Estoy segura de que mi boca se abrió para responder pero por los ojos expectantes de los demás creo que no he podido decir nada.
—¿Estás... hablando en serio? —Pregunte casi sin voz.
Peter dio un paso más todavía sonriendo.
—Tan en serio como las 111 llamadas que hice hoy.
Reí... así que el número fue adrede.
Aunque yo fui quien quería darle la sorpresa parece que no me salió como esperaba ya que la sorprendida terminé siendo yo.
Mis piernas comenzaron a temblar a la par que mi corazón comenzó a latir como loco debido a la emoción. No tenía duda de mi respuesta, la tuve desde hace mucho tiempo... solo que al ser todo tan sorpresivo para mi mis ideas parecieron esfumarse pero ya decidida di unos pasos al frente hasta llegar junto a él.
Con una sonrisa de tonta enamorada me detuve hasta el punto que nuestros cuerpos se rozaban.
—Mm, ¿Estás seguro de que quieres casarte mientras un paciente enyesado llora de fondo? —Señale con mi cabeza al hombre que también comenzó a llorar.
Peter alzó una ceja al ver la escena pero solo río.
—Estoy muy seguro así como tú debiste estarlo cuando me pusiste el anillo...
Me tape la boca con una mano.
—¡¿Lo notaste?!
—Lo difícil hubiese sido no notarlo —Comenzó a reír mientras una de sus manos fue a mi cintura—, la verdad creí que estaba soñando pero cuando te fuiste y vi el anillo sabía que era real.
—¡Debiste decírmelo!
—¿Y perderme la oportunidad de ser yo quien te proponga primero de forma oficial? —Me acerca a su cuerpo y besa mi mejilla muy arriba al punto que cierro los ojos—. Ni loco.
Me quedé mirándolo con los ojos entrecerrados sin saber si regañarlo o besarlo.
Terminé haciendo lo segundo provocándole una sonrisa en medio del beso mientras escuchaba los aplausos de los demás caí en la realidad de que no somos los únicos aquí.
—¿Entonces qué sigue? —Pregunté sin dejar de sonreír sintiendo que el corazón me latía hasta en los dedos de los pies.
Peter hizo un gesto con la cabeza hacia el grupo que lo rodeaba y al instante como si hubieran ensayado la escena varias personas comenzaron a moverse. Una enfermera trajo un ramo improvisado de gasas con flores plásticas arrancadas de la sala de espera y otro residente sacó un parlante portátil del bolsillo de su guardapolvo y comenzó a sonar una versión instrumental de una marcha nupcial.
—Conseguí a alguien que nos case...
—¿Qué? ¿Hablas enserio?
—No bromearía con algo así.
Observo al doctor de pediatría hacer su acto de presencia con una carpeta en mano que explico a todos era una licencia para celebrar bodas. Nada de lo que estaba pasando parecía tener sentido y si me dijeran que esto es un sueño les creería sin dudar.
Me cubrí la cara para que no me vieran llorar, yo quería casarme y Peter lo sabía bien... que haya planeado todo esto en horas me parece increíble.
El doctor Stein carraspeó para llamar la atención ajustándose su estetoscopio como si fuera una corbata.
—Estamos reunidos hoy para unir en matrimonio a dos almas que, evidentemente, no podían esperar ni cinco minutos más para jurarse amor eterno —Una risa se me escapa—. Aunque haya un hombre gritando por una fractura en el fondo —Señaló al paciente enyesado que estaba junto a mi madre... la cual lo regaña porque sus gritos se escucharan en el video que esta grabando—, no hay dolor que opaque este momento.
Peter tomó mis manos y aunque no tenía traje, ni anillo nuevo que ofrecerme sus ojos brillaban con tanto amor que todo lo demás parecía desaparecer mientras yo por mi parte también lo miré con el corazón en la garganta.
—Adhara, ¿Aceptas casarte conmigo, incluso en medio del caos hospitalario, entre bip-bips y quejas de pacientes con batas que no combinan?
—Sí —Sin aguantarme ya sentí las lágrimas caer por mis mejillas—. Mil veces sí.
—¿Y usted doctor Scott, acepta casarse conmigo en medio de todo este caos?
—No tienes que preguntarlo dos ves, mi respuesta es sí.
—Bien, no lo haré más largo —El doctor Stein dijo pareciendo notar nuestra ansiedad—. Puede besar a la novia...
Peter me agarró de la cintura y antes de que pudiera reaccionar, me giró con rapidez haciendo que mis manos fueran a parar a su cuello por puro reflejo y en un solo movimiento me bajó con elegancia como si estuviéramos en una escena sacada de una película reí por la situación y cerré los ojos esperando el beso pero justo en ese preciso momento alguien interrumpió en la sala.
—¡Doctor Scott! ¡Código rojo! —Grita a los cuatro vientos. El grito logró sobresaltarnos al mismo tiempo por suerte Peter me sostuvo con fuerza para evitar que me cayera mientras ambos volvíamos la cabeza hacia la entrada.—. Necesitamos manos ahora... accidente automovilístico.
Peter suspira y me observa con cara de cachorro, lentamente me ayuda a incorporarme y le sonrío para tranquilizarlo.
—Bienvenida a la luna de miel.
—Supongo que esta es la clase de luna de miel de los médicos —Digo siguiéndole el royo—. Oh, casi lo olvido.
Me alejo un poco y le doy la espalda a los invitados para lanzar mi ramo. Lo lanzo con fuerza y volteo para ver quien será la afortunada... oh, lo atrapo el doctor Morgan.
Peter ríe a mi lado y tomando su mano lo jalo para que ambos corramos hacia la entrada de emergencias. En el momento que estamos por salir de la puerta podemos escuchar el grito del doctor Stein:
—¡Por el poder que me otorga la salud pública los declaro marido y mujer!
***
Desperté con la luz filtrándose por la ventana y una calma inusual en el pecho... por un instante no supe dónde estaba, luego sentí su brazo rodeando mi cintura y su respiración pausada contra mi nuca.
Peter.
Me quedé quieta sin querer romper ese instante. Por primera vez en mucho tiempo no tenía una angustia en el pecho, no debía apresurarme en levantarme, no había gritos o una cama incomoda y fría solo somos nosotros dos.