Amor de otro mundo

Vínculo

Drystan

Mientras Drystan se sumergía en la estrategia para descifrar los planes de los Resmor en el centro de control, su mente no podía evitar divagar hacia la mujer que yacía aún inconsciente. Días habían pasado desde su rescate, y la persistente inconsciencia de Amelia comenzaba a inquietar al capitán del escuadrón de guerra de Ethea.

Con su grupo élite de guerreros, compuesto por Arkyrian, Tyr y Xaun, Drystan trataba de mantener el enfoque en la misión que tenían entre manos.

"¿Capitán, alguna idea de quién es esta mujer y por qué los Resmor la tenían bajo su custodia?" preguntó Arkyrian, uno de los guerreros, con ceño fruncido.

Drystan suspiró, apartando la mirada de la pantalla de datos. "No lo sé, Arkyrian. Pero algo en ella despierta un eco en mi ser. Como si su presencia estuviera conectada a algo más grande de lo que podemos entender."

Mientras discutían posibles estrategias, Tyr intervino: "He revisado los informes de la tarjeta de identificación. Amelia Darlington, terrícola. No parece ser alguien de importancia en su mundo."

Xaun, el guerrero tecnológico, añadió: "Podría ser que los Resmor la hayan tomado como rehén por alguna razón desconocida para debilitar la moral de nuestros guerreros."

"No subestimen a los terrícolas, guerreros. A veces, la fuerza de un individuo radica en lo que no está escrito en sus expedientes" comentó Drystan, sus ojos eléctricos destellando con determinación.

A pesar de la urgencia de la situación, su mente no dejaba de vagar hacia la sala de recuperación donde Amelia descansaba. La conexión entre ellos parecía más fuerte con cada instante que pasaba.

"Capitán, necesitamos un plan de acción. Los Resmor no esperarán mucho antes de actuar" advirtió Arkyrian.

"Tienes razón. Preparen a los guerreros. Vamos a realizar una incursión en uno de los puestos avanzados de los Resmor. Tal vez allí podamos encontrar respuestas" ordenó Drystan, con la mirada perdida en el horizonte estelar.

Mientras tanto, en la sala de recuperación, la inconsciente Amelia comenzaba a experimentar sueños inquietantes que parecían susurrar secretos cósmicos. Las respuestas aguardaban, ocultas entre estrellas distantes y decisiones que aún no se habían tomado.

 

Amelia

El tormentoso abrazo de la oscuridad cedió de repente, y Amelia se encontró despertando en un estallido de luz. Respiró con dificultad, sudorosa y con el corazón aún latiendo desbocado. Un alivio fugaz la invadió al darse cuenta de que estaba de vuelta en un lugar que, aunque desconocido, parecía más seguro que la pesadilla que acababa de experimentar.

Las paredes blancas de la sala de recuperación de la nave vibraban con una suave luminiscencia, y los pitidos de los monitores llenaban el aire. Amelia se incorporó lentamente, su mente todavía atrapada entre la frontera del sueño y la realidad distorsionada. La sensación de los tentáculos aferrándose a ella aún resonaba en su memoria, pero el entorno actual indicaba que estaba a salvo.

Fue entonces cuando se percató de la figura junto a ella. El guerrero, de cuerpo musculoso adornado con intrincados tatuajes serpenteados por cada parte visible de su piel, estaba de pie con una presencia imponente. Su cabello corto, de un gris plateado como la luz de una luna lejana, enmarcaba un rostro fuerte y esculpido. La piel morena resaltaba los tatuajes que narraban historias de batallas cósmicas.

Las orejas del guerrero, parecidas a las de los elfos, añadían un toque distintivo a su apariencia. Pero lo que más destacaba eran sus ojos azules eléctricos, brillando con una intensidad que trascendía lo terrenal. Amelia se estremeció ligeramente, no solo por el recuerdo del sueño, sino también por la conexión palpable que sentía con aquel guerrero alienígena.

"Te encuentras a salvó." dijo el guerrero con voz profunda, resonando en la habitación como un eco del espacio estelar.

Amelia asintió, intentando recuperar la compostura. Aunque su mente racional le decía que todo lo vivido era solo un sueño, la mirada penetrante del guerrero parecía trascender las barreras de la realidad. Algo en ella se removió, una chispa de conexión que no podía ignorar.

"Gracias por rescatarme," murmuró Amelia, desviando la mirada para ocultar la turbulencia de sus pensamientos.

El guerrero asintió con solemnidad, sus ojos reflejando una comprensión silenciosa. La conexión entre ambos era evidente, pero Amelia no estaba lista para explorarla. En ese momento, la prioridad era entender su situación en este mundo alienígena y encontrar una forma de regresar a la Tierra.

El silencio llenó la sala de recuperación mientras Amelia procesaba la extraña realidad que la rodeaba. Se esforzó por apartar las imágenes del sueño de su mente y concentrarse en la figura del guerrero, aquel que había irrumpido en su pesadilla para convertirse en su salvador.

"¿Dónde estoy exactamente? ¿Qué pasó?" preguntó Amelia, buscando respuestas en los ojos del guerrero.

El guerrero alienígena explicó en detalle cómo habían intervenido para liberarla de los traficantes de esclavos y la habían traído a la nave de la Guardia Galáctica. Mientras escuchaba la historia, Amelia notó que, a pesar de su apariencia fiera, el guerrero hablaba con un tono sereno que contrastaba con la intensidad de su mirada.

"Nuestra misión es proteger a los indefensos en la galaxia. Tu rescate fue una consecuencia de esa misión," declaró el guerrero, su voz resonando con un matiz de honor y deber.

Amelia asintió, agradecida por su intervención, pero una pregunta persistía en su mente.

"¿Por qué yo? ¿Por qué me rescataron?" inquirió, sintiendo que había algo más en juego.

El guerrero vaciló por un momento antes de responder, como si estuviera evaluando la cantidad de información que debería compartir.

"En cada rincón del universo hay fuerzas oscuras que buscan explotar a seres inocentes. Tu presencia aquí, está vinculada a un destino mayor de lo que puedes comprender en este momento."




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