Amor de Hada

Capítulo 29: Confianza

Luego de un largo camino llegamos a una especie de campo, allí no había nada, solo un remolque viejo y unas sillas a fuera. 

—Es aquí. 

—¿Aquí vive Jashlem? —recorrí con la mirada sorprendida. 

Desde adentro de casa rodante algo salió despedido. Luego la puerta se abrió mostrándonos a un Jashlem herido mas de la cuenta. 

Dirigimos la vista a lo que había salido volando y era sin dudas un ser mágico. 

—Sus seguidores ya están empezando a actuar. Saben que está cerca.

—¡Misha! —exclamó al verme. —¿Por qué están aquí?

—Ya es tiempo, tienes que venir con nosotros.  

—Estaré bien —le restó importancia. 

—¿Bien? —pregunté molesta —¿eso para ti es estar bien? —señale sus heridas.

—No te preocupes —sonrió —. No seré una carga para ti, aquí estaré bien. 

—Dije que te vienes con nosotros —Leo, estaba algo furioso. 

—No hace falta.

—No, si. Vienes con nosotros —ordené. 

No volvió a negarse, fue a buscar sus cosas y volvió al auto con una valija. En su rostro se veía la incomodidad y en el rostro de Luciano se veía molestia. 

Hay muchas cosas que no entiendo, pero averiguarlas también me causan... ese revoltijo en el estomago. No se cuando recuperaré mi memoria ni si de verdad voy a recuperarla. Me gustaría saber que está pasando y no sentirme todo el tiempo tan perdida, a veces me siento estúpida. 

¿Si un hombre tan poderoso viene no tendría que estar practicando mis habilidades mágicas? por que todos esperan a que les diga que hacer y cuando, yo no se que es lo que debemos hacer y tengo miedo. ¿Puedo tener miedo? Me gustaría ser una niña normal cuya única preocupación es si va a rendir bien los exámenes.

Este ciclo, es una mierda, ¿cuantas vidas recaen sobre mis hombros? ¿cuantas vidas están esperando que yo no pierda esta vez? es demasiado peso para alguien que no sabe ni con certeza quien es.

—¿Estas bien? —el sonido de la puerta del auto al cerrarse me sacó de mis pensamientos. 

—Si, estoy bien. 

Bajé del auto y me paré frente a esa gran mansión que se convirtió en mi hogar.

—Te quedaras en el cuarto de Misha.

—¿Erick me recuerda? 

—No, no te recuerda. No todavía

—Él se molestará. 

—Solo aguanta un tiempo, no creo que pase mucho mas hasta que sus memorias vuelvan. Estarás seguro aquí.

Jashlem me siguió hasta mi cuarto y ahí estaba él. 

—Radra —susurró. 

—Llegas a tocarle solo un pelo y te mato. 

—No lo asustes —me quejé. 

Él sonrió. 

—No entiendo que parte de esto te parece chistoso, pero te hablo muy en serio. 

—Lo se, solo estoy feliz de que eres exactamente como recuerdo. 

Erick, malhumorado, se cruzó de brazos y se apoyo en el marco de la puerta, esperando a que alguno de los dos saliera del cuarto. 

—¿Estarás de estatua ahí? —lo burlé.

—Si, estaré aquí toda la noche si es necesario pero no estas sola en esta habitación con él. 

—Si lo estaré, por que tu tienes que dormir y así estar listo para cualquier percance. 

—No le haré nada a Misha, jamás podría. No la veo de la misma forma que tú, por favor quédate tranquilo y confía en mí. 

 

 




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