Me incorporé nerviosa, luego de sostenernos por minutos las miradas.
—Debo irme —hablé temerosa.
Él no dijo nada y vio como me iba en silencio.
Volví a mi cuarto y decidida por saber más tomé ese viejo collar.
Lo tomé por la cadena y me senté en el escritorio de la computadora.
—Tu... ¿Podrás hacerme entender? —susurré.
Aquel comenzó a brillar y lo dejé caer al suelo sorprendida.
—¿Qué significa esto? ¿Quieres hacerme recordar?
Se que no es normal hablarle a un collar y mucho menos que el te responda comenzando a brillar pero, en este momento, esta es mi realidad.
Lo tomé por el dije y volví a ver a Radra, muriendo en mis manos.
¿Qué se supone que significa esto? ¿¡Qué tengo que hacer con esto!?
Me encontraba llorando.
Mis lagrimas caían sobre el rostro sin vida de él.
—Radra, ¿por qué de nuevo? —me escuché susurrar.
Solté el collar y caí al suelo con lagrimas en mis ojos.
No puedo permitir que él vuelva a morir por mi.
—Mia se que dije que no —Luciano entró sin tocar y dejó de hablar al verme llorando — ¿Estas bien?
—Si —sequé mis lagrimas con la manga de mi remera.
Me incorporé.
—¡Ese collar! —Luciano gritó.
—¿Qué que tiene? —grité con él.
—Misha —susurró.
Lo miré asombrada y tomé aquel collar, nuevamente, desde su cadena.
—¿Cómo sabes ese nombre? —hablé asustada.
Él se acercó a paso firme y me abrazó.
¿¡Qué!? Ahora sí que no entiendo nada.
—No puedo creerlo —sonrió.
—No entiendo —sonreí nerviosa.
Luciano volvió en sus pasos y cerró la puerta.
—Nunca creí volver a verte, pero claro si yo estoy aquí era obvio que tu también estarías. Yo solo estoy vivo gracias a ti.
—¡Puedes ser mas específico! ¡No entiendo Luciano!
Él me tomó de las manos y me guió hasta el borde de mi cama, nos sentamos y se detuvo unos segundos para mirarme.
—Se que todavía estas recordando y sé que quizás esto te cueste asimilarlo.
—¡Puedes decirme de una vez!
—No se, no estoy seguro de que estés lista.
Me esta cargando, casi que me lo estaba diciendo, por que no me lo dice. ¡No estoy lista las pelotas!
—Dime que es lo que sabes hasta ahora...
—¿A qué te refieres?
— Que sabes sobre ti por ejemplo o sobre Erick.
—Sobre Erick, se que él ha muerto por mi muchas veces —susurré.
Luciano hizo silencio unos segundos.
—Si, él daría la vida por ti las veces que fuese necesario. Y yo también.
—Si no me cuentas tu lo sabré por el libro —hablé algo molesta.
—¡Tienes el libro! Creí que se había perdido la ultima vez.
—¡Ya, dime!
—Veras, generalmente tu, me das esta charla a mi. Siempre eres la primera en recordar.
Lo miré confundida, esto cada vez estaba más y más raro.
—Creo que ya hemos vuelto unas que... ¿Treinta veces? —carcajeó.
Lo miré en silencio y algo molesta. ¿Acaso era gracioso morir treinta veces?
—Yo soy...
♥
¡Averígualo en el siguiente capítulo!