Amor de Madre.
Rosita, era una colegiala, como todos nosotros hoy en día, en su época ella estaba llena de sueños, ilusiones y metas, elementos que una palabra cambio, si una pequeñísima palabra que un hombre mal explotó, esa misma palabra por la que si grandes han sucumbido, no sería raro que ella también lo hubiera hecho, pues; es “el amor”, esa dicción cambió todo en su vida. Conocerse con Guillermo fue su desdicha, en su momento un gran amor; pero con el tiempo solo heridas y es que eso es lo que ha provocado que grande amores fracasen, la impaciencia, las ilusiones y las ganas de estar juntos a la carrera. Un día empezó a ir a la escuela, y mejor dejemos que sea ella quien nos cuente su historia.
— Mi nombre es; Rosita Morena Arriaza, nací en El salvador, departamento de la Unión, municipio El Sauce, en el cantón San Juan Gualares, fui la mayor de cinco hermanos, nací y crecí con ellos, viví una vida donde para ir a mi escuela, debía caminar el tanto de una hora y media de ida y venida. Un día inicié mis estudios en las instalaciones de la escuela la barrundia, en mi época la barrundia, no era más que un par de techos bajo un árbol; pero era tanto el amor por aprender que no dudé en asistir a mis clases, mi padre era un borracho, dedicado a la agricultura de forma humilde, mi madre una mujer sumisa; pero muy fría conmigo, parecía no quererme, no me daba el amor que yo esperaba de una madre, me trataba con diferencia ante mis otros hermanos. Un buen día, los años habían pasado, no habría sentido cómo y cuándo había logrado ya llegar a lo que era el segundo ciclo de los estudios, al grado sexto, al inicio de las clases, vino de un cantón, llamado; Canaire, un joven, era muy galán, ojos café, piel blanca, cabello liso, parecía un príncipe a lo pobre; pero príncipe en sí, porque era pobre como yo; pero era mi príncipe, desde que lo vi, mis ojos se pegaron a él, de pies a cabeza, en ese entonces yo tenía solo 15 años. Con el pasar de los días nos hicimos amigos, yo le gusté, un día el me lo dijo, y yo le dije, que era mi sueño dorado, que estaba loca de amor por él, dicho y hecho, nos hicimos novios y ante el desamor que en mi casa había, me sentí dichosa, amada y protegida por mi novio, que no tardamos cinco meses en huir de la escuela, mi mamá pegaba gritos de furor, porque me fui con un novio de escuela, cuando ella decía que me hacía mis propios cuadernos de papel de empaque, para que fuese a estudiar, no a buscar novio; pero lo que ella ignoraba era que yo ya no podía sostener mis estudios, ella no quería comprarme los libros, para entrar al grado 7, todo era mas caro, bueno, al pasar de quince días con mi esposo, sus padres fueron a mi casa, hablaron con mi mamá y mi papá, arreglaron un matrimonio, nos casamos por la iglesia, fue un momento muy lindo, todo era de queso, de colores y sabores para mi, estaba en la gloria con mi esposo, cuando cumplí mis 16 años, fui madre por primera vez, nació mi primogénito, el varón que mi esposo deseaba tener, todo continuó siendo felicidad, trabajando duro como amada de casa, mi esposo en el campo como un agricultor y a mis dos años después nació mi segundo hijo, un varón, otros dos años después nació mi hija, ya teníamos tres hijos, la pobreza se triplicó, mi esposo se sentía solo, destruido, exhausto, no alcanzaba para mantener cuatro bocas, así que a sus 20 años optó por viajar a los Estados Unidos, me dejó sola con mis tres hijos, ahí empezó mi calvario, mis cuñadas me hacían la vida imposible, me ponían hacer casi su cenicienta, la única que me quería era mi suegra, y una noche inesperada mi vida marcó el destino, cuando un ser sin alma me violó, aun recuerdo ese horrendo episodio a pesar de que ya transcurrieron 24 años de ese momento.
Recuerdo que era una noche, que en casa todo era caliente, hacía calor extremadamente insoportable, estaba yo entonces acostada con mi niña, en una hamaca del corredor de mi casa, cuando de pronto sentí el frío en mi cuerpo, un arma apuntaba en mis oídos y una voz maldita me decía: «Por fin sola, te he deseado tanto». No puedo decir quién era ese animal, porque no vale la pena revelar su identidad, solo lo sabremos Dios y yo, lo que si nunca olvido es todo cuanto me dijo, me dijo que me entregará por las buenas, entonces yo le dije que no, lo hizo por las malas, cuando me violó, me dijo que mis hijos pagarían las consecuencias del acto, si en dado caso yo hablaba, por amor a mis hijos soporté 2 malditos largos años de violaciones, callando en silencio el dolor, y viendo el fruto de esos momentos asquerantes, por dos años seguido fui suya contra mi voluntad y tuve dos hijos fruto de ese asco, dos hijos sin desear, dos hijos que nacieron y amo, a pesar de que fueron procreados de esa manera, con un arma apuntando a mis sentidos, con un miedo invadiendo mi cuerpo, con una boca silenciando el dolor y el secreto de verlo porque era parte de mi familia, parte la familia que formé con mi esposo y que decir de él, nunca supe mas de él, pasaron quince años, en los que yo esperé saber de Guillermo, nunca volvió, ni una carta, ni un solo peso, críe a mis hijos olvidándome de ser mujer para pasar a ser madre, me dediqué a lavar y planchar ajeno, a moler tortillas para vender, a cocinar para venderle almuerzos y cena a los trabajadores de las calles, mis hijos se criaron a lo mas pobre, a lo mas decadente; pero nunca les faltó amor y los amé a todos por igual, sin importarme que escondiera en secreto un dolor y una verdad que a ellos dos los afectaría, como a sus otros tres hermanos.
Después de 15 años, mi esposo volvió; pero volvió en un ataúd, ya mi vida entera se había ido, aun lo amaba; pero supe que el tenía otra mujer, tuvo otra hija fuera del matrimonio, se olvidó de los que tenía en El Salvador. Su cuerpo en un ataúd, fue lo único que nos quedó de él, se nos fue, dejó a sus hijos solos, nunca estuvo para ellos, a mi me costó, fui padre y madre; pero Dios esa carga me puso porque sabía que era capaz de llevarla a cuestas, conocía la fortaleza en mi, Dios creyó en mí y yo, creí en Él.