Amor de Hada

Capítulo 31: Te recuerdo

Me desperté a la mitad de la madrugada transpirando, nerviosa y asustada.

Ya recordaba, podía recordarlos a todos. Incluso a Sebastian.

A mi hijo, a nuestro hijo Jashlem.

—Estas bien —mi sobresalto logró despertarlo.

—Hijo —susurré.

—¿Me recuerdas?

¿Cómo había podido olvidar a mi propio hijo? ¿cómo había podido olvidarme de todo lo que habíamos sufrido solo por el egoísmo humano?

—¡Mamá! ¿me recuerdas? —insistió.

—Si —mi voz se quebró y rompí en llanto.

—Mamá —él me abrazó —te tardaste mucho en recordar esta vez, creí que moriría sin poder abrazarte o tener alguna de tus caricias.

Jashlem me abrazaba y lloraba emocionado.

—Lo siento —lo abracé —lo siento tanto.

—Ya no importa, estoy tan feliz de que me recuerdes. Mamá ¿podría, solo por esta noche, dormir contigo?

—Claro hijo, como cuando eras pequeño —una sonrisa se escapó de mis labios.

Recuperar mi memoria cambió mis pensamientos de una forma tan abrupta, después de todo, antes de irme a dormir era una pequeña de 15 años y ahora aunque tenga el cuerpo de una pre adolescente mi espíritu tiene más de trescientos años.

Él se acomodó en mi pecho y lo acaricie hasta que ambos nos quedamos dormidos.

—¡Voy a matarte! —un grito de Radra me despertó.

—Cariño ¿qué haces? —Me incorporé al ver a Jashlem tirado en el suelo a punto de ser golpeado por su padre.

—¿Cariño? ¿Qué hago? ¿cómo que qué hago? ¡Los encontré juntos, en la misma cama!

—¿Misha? —Leo entró al cuarto expectante.

—Si, lo recuerdo hermano, recuerdo todo.

—Te tardaste tanto —la abrazó ansioso. —No puedes decirle nada —susurró en mi oído —él solo debe recordar a su hijo y a ti.

Se separó de mí y sonrió con tristeza.

Tenía razón, recuerdo que habíamos pasado por una situación así antes, en la que Leo no lograba recordarnos, a ninguno y al intentar decirle su mente se volvió loca, y terminó muerto por mano de Radra.

—Basta —tomé la mano de Erick quien intentaba golpear el bello rostro de mi niño.

—¿Tu...? ¿Acaso no te importa lastimarme?

—Jashlem, por favor ve con Luciano a desayunar.

Ambos se fueron y cerraron la puerta de mi cuarto para poder darnos privacidad.

—Nada que puedas decirme va a negar lo que vi.

—Cariño, no tienes de qué preocuparte, solo te amo a ti. En esta y en cada una de las vidas que tuvimos.

—¿Hablas en serio?

—Claro que sí, ya recuerdo todo y nunca podría estar más segura de lo que te digo.

—Misha, ¿cuándo podré recordar? Quiero recordarte ¡Recordarlos! y a nuestro hijo...

—Solo date tiempo Radra, no te fuerces y cuando menos lo esperes todos tus recuerdos vendrán a ti como un dulce sueño.

—Estoy asustado

—Lo se —lo abracé —Solo tienes que ser fuerte y confiar en mí, nunca y recuerda, nunca amaré a otro que no seas tu.

—Confío en ti más que en nadie —. me alejó. 

—Te amo, seas Erick o Radra. Te amo porque eres tu.

—Estas muy amorosa hoy —sonrió.

—Es por que al fín puedo ser yo.

Con ambas manos tomé su rostro y lo besé.




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