Amor de Hada

Capítulo 35: El fín

Narrador Omnisciente:

Misha se encontraba tendida en el suelo, con heridas falsas, realmente parecía estar muerta, aunque como sabemos no lo estaba.

Su fiel caballero, Radra, estaba desconsolado, y se culpaba a si mismo por no poder recordar y no haber sido capaz de ayudar, aunque estaba ayudando sin darse cuenta.

Jashlem y Leo, estaban ocultos, esperando el momento ideal para cortarle la cabeza a su enemigo en común. 

Aquel agresor empujó a Erick y se acercó peligrosamente a ella.

—¡Aléjate de ella! —lo golpeó.

—Puede que aún no sea tarde mocoso, tengo que intentarlo.

Sacó de su espalda una katana, lo suficientemente afilada como para rebanar cualquier cosa.

—No voy a dejarte.

Mientras ellos dos peleaban y se encontraban distraídos Jashlem y Leo llegaron por detrás y cortaron su cabeza.

La sangre salpicó sobre ellos.

Asustados tomaron a Mia en brazos y tomaron el cuerpo de aquella persona que los atormentó durante décadas.

—¿Qué haremos con él? —el dolorido caballero preguntó.

—Lo quemaremos, y nunca más volveremos a verlo.

—¿Estás seguro de que funcionará?

—Si, mientras su cabeza esté lejos de su cuerpo no tenemos por qué tener miedo de que vuelva. Es un simple humano después de todo.

—¡No es solo un simple humano! después de todo logro matarnos una y otra y otra vez ¡Durante años!

—Tienes razón Erick.

Misha se quejó aun en los brazos de él.

—¡Está viva! —la recostó sobre el suelo —Mia, mia por favor ¿cómo te sientes? ¡Di algo!

—Me duelen las rodillas, esas ramas ¿tenían que estar en medio del camino?

Radra la abrazó y comenzó a llorar.

—¿Sabes lo desesperado que estaba? ¡Creí que habías muerto!

—¿Él... está?

—¡Si! —Jashlem levantó la bolsa en donde se encontraba su cabeza. —¡No te preocupes!

Los cuatro al volver a su casa saludaron a su padre y le mostraron el cuerpo de esa persona que los mantuvo en un horrible bucle de vida.

Cuando el sol comenzó a bajar se dirigieron al jardín trasero para quemarlo de una vez por todas.

—Nunca más —Leo suspiró aliviado.

—Lo logramos hermano —sonrió Misha.

Mientras la carne se quemaba Erick, poco a poco, iba recuperando sus recuerdos.

Se sentía abrumado, como si todo lo que hubiera vivido en esta vida hubiese sido una mentira.

No había reconocido a su hijo, incluso ¡lo golpeó! cómo iban a perdonarlo.

—Yo.. lo siento mucho. —le susurró a Mia.

—¿Qué sucede?

—Golpee a nuestro hijo, soy un idiota. El seguro estaba asustado y necesitaba de sus padres y yo solo por celos estúpidos lo golpee.

—¡Lo recuerdas! —lo abrazó con fuerza. ¡Jashlem! ¡Ya recuerda!

Luego de ese hermoso momento de reunión familiar las últimas llamas junto a las cenizas de ese cruel humano se tornaron verdes, y con un olor demasiado fuerte. Por más que ese cuerpo parecía vivo en realidad sus entrañas estaban podridas ya que aquel método que utilizaba no era el correcto para llegar a la vida eterna y Misha lo sabía.

—¿Y ahora? ¿qué haremos? —Jashlem preguntó.

—¡Vivir, vivir de una vez por todas! —su madre lo besó en la frente. 

Fin.

 




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