Entramos por la zona de ambulancias del hospital a toda velocidad apenas estacionamos, el doctor Rhoades es el primero en bajar y corre a la parte trasera del auto para abrir la puerta y no se muy bien que hacer ante la situación debido a que todavía no soy parte del hospital oficialmente.
Cuando veo que va a cargarlo en su espalda no dudo en bajar y correr a ayudar. Mientras lo carga comienza a correr en dirección a la puerta por lo que la abro rápidamente.
—¡Necesitamos ayuda! —Grita él llamando la atención de los demás—. Hombre de sesenta y siete años, dolor torácico irradiado al brazo izquierdo, signos vitales inestables.
Un par de enfermeros salen a nuestro encuentro con una camilla y juntos trasladamos al paciente. El doctor no necesita identificarse ya que todos parecen conocerlo.
—¿Doctor Rhoades? ¿Qué pasó?
—Presunta angina inestable —No le responde sino que explica la situación del paciente pero el enfermero no parece sorprendido con que ignorara la pregunta—. Hay que hacerle un ECG y administrar nitroglicerina de inmediato —Va a continuar con su camino y se detiene en dirección al enfermero—. Lo encontramos en medio del camino con su hija.
Mientras uno de los enfermeros corre a buscar los materiales, yo me adelanto y busco la mirada del doctor para saber si me puedo meter, asiente con la cabeza y tomo los signos... La presión está en caída.
—Quiero enzimas cardíacas, monitor cardíaco y preparen todo para traslado a la UC si se confirma el diagnóstico.
—¿Y ella quién es? —Pregunta una de las enfermeras mirándome de reojo no lo hace de mala manera sino más bien con curiosidad.
—Mi nueva pasante —Responde sin dejar de mover las manos mientras coloca los electrodos—. Se llama Adhara Baker.
La saludo con un cabeceo y ella hace lo mismo, no es momento de introducciones.
—Doctora Baker —Dice el doctor girando ligeramente el rostro hacia mí—, ¿Puede encargarse de hablar con la hija del paciente?
—Claro —Respondo al instante al recordar que ella nos seguía en su auto.
Me limpio las manos con alcohol en gel y salgo al pasillo.
La mujer está sentada llorando en silencio con el bolso en el regazo me acerco y me siento a su lado para explicarle lo que está pasando.
—Pero mi padre... ¿Va a estar bien?
—Está en buenas manos —Respondo con más seguridad de la que siento pero aun así no puedo prometer nada.
Cuando vuelvo a la sala el paciente ya está más estable, medicado y con el monitor marcando una mejoría y sonrío... hace mucho que no sentía la adrenalina de emergencias.
—Buen trabajo —La voz del Doctor Rhoades me hace voltear—. No muchos debutan en Millstone con una emergencia prehospitalaria.
—Técnicamente no he debutado todavía —Respondo con media sonrisa.
Él deja escapar una leve risa nasal, parpadeo sorprendida ante aquella risa singular.
—Permítame presentarle al equipo del hospital... como te habrán dicho, no contamos con mucho personal.
Me acomodo el cabello detrás de la oreja y asiento. El doctor Rhoades se gira y camina hacia el pasillo yo lo sigo con paso apresurado por alguna razón camina muy rápido tal vez sea porque tiene piernas largas... a pesar de todo lo ocurrido en los últimos minutos mantiene una calma impresionante.
—El hospital Millstone es pequeño pero que eso no te haga pensar que es tranquilo —Comienza a decir mientras caminamos—. A veces se vuelve más caótico que uno urbano. Emergencias, partos en casa, pacientes sin historia clínica... nunca sabes con qué te vas a encontrar.
—Ya lo estoy notando —Murmuro más para mi pero su risa me hace dar cuenta que lo dije en voz alta.
El primer lugar al que me lleva es a una pequeña estación de enfermería.
—Ella es Maddy —Dice señalando a una mujer de unos cuarenta años, de cabello castaño atado en un rodete desprolijo y una mirada muy despierta—. Jefa de enfermeras... mi recomendación es no hacerla enojar.
—Un gusto —Digo extendiéndole la mano.
Maddy me observa por un segundo y luego sonríe de lado mientras me estrecha la mano con fuerza.
—Veamos cuanto duras —Bromea... o al menos eso espero.
Seguimos por un pasillo donde me presenta a otros dos residentes que están tomando café en una sala mínima con dos sillas y una máquina que parece de otra década.
—Doctora Baker, ellos son Jonah y Casey —Señala a ambos—. Vamos presentense.
—Hola —Saludo con una sonrisa nerviosa.
—La nueva rotante, ¿Eh? —Dice Jonah, un tipo rubio con cara de no haber dormido en días.
—Suerte —Agrega Casey mientras da un sorbo a su café... no parece ser de muchas palabras.
Elijah abre una puerta más adelante e intento asomarme un poco para por leer el letrero apenas legible, mmm, creo que dice “Oficina Médica”.
—Este es tu espacio —Indica—. Tienes un escritorio, acceso a fichas y la compu... cuando funcione es toda tuya la mayoría hacemos todo a mano.
Asiento, creo que deberé acostumbrarme a escribir a mano.
—¿Dónde me hospedaré? —Pregunto. Peter me dijo que averiguo los hospedajes y que no habría problema ya que gracias al cambio sin aviso de rotación el área se iba a encargar de eso y que debía hablarlo con mi tutor.
—Hay un complejo pequeño cruzando la calle —Responde de inmediato—. Los departamentos están destinados al personal rotante o a los médicos que viven lejos.
Asiento de nuevo, me alegra que sea directo y conciso.
—¿Alguna recomendación?
Mi pregunta parece sorprenderlo así que no responde de inmediato, se rasca la barbilla pensativo y luego chasquea los dedos.
—Sí, solo una.
—Soy toda oídos.
—No trates de cambiar las cosas... a ver como me explico mejor... Aunque no lo parezca todo aquí funciona —Parece a la defensiva—. La mayoría de rotantes que llegan terminan yéndose en una semana así que...
Lo detengo levantando ambas manos.
—No se preocupe, mi capacidad de adaptación ha mejorado bastante —Le guiño divertida—. No podrán deshacerse de mi tan fácilmente.