Amor de Supervivencia

Capítulo 2: El Amor golpea fuerte.

Ainhoa y Luke caminaban por las calles iluminadas, el aire fresco de la noche envolviéndolos. Las luces de los bares parpadeaban, creando un ambiente acogedor.

Al llegar al restaurante, Ainhoa sintió una mezcla de emoción y nervios. La entrada era elegante, con grandes ventanales que dejaban ver un interior cálido.

—Buenas noches, ¿tienen reserva? —preguntó el anfitrión con una sonrisa.

—Sí, a nombre de Luke Evans —respondió él.

El anfitrión asintió y los condujo a una mesa en un rincón íntimo. Las velas parpadeaban sobre la mesa, haciendo que Ainhoa sintiera mariposas en el estómago.

—¿Lista para algo nuevo? —preguntó Luke mientras miraban el menú.

—Definitivamente. ¡Tengo curiosidad!

Mientras revisaban las opciones, Ainhoa no podía evitar robarle miradas. La forma en que sonreía la hacía sentir especial.

Decidieron pedir platillos para compartir. Ainhoa sintió que cada palabra los acercaba más.

—¿Qué te gusta hacer en tu tiempo libre? —inquirió él.

—Me encanta pintar y perderme entre libros en mi pequeña biblioteca.

—Seguro eres increíble. La creatividad es hermosa —dijo Luke, sonriendo.

Las risas fluyen naturalmente. A medida que disfrutaban de su comida, Ainhoa se dio cuenta de que estaba disfrutando más de lo que había esperado.

Mientras saboreaba un plato de pasta, miró a Luke contar una anécdota divertida sobre su infancia. Sus ojos brillaban y su risa era contagiosa. En ese instante, Ainhoa pensó que tal vez Luke no era tan malo después de todo.

A veces, las primeras impresiones pueden ser engañosas. Ainhoa había dudado de Luke; su actitud despreocupada y su confianza parecían superficiales. Pero ahora, al escuchar sus historias, comenzaba a vislumbrar la profundidad que ocultaba.

(Para sí misma): "Es agradable tener a alguien con quien hablar así... Es divertido y auténtico."

La conexión la envolvía como una suave manta. Luke la escuchaba con atención, y eso la hacía sentir valorada.

Mientras compartían un tiramisú, Ainhoa sintió una chispa entre ellos. Cada risa y mirada cómplice parecía construir un puente hacia una nueva amistad — o algo más.

—¿Qué te parece si hacemos esto más seguido? —preguntó Luke, su voz llena de esperanza.

El corazón de Ainhoa dio un pequeño salto. —Me encantaría.

Sonrió sinceramente, sintiendo que esa cena era solo el comienzo.

Al salir del restaurante, la brisa fresca de la noche los rodeó. Las luces de la ciudad brillaban como estrellas en el suelo.

—No puedo creer cuánto tiempo ha pasado. Ha sido una de las mejores noches que he tenido —dijo Luke, su voz llena de asombro.

Ainhoa asintió, su sonrisa iluminando su rostro. —Estoy completamente de acuerdo. Gracias por invitarme. Me divertí muchísimo.

Frente al edificio la atmósfera estaba cargada de energía. Luke se volvió hacia ella, sus ojos reflejando emoción y nerviosismo.

—Me gustaría hacer esto otra vez. ¿Te parece si quedamos para el fin de semana?

—Sí, claro. Me encantaría.

Ambos sonrieron, sabiendo que había algo especial entre ellos. Pero a medida que el momento se tornaba más íntimo, Luke dio un paso hacia adelante, acercándose a Ainhoa con una mirada intensa que prometía más de lo que las palabras podían expresar.

—Ainhoa...

El corazón de Ainhoa latió con fuerza mientras Luke se inclinaba hacia ella, buscando un beso. Sin embargo, un nudo de duda se formó en su mente.

—Espera... creo que... no es el momento todavía.

La sorpresa en el rostro de Luke fue efímera, pero pronto se transformó en comprensión. —Está bien. No quiero apresurarte.

Ella sintió un alivio mezclado con un ligero pesar al separarse. Sabía que había una conexión especial, pero necesitaba más tiempo para asimilarlo.

—Gracias por entenderme.

Se miraron en silencio, y Ainhoa sonrió para aliviar la tensión. —Definitivamente tenemos que salir otra vez.

—Sí, lo haremos.

Se despidieron con un abrazo cálido, un gesto que selló la promesa de una nueva cita.

Ainhoa entró en su departamento con el corazón acelerado y una sonrisa radiante. Cerró la puerta y oyó los pasos de Luke alejándose hacia su propio hogar.

Luke se detuvo un instante frente a su puerta, sonriendo para sí mismo, sintiendo que esa noche era solo el comienzo de algo emocionante. Con esperanza y determinación, entró en su departamento.

Una vez en casa, Ainhoa no pudo contener la emoción que burbujeaba dentro de ella. Se quitó los zapatos y se dejó caer en el sofá, tomando su teléfono con una mano mientras su corazón seguía latiendo desbocado por todo lo vivido.

—¡Vamos, Alicia! Contigo tengo que compartir esto.

Marcó el número de su mejor amiga y esperó ansiosa. Después de unos segundos, la voz familiar resonó al otro lado de la línea.

—¡Hola! ¿Ainhoa? ¿Cómo estuvo la cena?

—¡Fue increíble! No puedo creer lo bien que nos llevamos. Luke es mucho más de lo que pensé.

La emoción de Ainhoa era contagiosa, y Alicia no pudo evitar sentirse intrigada. —¿De verdad? Cuéntame todo, desde el principio.

Ainhoa se acomodó en el sofá, sintiendo cómo las mariposas volvían a revolotear en su estómago al recordar cada detalle de la velada. —Primero fuimos a ese nuevo restaurante italiano. La comida era deliciosa y el ambiente, tan acogedor...

Mientras hablaba, Ainhoa relató cada instante: las risas compartidas, las anécdotas divertidas de la infancia de Luke, y cómo se sintió tan cómoda a su lado.

—¡Eso suena genial! Y dime, ¿pasó algo más? ¿Hubo chispa entre ustedes?

Una sonrisa iluminó el rostro de Ainhoa al recordar el momento en que Luke intentó besarla. —Sí... hubo un instante en que se acercó para darme un beso, pero le dije que no era el momento todavía.

—¿Y por qué no? ¡Eso es emocionante! ¿No te gustó?

—No es eso... Quería disfrutar de la conexión sin apresurarme. Siento que hay algo especial entre nosotros y quiero tomarme mi tiempo.




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