Amor del más allá (historia corta)

Capítulo 3

La foto de ella en el tocador se ha convertido en un faro para mi tormenta, pues ahora tengo la prueba de que no fue solo un sueño o una pesadilla, fue y sigue siendo real

El dolor que me ha mantenido a raya durante seis años ahora se ha transformado en una necesidad obsesiva: la de entender

La casa cruje a mi alrededor, sus sonidos ya no son amenazas ni me atemorizan, son susurros de su presencia constante. Me ha convertido en su prisionero, y por primera vez en años, la idea de la prisión no me resulta aterradora

Sin embargo, necesito un marco de referencia, pues supongo que para lidiar con un fantasma se necesita de un manual

Conduzco hasta el centro de Puerto Ceniciento, sintiendo una extraña urgencia por entender lo que está pasando

Después de dar algunas vueltas me encuentro con una libreria antigua y acogedora, con un aroma penetrante a papel viejo y cera. El dueño, un hombre mayor con un aire de conocer demasiados secretos, simplemente me indica la sección de "Estudios no convencionales" sin hacer preguntas

El pasillo es algo estrecho, un laberinto de textos olvidados e incluso algunos ya han perdido su color original

Mis dedos rozan ediciones de bolsillo sobre tarot, herbología y mitos nórdicos hasta que finalmente, mi mano se detiene ante una encuadernación de cuero gastada, el título apenas legible por el tiempo: Vagabundos del Umbral

La curiosidad me toma y lo abro en una página marcada por el tiempo, como si hubiese esperado mi llegada.

"El fenómeno del espíritu que se 'adhiere' a un objeto o lugar no es siempre un residuo energético ni un grito de agonía. Es, con frecuencia, una manifestación de la voluntad incompleta. Algunas almas permanecen atadas a la tierra no por miedo a la luz o por miedo a su destino final, sino porque aún no han cumplido su propósito. Y no descansarán hasta que dicha misión se consume."

La palabra resuena en mi pecho, resonando con la misma intensidad que la visión del sueño: Propósito

El dolor de mi corazón no es solo por la pérdida de un amor fugaz; es porque su vida aún no ha terminado, y la presencia constante en la casa no es un tormento, sino una misión que ahora, de alguna forma incomprensible, me hace parte de ella para que Ella

Pago el libro en un silencio febril. El librero me observa por encima de sus gafas, y por un segundo, me parece que entiende perfectamente lo que acabo de adquirir

Vuelbo a la casa sintiéndome en control por primera vez desde que la visión me había destrozado. El espíritu ya no es una simple aparición; es una persona con una misión, y yo estoy en ella envuelto

—Mira —digo en voz alta, dejando el libro sobre la mesa— Ya no tienes que mover mis llaves, ¿de acuerdo? Ya entendí que estás aquí, pero si esperas que te ayude a terminar tu propósito, vamos a tener que establecer algunas reglas y la primera es que necesito saber tu nombre

La respuesta es un leve crujido en la escalera, casi un asentimiento impaciente

Bufo, porque ahora me dedico a hablar con un espíritu que me responde de esa manera: cuando es hace que algo cruja, Pero cuando es no, las puertas se abren y se cierran con fuerza

De ese modo he aprendido algunas pequeñas cosas durante lo que he estado aquí (o lo que ella me permite y decide contestar)

Es celosa, lo sé sin dudar porque cuando mi hermana me llamo hace dos días el teléfono en mis manos comenzó a sentirse demasiado pesado hasta el punto de ya no poder sostenerlo

Se lo pregunté: "¿Te molesta que hable con ella?" Y la respuesta fueron diversos crujidos en diferentes partes de la casa, lo que era un si rotundo

Después de explicarle al aire que Liliana es mi hermana, no volvió a hacer travesuras, Pero algo que me saco unas cuantas risas fue que, después de llegar a casa de hacer el mercado dejé algunas cosas tiradas al azar y comenzó a azotar las puertas

No supe lo que le sucedía, Pero eso se volvió insoportable y comencé a preguntar al azar hasta que molesto, deje de hacerlo y comencé a ordenar lo que había tirado, extrañamente, el aroma a jazmines se incremento y no pude evitar preguntarle si era el orden lo que quería, a lo que respondió con crujidos

Esta noche, como de costumbre, sirvo mi plato de pasta en la mesa de la cocina, tratando de inyectar algo de normalidad a mi vida anormal.

—Bueno —murmuré, tomando asiento—Ahora que estamos juntos en esto debemos de buscar una forma más... ¿Solida? De comunicarnos, Pero primero voy a comer y...

Apenas termino la frase, el vaso de jugo resbala del borde de la mesa

Y es más que claro que noo se cayó por el viento. Fue empujado con una ráfaga invisible que dejó un ligero movimiento en el aire

El cristal se hace añicos en el suelo, y el jugo oscuro se esparce como un charco de sangre.

—¡Hey! —grité, golpeando la mesa, la frustración superando al miedo— ¡Te dije que no tocaras las cosas!

Gruño, porque es un poco cansos tener que lidiar con estás cosas, como si le divirtiera a lo grande jugar a las escondidas y arrojar los objetos para que los busque y los recoja

Voy al fregadero a buscar el recogedor, quejándome en voz baja sobre la falta de tacto de los espíritus

Cuando regresé a la mesa, me detengo, el recogedor colgando de mi mano

Junto a mi plato, que ya estaba a medias, ha aparecido un segundo cubierto idéntico al mío. Un plato de pasta humeante y recién servido reposa en el centro, al lado un vaso nuevo, lleno de jugo

Me siento lentamente, sintiendo el vacío de la silla frente a mí con una mezcla de terror y ternura, pues logro entender que esto no es una travesura más; es una súplica de compañía. Se ha ofendido porque solo me había servido a mí

Pero a ella se le a antojado que quiere una cena compartida, quiere que la vea como una persona viva en este momento.

Me quedo mirando el plato. El vapor que emana parece distinto, más frío, pero el gesto es innegable




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