Amor de Hada

Capítulo 26:

La semana de clases había concluido, era Sábado y me encontraba en mi cuarto esperando a Luciano y a Erick.

Nuestro padre había ido a jugar a la plaza con Sebastian por compensación a varias noches sin su presencia.

Estaba sentada en el suelo, sobre un cojín, el Libro de la vida estaba frente a mi. Me sentía muy ansiosa por entrar en el y comenzar con esta loca aventura por saber que nos hace estar en este ciclo infinito. 

—Pasen —respondí cuando tocaron a mi puerta. 

—Sulma también se fue —Luciano comentó al ingresar. 

—Si, le dimos la tarde libre —Erick agregó.

Radra y Leo se sentaron al rededor del libro y me miraron nerviosos. 

—¿Estas segura que puedes hacerlo? —El mayor preguntó.

—Si —respondí —no podemos dejar que el tiempo siga pasando. Ya intentaron matarme una vez y no voy a dejar que vuelva a pasar. No si ni se el por qué.

—Esta bien, estaré ahí para ti. No te dejaré sola. —Erick me tomó de la mano y me regalo una sonrisa. 

—Se que esto va a ser muy impactante para ustedes, y por eso se que no puedo ir con ella. No lo soporto, no soporto la vida que mi hermana tuvo y soy un cobarde, por que no me animo a volverlo a ver.

—¿Tan malo es? —pregunté algo asustada.

—Si, y por eso, Erick, debo recordarte que pase lo que pase no cambies los hechos, no intentes detener nada ni hagas alguna clase de espamento, el libro puede molestarse y no mostrarnos lo que necesitamos saber. Si sientes que no puedes aguantar más solo ve a buscarla y tómense de las manos, solo así el libro entenderá que desean salir. Pero no pueden hacer nada más que este fuera de la historia. ¿Se entendió?

Asentimos.

—Mia, vas a revivir momentos espantosos, aunque solo sea tu mente la que este presente y no sientas físicamente nada, muchas cosas pueden causarte un trauma, de nuevo. Así que si llegas a uno de esos momentos, esos que no quieres revivir, solo cierra los ojos y usa tu magia para adelantar unas páginas, es la única forma de que no vuelvas a pasar momentos espeluznantes. 

—Entiendo —sonreí.

¿Qué cosas tan malas me pudieron haber pasado? Era una reina después de todo ¿no?

Con  Erick nos tomamos de la mano y con la otra tocamos la cubierta del libro, este comenzó a brillar y en menos de un parpadeo me encontraba en tiempos de la antigüedad. 

Rodeada de campos y un enorme castillo de piedra frente a mí.

Erick no estaba a mi lado, me encontraba sola en la puerta del castillo esperando a alguien.

—Mi reina —me saludaron con una reverencia.

—Rinof —devolví el saludo. —¿Cuándo llegará mi madre?

Mi cuerpo actuaba por su propia cuenta, como dijo Leo, solo mi mente estaba presente. Me sentía una marioneta. 

—Ella esta a solo unas leguas de distancia.




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