Luego del trabajo, como ya es de costumbre el doctor Scott llega hasta mi departamento para la cena. Ahora estoy recostada en el sofá junto a él, su cabeza descansa sobre mis piernas mientras hojea unos documentos sobre su próxima disertación y yo aprovecho el momento para acariciar su cabello distraídamente mientras hago preguntas sobre su tema. El clima de hoy es horrible, hay mucha lluvia pero por lo menos no es tan intensa como la tormenta de la última vez.
Mi celular vibra a mi lado, alargo la mano sin mirar y cuando veo el nombre en la pantalla me enderezo de golpe.
—¡Es mi mamá!
Él se incorpora de inmediato con los ojos entre divertidos y curiosos. Yo por el otro lado me levanto del tirón como si hubiese sonado la alarma de la sala de emergencias, camino en dirección al taburete y antes de responder le hago a Peter una señal de silencio con los dedos, él arquea una ceja.
—¡Hola, mamá! —Digo respondiendo la llamada con la voz más serena que puedo fingir.
—Adhara... ¿Por qué tardaste tanto en responder? —Creo que comentarle mis horarios libres no fue tan buena idea.
—Lo siento, llegue en casa y me puse a hacer la cena —Incapaz de quedarme quieta voy hasta la cocina y la enciendo para que haga sonidos que ella pueda escuchar.
—¿Tu voz suena cansada? —No entiendo como en una sola llamada ella parece poder verme, porque no me explico como puede leerme de esa forma solo con la voz—. ¿Dormiste tarde anoche?
—Eh... sí, tuve un turno largo anoche —Mentira... no es.
Peter se levanta en silencio aparece por la cocina y me abraza por la espalda mientras yo intento mantener la compostura, le pego en la mano para que se aleje pero me agarra con más fuerza y deja un beso en mi cuello que me pone la piel de gallina.
—¿Qué fue ese ruido? —Pregunta mi madre del otro lado.
—¿Qué ruido? No escuché nada —Respondo, Peter me suelta pero se queda ahí cerca, agarra una manzana y la muerde. Sus ojos están brillando, mi desesperación lo esta divirtiendo.
— ¿Hay alguien en tu casa?
Me doy vuelta para espantar a Peter que está a punto de reírse. Él se cubre la boca y se aleja divertido por la situación.
—Es el... el televisor.
—Ajá... ¿Y que estás viendo?
—Un documental... sobre neurología.
Mi madre guarda silencio por unos segundos que me parecen eternos.
—Adhara, tú no tienes un televisor en tu departamento.
Mis ojos se cierran y me golpeo la frente con la mano.
—Mamá...
—¿Estás saliendo con alguien? —Mis ojos van a Peter quien volvió al sofá a leer los documentos.
—Sí.
—¿Es el doctor de la vez pasada? —Asiento aunque ella no puede verme—. ¿Sabes que eres una mujer adulta verdad? —Vuelvo a asentir—. ¿Por qué tanto escandalo?
—No es escándalo, es que... me tomaste por sorpresa —Respondo mientras apago la cocina que solo había encendido para hacer ruido.
—Ya lo conozco, Adhara. Y la verdad, me cayó bien. Hasta me ayudó a picar cebolla y no se quejó ni una vez asi que si a estas alturas siguen viéndose, me imagino que las cosas van en serio.
Me muerdo el labio mientras miro a Peter en el sofá ajeno a mi conversación pero con una leve sonrisa como si sospechara que lo estoy mirando.
—Sí, vamos en serio.
—¿Y te hace bien?
Mi pecho se aprieta, Peter extiende la mano en mi dirección como pidiéndome que vuelva junto a él y eso hago.
—Sí. Me hace muy bien —Respondo con sinceridad. Tomo su mano y él me sienta en sus piernas, me acomodo como puedo.
Del otro lado, mi madre suspira. Yo me siento algo avergonzada, es la primera vez que estoy teniendo esta conversación con mi madre y se siente demasiado extraña para mi.
—Entonces ya no tienes que esconder nada.
Cierro los ojos por un momento, agradecida.
—Gracias, mamá.
—Bueno, ya no te molesto... y dile al doctor Scott que la próxima vez quiero que él cocine todo, no solo que corte cebolla —Su tono se vuelve travieso.
—¡Mamá! —Me quejo, aunque no puedo evitar reírme.
—Te quiero.
—También yo.
Corto la llamada con una sonrisa Peter deja los papeles a un lado y me abraza como si no necesitara explicaciones.
—¿Sobreviviste?
—Más o menos.
—¿Dijo algo malo?
—No... dijo que quiere que cocines la próxima vez.
Peter se ríe suavemente, me rodea con los brazos y deja un beso en mi cabeza.
—Será un honor —Con su mano derecha me agarra de la mandíbula, tiene una sonrisa picara en los labios—. Ahora déjame aprovechar mi tiempo libre.
Sus labios van directo a los míos y me olvido de toda la conversación con mi madre. Rodeo su cuello con mis brazos dejándome llevar, aunque sé que volveremos a dormir tarde no me importa... si ese es el precio a pagar por esto, lo acepto sin disgusto.
...
El aula de reuniones huele a café recién hecho hay carpetas apiladas sobre la mesa que parecen estar a punto de caer. A pesar de que acabamos de salir de un turno agotador todos los pasantes estamos sentados con la espalda recta, esperando las indicaciones para nuestras rotaciones futuras. Lily bosteza sin disimulo y yo le doy un codazo, ella me devuelve una sonrisa soñolienta.
—Estoy muerta.
—Somos dos —Digo sintiendo el cansancio sobre los hombros.
El doctor Lee entra con paso rápido, acompañado de la doctora Jones y el murmullo se desvanece de inmediato. Todos enderezamos los hombros al mismo tiempo.
—Buenos días —Saluda él y nos dedica una mirada severa aunque no parece de mal humor—. Primero que nada, gracias por su trabajo en este periodo. Sé que la mayoría está sobreviviendo con cafeína poco sueño y mucha buena voluntad.
Un par de risas breves se escuchan incluso la doctora Jones sonríe.
—Ahora, vamos al grano. Hablaremos de las futuras rotaciones, oh... El doctor Iván no continuará con nosotros. Ha decidido realizar su próxima rotación en otro hospital, como había comentado antes, cualquiera puede hacerlo pero como estamos cortos de personal preferiría que se quedaran —Bromea.