Amor de Hermanos

Capítulo 1 Amistad en Problemas

Capítulo 1: Amistad en problemas.

—¡Levántate, noña! —gritó el inepto de mi hermano desde la cocina.

Mi hermano, y yo, teníamos dieciséis años; nuestra madre estaba de viaje en ese entonces y nosotros vivíamos juntos, el tema problemático era que ya no teníamos esa relación de hermanos que teníamos cuando éramos niños. Hacía ya un año... qué todo era diferente.

Bajé y me senté en la mesa, Chad por obligación me hizo unos panqueques con chocolate y un jugo de fresa. Lo miré con el ceño fruncido.

—No pienso comer nada hecho por ti, ¿sabes? No quiero morir tan joven —me levanté y agarré una manzana del frutero para luego ir al garaje. Él me siguió con la mirada hasta que salí de la cocina.

Agarré mi motocicleta y salí rumbo al instituto, mi hermano era un imbécil. Un gran imbécil, qué si creía que dejaría que me envenenara, traerme al instituto es algo que no iba a hacer jamás en su maldita vida. Ya que arruinaría su reputación, el maldito desgraciado presumido.

Miré mi brazo, y visualicé el brazalete que me regaló él, mi hermano, cuando cumplimos seis años. Me pregunté por dentro si él conservaba el suyo. Tuve que quitarme un poco esas ideas de mi cabeza. Llegué bastante rápido, y no lo note hasta que me di cuenta que Maggie y Nell —mis mejores amigas—, me esperaban en la entrada. Si las chicas y yo seguíamos siendo amigas, es raro, con ellas jamás se ha acabado esa «amistad». Y a mí me sigue extraño de varias formas. Pero ya da igual contar eso.

Es cómo si volver al pasado fuera tocar el fuego con los dedos.

—Hola chicas —murmuró hacía mis amigas—, vayamos a esconder mi moto en el aparcamiento —agregué. Y salimos a esconder mi moto,  luego fuimos a ver los horarios qué nos tocaban. Sin dudarlo, sentir de nuevo aquellos recuerdos me ponían los pelos de punta. Y nostalgia sentimental.

Nuevamente perdida en séptimos sentidos.

Tras mirar mis horarios, me di cuenta que sólo compartía teatro con Maggie y Nell, después Literatura sólo con Maggie, y las demás con Nell.

Y por la mala suerte, del karma de los karmas, las demás las compartía con mi hermano y sus amigos imbéciles. Un día muy largo, por lo visto. Entré a clases resignada, más que resignada a no seguirle el juego y no darle el gusto. Tanto como a él y sus estúpidos amigos inmaduros. Me senté con Maggie, a los minutos de compartir una conversación interesante, entró la profesora de Literatura.

Siempre con el rostro en alto, como si fuera la Reina Isabel.

—Alumnos —farfulló—, hemos arreglado con los profesores de Literatura, y habrá nuevos lugares para todos. Cada profesor decide con quién sientan a cada uno. Cero protestas y quejas, dónde quedan se quedan.

Yo estaba nerviosa, no sabía como actuar, ya que lo peor que me podía pasar, era que me sentaran con un popular. Lo que menos quería era una vida cliché, yo quería una vida normal. No de esas novelas juveniles, una normal. Normalita.

La profesa comenzó a apuntar a cada uno.

—Donovan, siéntese con Dawson. Usted, señorita González, siéntese con Jackson —mi amiga se levantó y se fue a sentar con Jackson, que es un amigo de mi hermano. En cambio, Donovan se sentó a mi lado, que da la casualidad es amigo de mi hermano.

Tenía ganas de golpearme la cabeza contra la mesa. No lo podía creer.

Ni un poquito.

La clase pasó de desapercibida, pero lenta. Habían temas aburridos, relacionados a la raíz cuadrada de la nada. La profesora nos dio un sermón, de que si nos cambiábamos de lugar, habría un castigo. Donovan no me dirigió la palabra ni un segundo, ni se giró para mirarme.

Típico de ellos.

En cuanto sonó el timbre, Donovan se levantó y arrastró su pobre alma por todo el aula. Mientras que yo, observaba a esa jirafa arrastrar los pies por el pasillo, ignorando a todo aquel que fuera inferior a él. Pero sin dudarlo, dándose palmaditas en los hombros con mi hermano.

Apenas era el comienzo, el comienzo de todo.

****

Cuando era la hora del almuerzo, busqué a las chicas para sentarme con ellas. A lo lejos, en otra mesa, estaba Donovan y mi hermano. Los ignoré, como había hecho por un año. Pero, me detuvo oír lo que menos quería oír: Donovan quejándose de haberlo sentado conmigo.

Me hice la tonta, y pasé lentamente por un costado de su mesa.

—¿Qué te pasa, Luki Tuki? —dijo Aby, la hermana de Donovan.

Él la miró como diciendo: «Ya deja de decirme de esa forma, pendeja».

—Nada, me sentaron en Literatura con una maldita nerd come libros. Es tan asquerosa, que me produce asco asegurado —dijo enfadado, golpeando la mesa como si se creyera la máximo.

De repente, una voz me detuvo a mí como a mí corazón.

—Más respeto con ella, hermano.

Era la voz de Chad. Mi hermano. Ese mismo Chad.



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En el texto hay: hermanos, amor, odio

Editado: 16.04.2019

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