los ojos se le suavizan" me había reído de aquello, incapaz de imaginarme como los ojos de alguien podrían suavizarse pero la forma en la que me mira me hace por fin entenderlo.

Sus ojos bajan hasta mis labios parece esperar una reacción de mi parte como si no quisiese hacer algo de lo cual yo me arrepintiese después.

Sacando algo de valor, me pongo de puntillas y acorto la distancia dejando un beso casto en sus labios, es uno suave y lento. Me alejo para verlo y está sonriendo por inercia yo sonrío también.

Ahueca mi rostro con ambas manos y me acerca de nuevo a él. Esta vez no hay duda ni vacilación porque con ese pequeño beso ya le di la respuesta que esperaba.

El beso es lento al principio. Se toma su tiempo como si quisiera memorizar la forma en la que nuestros labios encajan a la perfección. Sus dedos bajan hasta mi nuca y se afianzan allí atrayéndome hacia él... haciendo que el beso gane profundidad. Su nariz roza la mía al acomodarse mejor y su cuerpo se pega al mío como si fuera un imán.

Por inercia termino contra la puerta nuevamente. No tengo forma de salir de este aprieto... tampoco es como que quiera hacerlo... Solo que el aire me falta y también no sé si lo estoy haciendo bien. El pensamiento de que este es mi primer beso me hace caer en la realidad y me entra el pánico tensando mi cuerpo.

Peter parece notarlo. Se aleja con la respiración agitada y descansa su frente contra la mía.

—Lo siento, creo que estamos yendo demasiado rápido.

Cuando voy a responder, me sorprende levantándome en sus brazos. Suelto un grito, sorprendida y me agarro de su cuello. Él suelta una risa y yo con el corazón en la boca, escondo mi rostro en su cuello, me siento acalorada, emocionada, eufórica... son tantas emociones que estoy abrumada.

Peter nos lleva hasta el sofá donde se sienta y me deja encima de su regazo. Soy incapaz de levantar el rostro y observarlo, estoy nerviosa por esta situación.

—Peter...

—¿Mm? —Sus manos acomodan mi cabello con delicadeza hacia atrás y lentamente levanto la mirada para observarlo. Sigue sonriendo, nunca lo había visto tan feliz como ahora.

—Lo siento... no es que no quisiera seguir —Muerdo mis labios—. Solo que no sé cómo funciona esto.

No se burla de mi al contrario besa mi frente. Cierro los ojos ante el contacto, sus brazos me acercan más a su cuerpo haciéndome sentir protegida.

—No te disculpes, soy yo quien debería hacerlo —Lo observo confundida—. Mencionaste el otro día que nunca estuviste en una relación, por lo cual no debí apresurar las cosas... pero es tan difícil cuando me lo pones así.

Sonrío. Me acomodo contra su pecho disfrutando de las sensaciones que me ocasiona estar junto a él.

—¿Me extrañaste?

Lo siento asentir, su mentón descansa sobre mi cabeza.

—¿Acaso lo dudas? —Su mano busca la mía y deja pequeñas caricias que me hacen cosquillas en la palma. Me estremezco un poco, no porque me incomode sino porque cada roce suyo me parece nuevo como si mi piel estuviera aprendiendo su tacto.

—¿Y tú?

—No sé —Susurro—. Tal vez solo un poquito.

—Mentira —Responde de inmediato, con un tono suave pero seguro—. Me extrañaste mucho más de lo que quieres admitir.

Me río bajito, escondiéndome de nuevo en su cuello. Creo que este será mi lugar favorito a partir de hoy. Él suelta una carcajada que vibra contra mi mejilla.

Nos quedamos así por un rato en silencio pero me animo a salir de mi escondite. Me acomodo mejor en su regazo para poder enfrentarlo cara a cara.

—El beso... ¿Significa que somos novios? —Es algo tonto pero necesito confirmarlo.

Coloca un mechón de mi cabello detrás de la oreja.

—Eso depende de ti —Ladea la cabeza—. Puedes hacerme el honor de ser tu novio o... tal vez darme una cachetada por besarte sin aviso.

Lo observo con horror ante la mención de lo último y niego con la cabeza.

—Lo digo por el trabajo... tendremos que ocultarlo...

Me detiene solo con la mirada.

—No pienso ocultarlo —Responde, sorprendiéndome—. Solo debía aguantar una semana más, ¿Sabes?

—Oh —Digo sintiendo el calor en mis mejillas—. Me olvide que era dentro de una semana el cambio.

Sonríe pero suelta un suspiro.

—Si me aguante todo este tiempo es porque no pienso ocultarlo. No podría hacerlo... Mucho menos después de hoy —Lo comprendo porque también creo que eso será difícil—. No quiero que hablen de ti... por lo que intentare mantenerme al margen en el hospital pero... si alguien se da cuenta no lo voy a negar.

Escuchar sus palabras forma un nudo en mi garganta.

—Yo tampoco lo negaría.

—No debemos hacerlo —Ahora es él quien se acerca hasta posar su cabeza en el hueco de mi cuello. Su respiración me da cosquillas.

—Oh, Peter... sobre las rotaciones...

Debo hablar de esto con él. Tiene razón, solo tengo una semana más en la sala de emergencias.

—¿Qué pasa? —Se aleja para observarme.

—Mi plan ideal era volver a Los Ángeles a terminar mis siguientes rotaciones...

—¿Te vas?

Niego sonriendo cálidamente.

—No voy a negar que estuve dudando estos últimos días pero una de las razones por las que pensaba volver es porque no quería estar sola —Admito por primera vez en voz alta—. Ivan va a volver junto a Tam... quedarme sola no era ni siquiera una opción —Busco su mano—, pero ahora ya no estoy sola.

Me abraza y me dejo consentir ante ese abrazo.

—No, desde que llegaste nunca lo has estado.



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En el texto hay: doctora, emergencias

Editado: 27.07.2025

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