Amor de Hada

Capítulo 7:Deberes

Estábamos desayunando tranquilamente en la cocina y me entró un gran sueño, no estaba acostumbrada a usar tanta magia en un solo día y para agregar me despertaron temprano, Sebastian va a exprimir me -suspiró...

— Mía, no olvides venir a hablar conmigo cuando termines de desayunar, por favor.

—Claro, no lo olvidaré. —Luciano estaba extraño.

—Señorita Mía, no olvide que tiene que venir a estudiar —agregó Erick algo molesto.

—Si, si.

—Hermanita, después juguemos juntos ¿Si? —Habló sebastian.

—¡Claro!

Hoy terminaré exhausta.

Al terminar de desayunar, y con pereza y nervios, me dirijí al cuarto de Luciano.

*Toc* *Toc*

—¿Si? —preguntó Luciano. 

—So-Soy Mía. —me anuncie nerviosa.

—Un segundo —gritó desde adentro.

—Está  bien. —suspiré.

Abrió con brusquedad la puerta y me dejó ingresar.

—Gracias —murmuré.

—Tenemos que hablar de algo —me miró serio.

—¿Sobre que? —intente sonar segura, aunque en realidad, quería que la tierra me tragara.

—Hoy estuviste en mi habitación. ¿Por qué? —sonrió.

—Y-Yo —Tartamudee

—Recuerdo muy claramente que cuando me levante tu olor estaba impregnado en todo el cuarto y en las sábanas.  ¿Acaso te acostaste a dormir conmigo?.

— ¿¡EH!? —rayos, pensé que son su desodorante mi olor desaparecería.

—Si te da miedo algo dime, pero no te escabullas de madrugada a mi cama, es algo raro. —rió.

—Si, lo siento —prefiero que piense que dormí con él antes de tener que decirle que use magia.

— ¿A qué le temes?, claro si se puede saber.

—La oscuridad —susurré, la primera verdad del día.

—Un tema complicado, solo avísame antes de venir a dormir conmigo. ¿Estamos de acuerdo?.

—Si y lo siento.

—No te preocupes, no le dire a nadie. Para eso están los hermanos, ahora ve a estudiar.

Sin decir una palabra más salí corriendo de la habitación nunca pensé que ir a estudiar me haría tan feliz.

—Llegue, ¿Por dónde empezamos?.

—Hoy vamos a ver matemáticas de 5 grado así que por favor concentrada es  más difícil que lo que vimos ayer, pero como veo que aprendes rápido te pondré cosas más difíciles.  —podía verlo, estaba escrito en todo su rostro, esto era un castigo por lo que no sabe, pero sospecha.

Tomo unas hojas y las colocó de un golpe frente a mi.

Eran tres hojas de ejercicios, el primero era una muestra de como se hacía junto con la explicación y al costado de cada ejercicio estaba el resultado.

—Si no entiendes algo pregúntame, me quedaré aquí leyendo. No tengas pena de preguntar.

—De acuerdo.

Comencé a leer las hojas e intentar interpretar los ejercicios,vergonzosamente tuve que pedirle ayuda a Erick y él de forma muy educada me explicó.

Una vez que logre memorizar todo, con la magia de forma disimulada, hacer los ejercicios fue mucho más sencillo.

A la mitad de la segunda hoja, Sulma, nos llamó a almorzar.

—¿Esto tiene ajo? - pregunté después de dar el primer bocado.

—Si, las milanesas tienen algo de ajo para mejorar el sabor. ¿Por qué querida? —me miró Sulma preocupada.

—Por nada —reí nerviosa.

Soy alérgica al ajo, necesitaba irme antes de que me afecte. Recuerdo que estuve dos meses en coma por comer ajo.

Sin pensarlo dos veces le hable telepáticamente a Sebastián.

Sebastian ayúdame. 

 ¿Qué es esto? ¿Mía por qué estas en mi cabeza?

Sebas tu hermanse siente mal, necesita ir al baño en silencio y curarse. Ayúdame. 

—¡Sulma! —gritó Sebastián —No quiero más.  —luego de eso tiro su plato al piso.

Todos incluyéndome lo miramos sorprendidos, él me miró sonriente y entendí que era la distracción.

Disimuladamente me fui corriendo a mi cuarto, me empezaba a faltar el aire, mi garganta se cerraba. 

No quería decir que soy alérgica, no después de que Sulma hizo tanto por cocinarnos. 

Puse ambas manos en mi cuello para abrir mi garganta y poder respirar, y luego puse una de mis manos en mi abdomen para evaporar ese pedazo dentro de mí estómago que estaba  matándome.

Tome una gran bocanada de aire aliviada.

*Toc toc*

— ¿Mía te encuentras bien? —habló Erick del otro lado de la puerta. 

—Si no es nada, tenía algo de frío nada más —abrí las puertas de la habitación que era mi armario y corrí a buscar un abrigo.

—Se que me estas mintiendo —Casi chocó con Erick quien había entrado a mi cuarto.

Nos miramos en silencio por unos minutos  hasta que él suspiro.

—Si tienes problemas puedes confiar en mi, para eso son los hermanos. —casi lo mismo que me dijo Luciano.

—Si —susurré.

—¿No te gusto la comida y quisiste zafar de ella? Aunque no se por que sebastian te ayudo a escabullirte —se quedo pensativo.

—Si —agaché la cabeza.

—Otra vez me estas mintiendo —rió —Pero haré de cuenta que te creo.

—Gracias.

Este chico ¿Qué tiene? ¿super sentidos?.

—Ahora a terminar con los ejercicios. —ordenó.

—Ufa.

— ¿Qué?

—No nada —salí del cuarto.

Volvimos a la mesa del comedor y retomé los ejercicios.

Erick se quedo leyendo a mi lado y disimuladamente miraba de vez en cuando las hojas.

—¡Listo! —suspiré.  Realmente estaba muy cansada.

—A ver, tardaste cinco horas en hacer cuarenta ejercicios, creo que esta bastante bien —Sonrió mientras miraba su reloj. —Ahora chequearé  si están correctos.

—Si —me desperece.

Él me miró con ternura —Mientras chequeo esto puedes ir a cumplir con Sebastian, ya sabes a jugar con él —Sonrió

—Si —me levante intentando parecer entusiasmada cuando en realidad solo quería dormir. Use mucho de mi magia y no estoy acostumbrada.




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