Me despedí de mis padres. Luchaba conmigo misma para no llorar. Tenía la mente llena de consejos de todos mis amigos y familiares sobre viajar sola por primera vez.
Al otro lado del mundo me esperaba mi mejor amiga Samantha. Estudiaba en Francia la universidad desde unos años atrás. Estudiamos juntas la secundaria y cuando supe que obtuvo una beca para estudiar allá, no dudé en que mi próximo viaje debía ser a Paris para visitarla. En ese momento empezaba a recordad el día en que se fue; me regaló un collar donde estaba su nombre y ella se quedó con otro collar en el que estaba el mío.
-Maldita sea...- Susurré lo más bajo que pude pero eso no evitó que mi mamá lo escuchara y creara miles de ideas en su cabeza viendo que de su pequeña niña de 21 años salía una maldición.
-¡Hija! ¿Qué ocurre? ¿Olvidaste tus medicamentos? Tu... Tu... Tu celular, ¿dónde está? ¿Qué pasa?
-Mamá... No ocurre nada, olvidé el maldito collar de Samantha. Es todo.
-Pero ya la vas a ver en unas horas hija... No te preocupes por esas niñerías. Pero por lo demás, ¿está todo bien?
-Por su puesto que sí mamá. ¿Qué podría ser peor que viajar a París?
-Pues... Que viajes a París sin tus medicamentos, o que te roben tu teléfono, o peor aún...
-Mamá, ya en serio, no hay nada malo. Absolutamente nada malo.
-Hija... Ni pienses en enamorarte.
Estaba roja de la rabia y la vergüenza, ¿cómo se le ocurría a esta loca que en 4 meses yo iba a enamorarme de alguien? O peor, ¡qué alguien se enamorara de mí! Estaba mal de la cabeza. Ni si quiera sabía francés, y mi inglés daba asco. ¿Cómo quería que tuviera algo con alguien en tan poco tiempo?
-Mamá... Oye, tú realmente estás loca, ¿verdad?
Ella se limitó a sonreir y me dijo algo que daría vueltas en la cabeza todo el viaje: "Eres aún demasiado joven para entender el amor".
¿Cómo que demasiado joven? Mi primer novio lo tuve a los 12 años. Después tuve otro novio a los 16, con el que estuve 2 años y medio... Entendía perfectamente el amor: daba asco.
Me despedí por enésima vez de todos. Al fin entré a migración donde revisaron mis maletas y pude pasar a la sala de espera. Me senté y abrí un libro que guardaba en mi cartera.
Mi cabeza seguía pensando en como es eso de que soy demasiado joven para entender el amor... Estaba tranquila, sabía que 4 meses eran suficientes para conocer a un par de chicos y pasarla bien. Nada de amor, nada de llanto, nada de compromisos.
Al otro lado del mundo me esperaba mi mejor amiga, y la aventura más grande de mis sueños.