Amor de Hada

Capítulo 8: Secretos

Por Erick:

Misha comenzó a tragar la sangre que había generado a su pedido, sentía una muy familiar situación, se me hacía que esto ya había sucedido y que por algún motivo esto debía permanecer en secreto.

Ella separó sus labios de los míos y lentamente comenzó a entrar en calor, su cuerpo volvía a su color natural.

Abrió sus ojos y su rostro se puso colorado al verme.

—La verdad no entiendo mucho de todo esto —habló mirando su torso y mi cuerpo semi desnudo. —Pero, se que debo agradecerte. Gracias y perdón por hacerte pasar estos momentos y por todo lo extraño que dije... Creo que mejor es olvidar todo esto —dirigió su mirada a mis labios.

—Si, un caballero no tiene memoria —Sonreí intentando que se calmara.

— Me pasarías la... La remera — Notoriamente estaba alterada.

Ella se incorporó cubriéndose con las sabanas.

Me levanté en busca de su remera y  ella miraba tímida para otro lado.

—Toma, entraré al baño, tú dime cuando ya estés lista. — tome mi ropa y entre.

Cerré la puerta y comencé a vestirme.

*Toc * Toc*

—Ya puedes salir.

Abrí la puerta lentamente.

—No le digas a nadie, lo que pasó por favor. —me suplicó tímida.

—No lo haré pero tienes que decirme que fue lo que pasó exactamente, ¿por qué terminaste así?—pregunté curiosos.

—Es complicado, no puedo decirte. —agacho la cabeza.

—Si me cuentas la mitad de las cosas no podré ayudarte —Me acerque a ella.

—Solo haz de cuenta que esto nunca paso —se alejó de mi y se fue rápidamente a su cuarto.

Aunque haga de cuenta que esto nunca pasó no podré olvidarme, las dudas me comen la cabeza. ¿Por qué ella me llamó Radra? ¿Y por qué yo la llamé Misha instintivamente?.

Pov Mía:

— Tengo que leer esa carta. — me repetía una y otra vez mientras la buscaba entre mis cosas, debía mentalizarme para así hacerlo.

—Te encontré —respire profundo y la abrí.

Un polvo rosado salió de ella e hizo de la carta una maleta muy antigua.

Sorprendida abrí aquella maleta en ella, a simple vista, había una carta sin sobre, una corona, un libro antiguo y un colgante.

Tomé la carta decidida y la abrí.

Querida Misha:
Si, Misha es tu nombre, si todo salió bien te conocerán por el nombre de Mía, seguramente haz notado las diferentes habilidades que tienes a comparación de los humanos.
Tu Misha, eres una Reina, la reina de las hadas; y en tu camino te encontrarás con Radra, tu fiel caballero, que vive bajo el antiguo código de caballeros.
Esta carta es la misma que pasa generación tras generación. ¿Qué quiere decir esto? Quiere decir que ya haz leído esta carta, cada vez que reencarnas una guardiana te encuentra y te lleva a un orfanato, siempre bajo el mismo nombre, "Mía", ella le da a la directora una carta la cual contiene todo lo que estás viendo. Cada vez que mueres la carta vuelve a ella, y la hace llegar nuevamente con vos. 
Como en todas tus vidas te digo usa tu magia para el bien, aprende de ella y úsala correctamente. No ignores tu verdadera naturaleza y se feliz hija.

Me quedé quieta leyendo y releyendo aquella extraña carta. Luego de unos minutos la deje a un lado para distraerme con los demás objetos dentro de aquella maleta.

El collar que había ahí era hermoso, era un corazón de plata, con una hermosa gema carmesí en el centro.

Al tocarlo pude ver a Radra en tiempos antiguos, muriendo frente a mi con una sonrisa, una de esas que te dicen que todo va a estar bien.

No puedo negar que quede en shock al ver que Radra era igual a Erick, verlo morir con esa sonrisa me erizo la piel y, me dejó con un nudo en el pecho, él ¿sabrá algo de todo esto?

Evitando tocarlo, nuevamente con mi mano, hice a un lado aquel colgante y tome ese antiguo libro,  titulado "El corazón de un hada".

Al abrir aquel libro, instantáneamente me vi en la época medieval, rodeada de casas de piedra y paja, fogatas, cabras y un gran castillo, al cual le seguía un hermoso bosque.

— Mi reina Misha —mi rostro volteo, sin mi consentimiento, buscando a la persona que me hablaba.

— Estefan, ¿Qué sucede? —no podía controlar lo que decía, ni los movimientos de mi cuerpo. 

¿Estaré dentro del libro?

Sentí una punzada en la cabeza y volví a mi cuarto.

—¡Mia!, ¡Mia! —al abrir los ojos  vi como Erick me sacudía desde mis hombros.

—¡Erick! ¿Qué haces en mi cuarto?

—Venía a avisarte que ya era la hora de la cena, pero por más que tocaba la puerta no me respondías... Me asuste e ingresé —dijo lo ultimo esquivando mi mirada.

—Todo está bien. —evité recordar lo sucedido hace unas horas.

Ambos evitamos vernos y en silencio bajamos las escaleras.

Todos se encontraban ya en la cocina esperando por nosotros.

—Lo sentimos padre, Mía estaba cansada y se había quedado dormida. —me excuso Erick antes de que alguien preguntase algo.

—Si, no se preocupen. Ahora sí, todos ya podemos comer. —sonrió como siempre.

Nuestro padre y Sebastián hablaban enérgicamente, mientras,  Luciano me miraba con cara de querer preguntarme algo y Erick intentaba no mirarme.

Me apresure a comer para poder evitar todo lo que pueda llegar a suceder.

—Muchas gracias por la comida — Sonreí. —Buenas noches — enuncié mientras me acercaba para saludar a Sebas con un beso en la mejilla, seguido por nuestro padre y por Luciano, muerta de vergüenza y para que no levantar alguna sospecha me acerque y saludé a Erick.

—Descansen —hablé fuerte mientras me marchaba.

—Tu igual pequeña —respondió mi padre.

Subí a mi cuarto lo mas rápido que mis piernas daban y cerré la puerta con magia par que nadie pudiese ingresar.




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