La semana restante pasó muy rápido, Luciano no me daba un respiro y mi mente era un mareo. Historia, lengua y literatura, contabilidad, geografía y muchas mas materias tuve que aprenderlas en solo una semana. Si no tuviese esas "habilidades" no creo ser capaz de aprender todo eso como lo hice.
Mientras Luciano me felicitaba yo solo estaba agotada de tanta magia invertida, eso si, fue una gran practica de resistencia. Cuanto más al limite llegaba mas fuerte me sentía luego de descansar. Sentía como mis poderes incrementaban.
—¡Estas lista para tu primer día de escuela! —mi padre habló eufórico al verme llegar a la cocina con el uniforme.
—Si —sonreí —¡Estoy emocionada¡
—Ese uniforme si te sienta bien querida — mi padre me alagó.
—Gracias
—¿No le queda muy bien chicos?
—Si, se ve como una chica de las novelas que ve Sulma —Sebastian sonrió.
—Si, le queda muy bien, solo que la pollera algo corta.
—Mia no tiene por qué vestirse como monja solo por que seas un hermano celoso —Eduardo carcajeó. —¿Tu que opinas Erik?
—Si, le sienta bien.
Mi padre lo miró con mala cara y lo ignoró.
—Anda querida, desayuna, si no se les hará tarde — Sulma ordeno.
—Mia, te irás con Erik hoy, Luciano entra una hora mas tarde hoy.
—Claro, no hay problema ¿y Sebastian?
—Él empieza en dos días —aclaro.
Al terminar de desayunar saludamos a nuestro padre y a Sulma y nos apresuramos al auto.
—Ve atrás —Erik ordenó.
—¿Por qué? — cuestioné.
—Quiero que estés lo mas lejos mio posible, solo eso.
Sin poder evitarlo solté una gran carcajada.
—Sabes que si algo tiene que pasar pasará igual aunque yo esté atrás.
Me miró con mala cara y entró al auto.
Hoy descubrí que Erik maneja muy bien, y que por mas que quería evitarlo no dejaba de mirarme por el espejo retrovisor.
Al llegar aparcó el auto en el estacionamiento y colocó la alarma.
—¿Y dónde están las aulas? —pregunté al ver que simplemente se estaba yendo.
—Arréglate sola
—¿Eh?
—A qui no me hables
—¿Eh? ¿Qué te pasa?
—No quiero tener anda que ver contigo, no quiero tener problemas en la escuela por tu culpa.
Tras decir eso se fue.
—Gracias —grité con sarcasmo y lo seguí.
Supongo que se dirige al aula.
Lo perdí cuando llegamos a unos pasillos donde estaba lleno de adolescentes.
—Disculpa —le hablé a una chica que estaba parada frente a su casillero con su móvil.
—¿Si? —habló molesta.
—Soy nueva y-
—Al fondo a la derecha esta la oficina del director —me interrumpió.
—Gracias —susurré y caminé nerviosa hasta el lugar nombrado.
*toc* *toc* — golpee la puerta temerosa.
—Adelante —gritaron desde dentro.
—Hola, soy Mia
—Si, la nueva integrante de la familia Cooper —afirmó
—Si —miré mis pies y me sonrojé.
—Bienvenida a la escuela, espero hagas muchos amigos —sonrió —Los profesores están al tanto de tu situación académica así que serán algo mas comprensivos con tu tiempo para adaptarte.
—Gracias —susurré.
—Toma, ven —él comenzó a buscar algo entre los cajones. —Estos son los horarios de tus clases y este el mapa de la escuela.
Asentí con la cabeza y los tomé.
—Ahora, tu primera clase está a mitad de este pasillo —señalo la dirección.
—Gracias.
—Para tu segunda clase, solo no pierdas de vista a tus compañeros —rió.
Salí de la oficina del director y me dirigí a la primera clase, que era, historia.
Al entrar al aula, todos callaron.
—Ho-hola —tartamudee.
—Llega tarde señorita... —la profesora habló.
—Cooper, Mia Cooper — miré con diversión a Erick.
¿No quieres tener nada que ver conmigo? ¡Pues mira ya tenemos el mismo apellido!