Amor de Hada

Capítulo 34: La Falsa muerte

Llegamos tarde a la escuela, nos hicieron esperar fuera del salón hasta que terminaran las primeras horas.

El día era hermoso, el sol radiante y esa suave brisa que te hace pensar que todo estará bien, que hoy va a ser un gran día.

A mitad del horario escolar me llamaron del despacho del director, al ir lo encontré a él, al maldito que había llegado para matarme.

Era un hombre de aspecto joven, cabellera castaña y ojos color miel, lo que asustaba era su aura. Con solo verlo te hacia estremecer del temor.

Comencé a correr, tenía que llegar al bosque y aparentar mi muerte tal como habíamos planeado.

En mi escape pasé por las aulas donde estudiaba Leo y por la mía propia, ya que allí estaba Erick, para que me vieran y entendieran la situación.

¡No vamos a morir hoy! —me repetía una y otra vez.

Di unas vueltas de más para darles tiempo a que se colocaran en su posición.

—Maldita, deja de correr —intentó agarrarme.

Más seguidores de él aparecieron cortándome el paso.

Con un poco de magia logré hacerlos a un lado.

—¡Misha! —Ercik corria desesperado intentando alcanzarnos.

Lo siento mucho —pensé, podía ver lo desesperado que estaba, lo asustado y todavía iba a ser peor.

Entré al bosque y luego de unos metros me caí al tropezar con unas ramas, sin prestarle mucha atención me levanté o lo que perdería sería la cabeza.

Puede visualizar el risco, y miré hacia atrás.

—Maldita Hada, ¡ten cuidado! —intentó atraparme, pero caí.

Me dejé caer viendo ese rostro horrible preocupado por sus míseros años de vida, preocupado por no poder tener mi cabeza esta vez.

Lo vi a Radra, llegando desesperado —¡Mia! —gritó como si su vida dependiera de ello.

Ambos retrocedieron para encontrar por donde bajar.

Leo y Jashlem me atajaron, mi cuerpo temblaba ¡Como no iba a temblar después de esa gran caída!

—Toma esto mamá, todo estará bien. Lo lograremos —me ayudó a tomar lo que simularía mi muerte.

Lo siento, Erick —una lágrima escapó mientras mi cuerpo dejaba de responder. 

Estaba consciente, mi cuerpo no respondía, pero podía oír lo que sucedía a mi alrededor. 

—No, no, no ¡No! —la voz de Radra cada vez se oía más fuerte.

—¡Es una maldita! —mi agresor también comenzó a escucharse. —¿Qué haré ahora? ¿Será tarde para cortarle la cabeza? Aunque el conjuro era con el hada viva puede que funcione.

—¡No la toques! —mi caballero gritó. —¡Ya está muerta! ¿Qué más quieres?

—Quiero la vida eterna muchacho, pero no lo entenderías. 

 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.