Apenas soy jalada dentro del cuarto oscuro, una lluvia de besos se derrama por todo mi rostro, mejillas, labios, párpados, nariz... Cuando intenta besarme de forma más profunda no puedo evitar reírme. Me alejo un poco incapaz de contener la carcajada. La luz apagada apenas me deja distinguir su expresión pero estoy segura de que debe estar haciendo algún berrinche por haberlo detenido.
—Lo siento... es que tu desesperación me sorprende, doctor Scott —Susurro todavía divertida.
—Te extrañé como loco, así que debo aprovechar el momento —Responde con voz ronca mientras me toma de la nuca y vuelve a besarme y esta vez con más intensidad.
No me río porque soy incapaz de hacerlo ante tremendo beso. Todo mi cuerpo reacciona de inmediato a su cercanía, mis manos acarician su rostro atrayéndolo mas a mi... lo extrañe demasiado.
Esta semana fue un desastre. Nuestros horarios no coincidían para nada lo cual antes cuando estaba en emergencia no pasaba, cada vez que llegaba a casa Peter ya había salido hacia el hospital y cuando tenía un rato libre, él estaba sumido en algún caso complicado. Verlo en el hospital era igual de frustrante o yo estaba ocupada o él no estaba disponible.
Pero hoy finalmente justo cuando logré escaparme un rato de UCI me lo crucé en el pasillo. Venía en dirección contraria claramente buscándome. Sus ojos se iluminaron al verme y sin decir nada me tomó de la mano y me arrastró por uno de los corredores vacíos. Terminamos entrando en una sala de descanso que por suerte suele estar desierta por las noches.
Apenas cerró la puerta comenzó a besarme con desesperación como si hacerlo de esa forma podría recuperar todo el tiempo perdido.
Recuerdo que una noche cuando estábamos acostados en el sofá hablamos de una posible situación como esta. Ambos somos profesionales, sabemos que no debemos estar haciendo esto y justamente llegamos a la conclusión de no dejarnos llevar... pero es tan difícil cuando mi cabeza solo piensa él.
Cuando siento sus manos deslizarse hacia la parte baja de mi cuello, quiero gritar, chillar y al mismo tiempo dejar que siga pero mi cerebro, por suerte, reacciona primero. Lentamente, acorto el beso aunque mi respiración sigue agitada y mis mejillas deben estar más rojas que una cereza.
Nos quedamos muy cerca tanto que una parte de mi quiere seguir pero no podemos hacerlo aquí en el hospital, aunque no haya nadie en cualquier momento podría venir algún colega y encontrarnos...
—No... —Murmuro apenas—. No podemos seguir.
Me alejo unos pasos tanteando la pared hasta encontrar el interruptor. La luz inunda el lugar y lo veo con claridad. Su cabello está totalmente desordenado lo que me hace fruncir el ceño bajo la vista a mis manos y luego lo miro a él ¿Yo hice eso?
Mordiéndome los labios, me acerco y sin decir nada le hago una seña con la mano para que se agache, obediente lo hace sin apartar sus ojos de los míos. Me pongo de puntitas y comienzo a arreglar su cabello con cuidado, cada mechón en su lugar como si fuera que no lo desordene hace unos segundos.
Tal vez los dos estábamos demasiado desesperados.
Justo cuando termino se inclina apenas y me roba otro beso, esta vez más dulce.
No puedo evitar sonreír, es imposible no hacerlo.
—Me haces perder la cabeza ¿Sabias? —Susurra sin moverse de mi lado.
—Yo también me pierdo un poco... —Confieso, bajando la mirada y luego volviendo a alzarla—, pero estamos en el hospital, doctor Scott. Si alguien nos encuentra aquí...
—No pasará —Dice con ese tono confiado pero aún así da un paso atrás—. Aunque me cueste, lo entiendo.
Asiento, aliviada y a la vez frustrada.
—Mañana no podré verte... tengo que entregar unos informes...
Él sonríe.
—No te preocupes, lo entiendo... solo prométeme que la próxima vez que nos veamos no será en un cuarto de Hospital —Acaricia mi mejilla—. Aquí no puedo hacerte todo lo que quiero...
Me sonrojo hasta las orejas y pongo mis manos sobre sus labios incapaz de escuchar más. Deja un beso en la palma de mi mano y luego agarra mi mano derecha para ahuecar su mejilla, cierra los ojos lo cual me derrite.
—Debo volver —Susurro. Me aprieta más fuerte, sé lo que está haciendo, quiere algo a cambio.
Niego con la cabeza, tal vez lo estoy mimando demasiado. Hago lo mismo que él hizo conmigo, dejo un reguero de besos por todo su rostro, él sonríe sin abrir los ojos, a veces creo que fue un niño muy mimado y querido en su infancia porque las muestras de cariño para él son muy fácil de mostrar.
Dejo un beso casto en sus labios antes de correr hacia la salida.
—¡Nos vemos luego, doctor Scott! —No giro para ver su reacción, ya me imagino el berrinche y no soy tan fuerte como para ignorar eso. Mientras vuelvo a la UCI me detengo abruptamente al ver alguien que pasa con rapidez por un pasillo... ¿A caso nos vio a Peter y a mi en la sala de descanso?
Niego, no creo. Nadie estaba por la zona... con los labios aun hormigueando vuelvo a la zona de trabajo.
***
Al volver a mi escritorio para ordenar las últimas notas del caso, escucho la voz del doctor Morgan desde el otro extremo del pasillo.
—¡Doctora Baker! —Grita como si estuviésemos en una cancha—. ¿Puedes venir a ver esto?
Levanto la mirada y aunque pensaba que me iba a encontrar con una mirada fanfarrona... me encuentro con una ¿Preocupada?
—Es el caso que me asignó el doctor Lee —Dice mientras revisa el monitor—. Estaba todo bien pero ahora los valores se fueron un poco al demonio...
El paciente, un hombre mayor con antecedentes cardíacos respira con dificultad y aunque el monitor no suena todavía el ritmo cardíaco está más rápido de lo normal. Morgan no parece alarmado aún pero su ceño se frunce por primera vez desde que lo conozco.
—¿Le administraste el diurético?
—Hace unos veinte minutos pero no reaccionó como esperaba...