Amor de lejos

Retrato #13

Ese día volvimos al bar, a su bar favorito ubicado sobre su calle favorita. Teníamos ganas de tomar algo y ese era el lugar ideal.

A esa hora no había tanta gente, salvo por un grupo de tres personas que estaban hablando al parecer sobre algo importante y los muchachos que se encargan de atender a los clientes.

Estábamos sentados ahora a un lado de la barra, uno al lado del otro. Después de un par de semanas sin vernos, lo que quiero es estar lo más cercano posible a él; a pesar de que con eso no podría compensar el tiempo sin vernos, sin duda tenía que aprovechar el tiempo que estuviera aquí en la ciudad.

Cada uno pidió bebidas diferentes, él más amargo y yo más dulce. Fue placentero estar con él como la primera vez que vinimos. Ahora jugamos a adivinar las canciones que sonaban como fondo, todas de rock clásico; y aunque no conocía la gran mayoría, fue divertido y satisfactorio verlo tan feliz. Extrañaba esa sonrisa que no había visto en mucho tiempo. Como la sonrisa encantadora que vi aquella vez en el comedor, la sonrisa que me hizo empezar a verlo de otra forma que marcó un antes y un después. La sonrisa que creo que siempre permanecerá grabada en mi memoria y la que me inspiró a escribirle por primera vez. ¿Qué tan especial debe de ser para provocar eso en mí? Aunque me haga la misma pregunta numerosas veces, creo que nunca encontraré la razón.

Conforme la noche iba avanzando, también iban avanzando las bebidas que habíamos tomado. Estaba viendo de nuevo el menú para ver cuál sería la última cerveza que iba a tomar, puesto que sentía que no iba a poder tomar más. De reojo, lo vi a él que se inclinó hacia mi lado; parecía que estaba alcanzando algo que se le cayó al piso. No le di importancia hasta que pasó eso. Me dio un beso en la mejilla tan inesperadamente que me dejó inmóvil por un momento. Pude sentir el contacto de sus labios con mi piel como si el tiempo se hubiera detenido por un segundo. Se sintió como si hubiera sido la primera vez que recibo un beso así; tan tierno y delicado; pero fugaz al mismo tiempo. Como cuando volteas al cielo oscuro y no esperas ver una estrella fugaz pasando. Solo te quedas asombrado y esbozando una sonrisa por haber presenciado el momento.




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