En algún momento de la madrugada...
*Toc**Toc*
—¿Mmm?
— Soy yo, tu hermano pequeño —susurraba desde afuera de mi cuarto.
Me levanté como pude y llevándome las cosas por delante llegué a la puerta.
—Shh, eres muy ruidosa. Todos duermen y tenemos que ayudar a hermano.
—¿A qué te refieres? —parpadee confundida.
—Solo ven conmigo —me tomó de la mano y me guió hasta el cuarto de Luciano.
—¿Qué hacemos aquí?—Susurré antes de que ingresáramos al cuarto.
—Hermano se porta mal y no quiero que papá lo rete —hizo puchero.
¿Se porta mal?
Sin dejarme terminar de procesar esa información Sebastian me tironeo a dentro del cuarto.
—Ayudalo por favor, yo iré a dormir —sonrió.
—Oye, ¿me dejaras aquí sola? —voltee a ver el cuarto.
—No grites, es muy temprano. Si papá me ve se va a enojar. Tengo que ir a dormir —cerró la puerta y su suaves pasos cada vez eran mas lejanos.
¿Qué?.
—¿Qué se supone que tengo que hacer? —comencé a analizar la habitación.
Luciano estaba tirado en el piso en boxers, rodeado de botellas de cerveza.
—No te creí así —reí picara.
Chasquee los dedos y un polvo azul se adueño del cuarto, las cosas comenzaron a flotar y a hallar su sitio.
¿Por qué yo tengo que estar haciendo esto? —suspire cansada.
Luciano comenzó a moverse y estornudó. Me quedé inmóvil rezando por que no se despierte con mi respiración agitada y cosas volando a mi alrededor.
El pobre como no iba a estornudar si esta casi desnudo durmiendo en el suelo.
Antes de irme, terminé haciendo su cama. Lo recosté y arrope. En el ambiente había un olor a jazmín producido por mi magia, así que tomé uno de sus desodorante y eché al aire para ocultar mi olor.
—¿Qué hacías ahí? —escuché al salir.
—¡Erick! que susto me diste —hablé aliviada.
—¿Qué se supone que hacías ahí dentro? Responde Mia —estaba bastante enfadado.
—Solo quería pedirle un favor, pero al entrar noté que estaba dormido entonces me encontraste saliendo —mentí.
—Eso es una gran mentira y lo se. Pero vete de mis vista antes que me arrepienta.
—Gracias —grité y corrí a mi cuarto.
Casi que me atrapan...
Me recosté e intenté dormir un poco mas, pero, cuando casi lo logro volvieron a tocar mi puerta,
*Toc**Toc*
—¿Si? —pregunté aun acostada.
—Mia, rápido. Antes que papá lo vea —era Sebastian.
Me acerque a la puerta, abrí y él se encontraba ansioso saltando en el lugar.
—¿Qué sucede?
Me tomo de la mano y me guió hasta el garaje.
Wow que hermosos autos.
—Concéntrate Mía —me retó.
—Si mi comandante —hice un saludo militar.
—Mira, ese auto de allí es de Lu —señaló un auto rojo que estaba chocado en la parte delantera.
Miré alarmada a Sebastian —¿Qué sucedió? ¿él no se lastimo cierto?
—Hermano a veces toma algo que lo hace olvidar de como se maneja y yo le digo que no lo haga pero él no hace caso —Habló con tristeza. —Pero, si estas tu aquí lo sanaras ¿Cierto? no dejaras que nada le pase ¿verdad? —me tomó de la mano, y sus ojos suplicaban por una respuesta afirmativa.
—Si —susurré —ve a vigilar que no venga nuestro padre, yo arreglaré esto.
Puse las palmas de mis manos sobre el auto, un brillo azul rodeo la parte dañada, y la reparo rápidamente.
Sebastian se acercó contento y me abrazó.
—Vamos a desayunar, si no llegamos pronto sospecharan —comentó.
Al llegar a la cocina ya estaban todos sentados.
—¿Dónde se encontraban? —Pregunto Erick.
Hoy estaba muy curioso.
—Fuimos a jugar, ¿no Mía? —Hablo rápido Sebastian.
—Exacto —sonrió.
—Buenos días Princesa —Me habló Luciano. — Ya pedimos tu desayuno. —Se acerco a mi y me olfateo.
—Bu-Buenos días —Tartamudee.
¿Por qué me olfateaba?.
—Luego debemos hablar —habló serio y alejando su nariz de mi cuello.
—Si-si.—Mire a Sebastian y él me hizo señas de que no sabia nada, después de todo solo tenia 5 años.