¡Qué vergüenza!
No sabía qué decir ante eso, pero de algo sí estoy segura y es que sin necesidad de verme frente al espejo, sé que estoy roja como un tomate, es más el tomate sentiría envidia de mí.
—No sé de qué me hablas—, me hago la estúpida y pronto veo en su rostro, a pesar de la escasa iluminación intermitente de la disco, que no cuela, pero dignidad ante todo supongo.
Me zafo del agarre del sensual chico y me escabullo entre la gente para bailar en medio de la pista.
Me muevo como nunca, contoneo mi cuerpo al ritmo de la canción que está pinchando en este momento de dj, una de David Guetta. Me envuelvo en un torbellino de luces y música a todo volumen que logran transportarme a otro lugar y olvidar la vergüenza de hace un rato.
La música retumba en mis oídos igualando al ritmo frenético de mi corazón cuando siento unos brazos rodear mi cadera y estampar mi espalda contra un pecho amplio y duro. En el momento que su delicioso aroma llega a mis fosas nasales, me dejo llevar por sus lentos movimientos de cadera y me muevo a la par de él. Me guía en un movimiento lento y sinuoso que me tienta a querer más, más de él. Sin duda éste chico sabe moverse.
¿Si baila así como se moverá en?
Lara, detén este pensamiento ahora mismo—, me riño mentalmente— debes tener una mente sana y limpia, has venido a divertirte y no a acostarte con un desconocido.
Aunque sin duda tener algo con éste desconocido sería divertido.
Intento evadir cualquier pensamiento y solo dedicarme a bailar pero es muy difícil cuando estoy bailando con éste chico en un baile lento en el que el delicioso roce es inevitable y tentador. Sujeta mi cadera con ambas manos provocando en mi un escalofrío que, supongo, él percibe, ya que se le escapa un suspiro lento que más parecería un leve gemido.
Sus manos son grandes y envuelven con totalidad mis caderas, sus dedos se ciernen sobre ambas y dejan un suave apretón antes de girarme hacia él y volver a envolverme entre sus brazos. Casi cómo si lo hubiésemos coreografiado, nada más envolverme entre sus brazos, levanto los míos y los paso por detrás de su musculoso cuello y continuamos con nuestro baile particular. Particular por que soy plenamente consciente de que nuestro leve movimiento no pega para nada con la rápida música que resuena entre las paredes de ladrillo de la disco y se difiere mucho del ritmo frenético con el que se agitan los demás cuerpos que bailan por dónde sea que mire al rededor nuestra.
El chico, del que aún desconozco el nombre por cierto, pero que sin duda me está afectando, porque yo no suelo hacer esto, algo está haciendo que actúe diferente, pero me gusta, me siento más atrevida, más lanzada. Hace más fuerte su agarre a mi acercando nuestros cuerpos, me pongo de puntillas ya que me saca una cabeza al menos y pego mi frente a la suya. Nuestras miradas se entrelazan y no pierdo detalle de sus ojos, unos ojos verde de un color tan intenso como el bosque más extenso. Un color que te cautiva y atrapa, sus ojos parecen ver a través de mi y aunque quisiera, no puedo apartar la vista de ellos. A diferencia de mis ojos castaños que son lo más común del mundo, sus ojos trasmiten muchas cosas, entre ellas deseo. Deseo por mi.
Mi mirada viaja desde sus preciosos ojos hasta su boca, esos labios me estaban llamando desde hace rato. Parecen ser tan suaves. Me relamo los labios mientras miro los suyos. De reojo veo como él sigue con la mirada en camino que traza mi lengua.
¡Es una señal!
Sin pensarlo ni un segundo y con miedo de no atreverme si me lo pienso, choco mis labios contra los suyos. Tarda unos segundos en reaccionar pero en seguida su lengua acaricia mis labios, pidiendo permiso para comenzar un deliciosa y lenta danza con mi lengua, permiso que le concedo gratamente.
Este beso resulta ser lento y muy tierno, acaricia mis labios con los suyos, casi como si me estuviese haciendo el amor con su boca. Cuando termina el increíble beso, lanza un suspiro. Abro los ojos y veo que él continúa con los suyos cerrados.
Cuando los abre, veo que me mira con adoración y ternura, casi con... ¿amor?
Mi corazón late entusiasmado al pensar en la completa locura de que puede que él sienta lo mismo que yo. Pero, ¿qué siento yo?
Existe el amor a primera vista, pero no estoy segura de que sea eso, solo sé que su olor me cautiva, su mirada me atrapa, su boca me enamora y que quiero acercarme más a él.
No sé qué pasará mañana, no sé si esto sea lo correcto pero, ¿en la vida cuando se sabe algo con certeza?
Ahora diré lo que si sé, esto, sea lo que sea esto, durará poco, por que al final de la semana estaré viajando a mi casa de nuevo y no miraré a tras por que tengo una carrera que quiero hacer.
Dure lo que dure quiero esto. Habrá gente que se preguntará, ¿porqué meterse en algo que sabes que va a acabar?
Fácil.
Nada es eterno y es preferible estar en algo que te haga sentir, aunque sea poco tiempo que una larga vida sin sentir nada.
Mejor sentir amor, odio, tristeza, lo que sea, por que todo eso es mejor que no sentir nada.
Quiero arriesgarme a sentir esto, porque desde que le he visto mi corazón no ha dejado de martillear contra mi pecho.
Él se separa de mí y sin dejar de mirarme ni soltarme me dice que le siga y siento que le seguiría dónde él quisiera.
—Salgamos de aquí.