Amor de lejos

Retrato #8 (Cerveza)

Era uno de esos días en los que apenas se empieza a sentir el calor y poco a poco el frio de invierno se iba retirando completamente. Así como hay cambio de estación también ha habido cambio entre nosotros; todo se siente más en confianza y más cálido.

Volvimos otra vez a su calle favorita (que se está ganando el título para mi también), pero esta vez decidimos ir a un bar. Para mi era algo completamente nuevo, nada más había ido una vez anteriormente con un grupo de amigos. Algo tranquilo y sin mucho alcohol. Ahora estaba dispuesta a tomar un poco más para acompañarlo.

El bar estaba dentro de una casa antigua, por ello el interior se veía acogedor y tranquilo. Tenía su barra y detrás un montón de botellas diferentes (cosas que solo había visto en películas). Adentro no había mucha clientela, pero eso lo hacía un buen lugar para hablar sin mucho ruido. La música de fondo tocaba rock clásico, lo que creaba algún tipo de familiaridad con el lugar.

Inmediatamente después de sentarnos, vino una mesera joven que nos preguntó si habíamos venido antes aquí. Yo respondí negativamente y nos comenzó a explicar de manera general los tipos de bebidas que se manejaban ahí. Lo único que entendí fue lo que pedí. Él se veía completamente relajado ya sabiendo de lo que le estaban hablando, decidido a pedir la bebida de su elección. Desafortunadamente no había lo que encargué y en vez de eso me trajeron una bebida con el más alto porcentaje de alcohol que había tomado hasta el momento; quería probar algo nuevo y esperaba no hacer las caras que hago cuando tomo algo amargo y tomármela toda. Mientras tanto él pidió una bebida cuya etiqueta era la etiqueta más rara pero simpática que había visto.

No paso ni media hora y sentía algo raro en mi mirada. No lograba enfocar bien y sentía que algo estaba dando vueltas. Incluso giraba la cabeza un poco y sentía que me iba a caer. “¿Así se siente estar medio borracho?” pensé. La sensación era rara pero agradable. Sentía que estaba flotando puesto que una ola de tranquilidad me invadió y sentía que en algún momento iba a caer dormida sobre la mesa. Él se veía apacible como siempre, sin embargo, sentía que tenía que entrecerrar los ojos para poder verlo bien. Me sentía lejos pero cerca a la vez.

No sé si fueron las luces del lugar o mi visión, pero sus ojos se veían realmente hermosos y claros, como si pudiera verle el alma al menos por un momento. Sus pestañas largas y finas solo enmarcaban más su mirada. Me hizo viajar en el tiempo varios meses atrás cuando descubrí su mirada viéndome en el comedor; eran muy similares con la diferencia de que esta vez no escondió su mirar.

No pude decirle nada en ese momento puesto que me quedé sin palabras.




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