Capítulo V
-Buenos días, ¿está el señor Ruiz Díaz?
-Yo soy el señor Ruiz Díaz.
-Me refiero al sastre.
-Yo soy el sastre.
-Claro, el hijo de Ruiz Díaz. Quisiera hablar con su papá.
-Me parece difícil, hace diez años fue al cielo.
-¡Caramba! Mis pésames, aunque diez años tarde.
-Gracias... ¿en qué le puedo servir?
-Supongo que heredó la mano de Ruiz Díaz.
-Heredé su oficio. ¿Necesita un traje?
-Ésa es la idea. Un traje adecuado.
-¿Adecuado a su edad, dice?
-Bueno, ahí está el problema. Un traje adecuado a mi edad pero que no me haga aparecer tan viejo. O tan solemne.
-¿Y en qué piensa?
-Desde luego, algo obscurito, pero no tanto.
-Digamos, un azul claro.
-Me parece bien. Este... con un toquecito juvenil, digamos.
-¡Tajitos a los costados!
-¡Eso! y sin chaleco.
-Entonces, nada de saco cruzado. Recto y con dos botones. Quedará bien, señor.
-¿Saco recto? Sí, pero no muy ajustado, por la pancita.
-Entonces le haré los pantalones con pinzas, un poquito anchos.
-¡No! No me gustan esos pantalones modernos que parecen dos fundas de almohadas.
-Entonces un poquito estrechos.
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El señor Ruiz Díaz hijo procede a tomar las medidas a don Miguel. Termina de tomarlas y anotarlas, y ofrece un muestrario de telas. El acuerdo es rápido sobre un casimir azul liviano.
-¿Cuánto tiempo le llevará?
-Digamos ocho días, y ya que estamos, señor...
-Llámeme Miguel, como su padre lo hacía. ¿Me decía?
-¿No piensa en un traje deportivo?
-¿Por qué lo dice?
-Por la intención que muestra de ser más... o menos anciano.
-¿Y qué hay con el traje deportivo?
-¡Siempre da un aire de juventud!
-¡No pretendo tener aire de juventud, jovencito!
-Está bien, sólo era una sugerencia. Si viniera dentro de dos días para una prueba, don Miguel...
-Bien, dentro de dos días a esta misma hora.
-Sí, señor.
-Hasta entonces.
Don Miguel empieza a marcharse. En el portal se detiene. Se vuelve a Ruiz Díaz, hijo, y le dice:
-Podría ser un traje deportivo que no parezca juvenil pero que me haga menos viejo.
-Buena idea, don Miguel.
-¿Qué me sugiere?
-Como el invierno está cerca, podría ser un traje ambo. Franela, saco azul con botones dorados y pantalón gris.
-Botones dorados no. Solamente botones. Me parece bien. Elija usted la tela.
-Con el mayor gusto. Pero... ¿me permite?
-¿Sí?
-Debe comprarse zapatos.
-¿Y qué tienen de malo mis zapatos?
-Que ningún traje deportivo va bien con zapatos de punta ancha y cordones. Va mejor con unos mocasines.
-¡Mocasines! ¡No me diga que combinados marrón y blanco! ¡Le voy a parecer a Fred Astaire!
-No, mocasines negros, simplemente.
-Lo pensaré.
Se marcha malhumorado murmurando ¡mocasines, vaya!, mientras Ruiz Díaz hijo empieza a elegir las combinaciones para el traje ambo.
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