Abro la Puerta del auto y dejo que la chica salga, sin dejar que alcance a ver mi rostro.
—Dile a tu madre que le agradezco su ayuda, y tome esto en agradecimiento—lanzo un sobre lleno de billetes a las manos de la chica, quién logra tomarlos débilmente.
Arranco el auto a toda velocidad y emprendo mi camino rumbo a no sé ni donde. Solo conduzco hasta que sin querer, termino en el mismo lugar.
Bajo del auto y camino a través de unos caminos hasta que llego al lugar de siempre. Nunca cambia, dudo que lo haga por un largo tiempo.
—Cada vez estoy mas cerca. Zerox Baltine pagará por todo lo que nos hizo—acaricio la lápida como si de un rostro se tratase—Darian también está cerca de mi ahora, y ya casi podremos quedarnos juntos.
Levanto mi vista observando una foto de la chica en la lápida. Nuestro parecido era impresionante.
En la imagen se alcanza a ver un extraño brillo en sus ojos, y no un brillo exactamente de felicidad. Dudo que ella en ese momento estuviera feliz, ¿Quién lo estaría si supiera que se iba a casar con el maldito de Zerox Baltine?
Su cabello largo y negro se mezcla con el vestido del mismo color. Sus ojos son unas esmeraldas grandes y hermosas, capaces de seducir a cualquiera. Pero vaya que lo que mas destacaba en aquella foto, y en ella, son sus labios, carnosos y pintados de un fuerte rojo que siempre la hacia lucir imponente e indestructible ante todos.
Lástima que no fue así. Hasta el guerrero más fuerte puede caer.
—Nuestro merecido descanso esta cerca.
Editado: 28.05.2019