32.

Al otro día.

📍 El Dorado Sinaloa, México.

Antonela: me encontraba despierta desde muy temprano, ya que han venido a arreglar el rancho de mis abuelos, donde nos casaríamos, Así que estuvimos casi toda la mañana ahí supervisando que hicieran bien su trabajo.
decidimos casarnos en el rancho de mis abuelos, debido a lo que representa para Jesús y para mí, además de ser el lugar en donde vivían mis abuelos, fue nuestro lugar de juego cuando éramos niños, también sería una manera de tener presente a mi abuelo con nosotros, pero también sería un lugar perfecto para los amigos y conocidos de Jesús, ya que es mucho más tranquilo que en la ciudad. después de almorzar, vinieron las chicas que se encargarían de ayudarnos a arreglarnos a todas las mujeres.

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Piyi: ¿todo bien?

Perris: sí, solo estaba hablando con Romi, para ver cómo está todo allá.

Piyi: ¿Y qué te dijo?

Perris: está todo bien, el rancho Ya está listo, los hombres que se encargarán de la seguridad de él, ya están rodeando todo el rancho y están en camino los que cuidarán por todo El Dorado, tanto en las entradas y salidas, como por dentro.

Piyi: okay.

Nini: ¿¡Qué tanto te molesta ese saco!? déjalo en paz.

Piyi: es que estoy nervioso.

Nini: pero déjalo en paz, te vas a manchar todo de tanto que lo tocas.

Piyi: Pues sí, pero estoy nervioso, además que no sé cómo acomodarlo.

Nini: aver, yo te lo acomodo y te lo dejas ahí.

Piyi: está bien.

Perris: ¿quieres un cigarro para bajar los nervios un poco?

Nini: fúmate uno, pero solo uno, porque si no después vas a apestar a cigarro.

Perris: sí.

Piyi: ¿Y si Anto se arrepiente? soltó de repente.

Nini: ¿Qué?

Piyi: Pues sí, se puede arrepentir y no llegar a la boda.

Perris: aver, Cálmate, aquí tienes el cigarro... en primera, no la creo capaz de hacer eso y en segunda, la boda será en el rancho de su familia, así que es imposible.

Nini: Sí wey, ya cálmate, fúmate ese cigarro y te terminamos de arreglar, que ya casi es la hora.

Perris: Pues tú te quedas con él, yo voy a ver cómo anda todo el asunto por allá Y de paso traigo a Doña Estela y Romina, para irnos para allá.

Nini: Sale pues, yo termino Aquí, voy por Gaby y nos vamos para el rancho.

Perris: Sale pues, nos vemos allá entonces Y tú tranquilo, que todo va a salir bien.

Piyi: gracias.

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Sebastián: estás hermosa Anto, toda una reina.

Antonela: Gracias tío.

Sebastián: ¿Qué tienes? ¿Por qué estás tan pensativa?

Gaby: nosotras los dejamos, nuestros esposos están por llegar por nosotras.

Sebastián: okay.

Romina: nos vemos allá.

Antonela: adiós.

Sebastián: ahora sí, sabes que puedes confiar en mí, si tú me dices que no estás segura o que estás dudando, por más mínima que sea la duda, no saldremos de aquí, no importa el qué dirán.
sé que la familia le importa mucho eso, pero lo más importante aquí es lo que tú quieras, después vemos cómo se arreglarán las cosas, por eso mi deber es preguntarte ¿estás totalmente segura de lo que vas a hacer?

Antonela: no sé... dijo al borde de las lágrimas.

Sebastián: Está bien, entonces no saldremos de aquí hasta que estés completamente segura de si quieres o no salir, yo no soy nadie para decirte si lo tienes que hacer o no, eso lo decides tú, pero te vuelvo a repetir, no importa lo que los demás quieran, lo que importa es lo que tú quieras hacer, yo siento que tú no estás muy feliz con todo esto ¿no es así?

Antonela: no.

Sebastián: con tu tía Beatriz nos dimos cuenta, porque cuando Jesús te pidió que te casaras con él, Tú no te veías muy feliz y en todo este tiempo con la organización, tampoco te vimos muy entusiasmada, por eso te lo pregunto,

Antonela: Pues todo pasó muy rápido, cuando pensé que no lo volvería a ver, Jesús apareció de la nada y cuando menos lo pensé, me vi enfrente de toda la familia y amigos con una propuesta de matrimonio que pensé que había quedado en un pasado, a la que no pude rechazar, al verme en una encrucijada en ese momento.

Sebastián: por eso, Entonces no lo amas.

Antonela: lo quiero mucho sí, pero...

- señorita, Perdón que los interrumpa, pero ya tendríamos que ir saliendo.

Sebastián: pues váyanse ustedes, porque nosotros no vamos a salir a ningún lado.

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