—Bien, doctora Baker —El doctor Rhoades observa el reloj de su muñeca antes de seguir caminando por el pasillo del hospital—, técnicamente hablando tu rotación será en el área coronaria pero...
—¿Pero?
—Como habrás notado contamos con poco personal así que si algo se complica en otro sector y necesitan manos... podrías terminar en emergencias —Mis orejas se levantan como las de un gatito al escuchar eso—, traumas o incluso partos...
¿Emergencias? Trato de detener la sonrisa que intenta asomarse en mi rostro. Siento una especia de energía recorrerme el cuerpo con solo la mención del área... la última vez que estuve allí fue con Peter.-
—Entendido Doctor Rhoades —Trato de ocultar también la emoción en mi tono.
Arquea una ceja porque obviamente mi entusiasmo se nota pero no dice nada y continua su camino, cuando llegamos a una puerta doble la empuja con la cadera como si no pesara nada cosa que me sorprende porque esas puertas son pesadas.
—Coronaria es más tranquila en teoría pero no te confíes —Dice levantando un dedo de forma cómica—. En este hospital las cosas pueden ponerse caóticas en cuestión de minutos.
Abro la boca para hablar pero las luces del pasillo parpadean y vuelve a la normalidad después de un rato.
—Debemos ver lo de las luces de nuevo —Chasquea la lengua.
—¿Debo presentarme a alguien en particular? —Con eso llamo su atención.
—Conociste a Maddy ¿no? —Asiento recordando a la jefa de enfermeras—. Bueno, si ella te pide que vayas a un sitio vas y si te dice que no lo hagas pues no... parece algo obvio pero es un consejo que te recomiendo escuchar.
—Tomaré nota —No se porque pero creo que no debo de llevarle la contraria si quiero tener paz estos dos meses.
El Doctor Rhoades se detiene frente a una pequeña sala con cristales rayados... ¿De verdad no hay dinero para mejorar estás cosas? ¿Cuál será el problema de este hospital?
—Perfecto, llegamos justo a tiempo.
Al ingresar veo a dos enfermeros colocando monitores a un paciente que respira con dificultad.
—Doctora Baker, va siendo hora de que empiece a demostrar lo que sabe —Se coloca los guantes—. Toma los signos y avísame si hay algo que te llame la atención.
Asiento y me acerco al pequeño lavamanos metálico en la esquina para desinfectarme me seco rápido las manos y tiro el papel al tacho agarro los guantes de latex y cuando trato de ponérmelas noto que mis manos están temblorosas... no me había percatado de ello.
Cojo aire animándome mentalmente y giro en dirección al paciente que está recostado con el torso ligeramente inclinado, su piel luce pálida, sus labios tienen un color azulado y está sudando mucho.
Me inclino un poco y empiezo a tomar los signos vitales, su pulso esta errático e irregular, el estetoscopio parece viejo pero por alguna razón parece que puedo escuchar todo mejor como un leve silbido que se escapa cuando exhala.
Me enderezo y miro al Doctor Rhoades.
—La frecuencia es de ciento veinte, irregular, pulso débil, saturación en noventa y uno por ciento y... —Dudo un segundo pero al final decido confiar en mi juicio—, al escuchar los pulmones en la parte baja hay un ruido extraño como si hubiera liquido... sospecho que podría tratarse de un edema pulmonar.
El doctor Rhoades se acerca sin decir una palabra toma el estetoscopio de su cuello y se los coloca inclinándose un poco sobre el paciente, hace lo mismo que yo hice pero con más precisión. Doy un paso al frente acercándome nerviosa con su chequeo pero me observa de reojo y me acobardo dando un paso atrás.
Después de unos segundos se endereza asintiendo con la cabeza.
—Coincido —Dice sin levantar mucho la voz—. Vamos a necesitar diuréticos, oxígeno y monitorización continua.
Se gira hacia la enfermera más cercana para darle las indicaciones y por pura alegría doy un salto de felicidad para mi mala suerte él me observa justo en ese momento y me quedo estática en mi lugar.
—Buen trabajo, doctora Baker —Levanta sus pulgares en mi dirección y siento que me sonrojo de vergüenza ¿En serio me vio dando ese salto tan infantil?
Me aclaro la garganta como si eso pudiera borrar el momento ridículo que acababa de protagonizar. Bajo la cabeza y finjo revisar el monitor del paciente para evitar su mirada.
—Gracias, doctor Rhoades —Respondo en un susurro esperando que mi voz no delate la vergüenza que me arde en las mejillas.
Él ya está ocupado firmando una orden en la historia clínica completamente concentrado otra vez como si lo del salto nunca hubiese pasado. Me doy cuenta de que no sonríe… pero tampoco frunce el ceño, solo asiente con un leve movimiento de cabeza lo suficiente como para que yo lo note.
—Es guapo ¿Verdad? —Doy un respingo al oír a la enfermera Maddy ¿De dónde salió?—. Está soltero...
—No —Hago una cruz con ambas manos—. Tengo novio, bueno si hablamos seriamente es mi prometido... aunque él aun no lo sepa.
—Oh... —Suspira—. Que difícil es encontrarle una mujer a ese hombre... Desde que lo conozco nunca ha salido con nadie así que intento emparejarlo si veo buenas candidatas.
¿Emparejarlo?
—Eso no es un poco...
—Es lo que las madres hacen ¿No?
—¿Perdone? —Ella palmea mi hombro y camina hacia otra dirección—. Tiene a otro paciente en la siguiente sala acompáñeme.
¿Acaso la enfermera Maddy es…? No, no puede ser su madre ¿O sí?
—¿Usted es su madre? —Pregunto bajito cuidando que nadie más escuche.
Ella suelta una carcajada tan fuerte que por poco hace que los monitores del pasillo se activen solos.
—¡Por Dios no! —Sacude la cabeza divertida—. Tengo la edad sí pero no la paciencia. Solo me preocupo por él como una madre lo haría ¿Nunca viste a alguien tan enfocado en su trabajo que parece no tener vida fuera de estas paredes?
Miro de reojo hacia la sala de donde acabamos de salir. El doctor Rhoades seguía allí ahora revisando una radiografía con el ceño levemente fruncido como si el resto del mundo simplemente no existiera.