Capítulo 3: ¿Obteniendo libertad?
Connor Jones.
Me quedo en estupefacción, no puedo creer lo que estoy observando delante de mis ojos.
Todo el desastre que hay en la estancia, es demasiado increíble.
Papeles… papeles que pude identificar que son los contratos que habíamos firmado con Ivy que se encuentran esparcidos en la estancia cada uno de ellos en el piso con una gran ‘x’ roja encima de ellos, no entiendo muy bien lo que significa, pero supongo que no es nada bueno que digamos.
Trato de caminar, buscando un espacio para no pisar los papeles que yacen en el suelo, pero es en vano, no hay lugar libre en el piso en que no hayan ningún papel para poder caminar correctamente, hice que los papeles crujan en mis pies, y capto la atención de Ivy, ya que hablé fue en un susurro.
—Connor… no sabía que estabas ahí, perdona el desastre —dijo, me observa por unos segundos y sigue guardando unos libros y papeles en una caja.
Frunzo el ceño confundido por la situación.
—¿Qué estás haciendo? —me atrevo a preguntar, y aunque ya sé la respuesta de ello, solo quiero que me lo confirme ella misma.
—¿No es lo obvio? —cuestiona despreocupada sin dejar de hacer lo que hace—. Estoy recogiendo mis cosas, ya no tengo nada que ver contigo, y necesito tener todo listo antes de irme de viaje de negocios.
—Pero… —me corta.
—No, Connor —se gira abruptamente hacia mí para observarme detenidamente con una mano alzada deteniéndome a lo que iba a decir—. No me vengas con tonterías. ¡Mandaste todo a la mierda por un enamoramiento caprichoso tuyo! —exclama muy molesta—. Dime… ¿La chica está contigo?
Lanza la pregunta, la cual me desestabiliza en mi lugar, realmente me produjo mucho dolor, porque a pesar de que fuimos socios de trabajo, también somos muy buenos amigos. Se me hizo un nudo en la garganta, imposible de que formule algo coherente, mis manos se forman en un puño conteniendo la impotencia y el enojo.
—¿No, verdad? ¡No lo está! —prosigue enfadada—. No intentes convencerme, será en vano. Pierdes tu tiempo aquí conmigo y yo contigo.
Se voltea completamente y sigue en los suyo, ignorándome deliberadamente.
No puedo darle mucha importancia a los comentarios hirientes de Ivy, que aunque me duele lo que dice, no me voy a amedrentar por ello, vine por una razón específica, pero primero la pondré aprueba.
—Realmente quiero proponerte un nuevo contrato. Prometo está vez seguir todas las reglas que tú propongas —le propuse con una sonrisa en los labios maliciosa.
Ella se voltea de golpe y me observa con una ceja arqueada, como si estuviera loco, como si haya perdido la cabeza.
Se ríe sin gracia alguna.
—¿Para qué vuelvas a cagarla? —pregunta objetiva, con los brazos cruzados en su pecho, después niega—. No gracias, paso con ello, preferiría hacerlo con otra empresa que sigue normativas, antes de hacerla con la tuya.
Puse una mano en mi corazón fingiendo dolor e indignación.
—Auch, eso dolió, sinceramente —dije dolido.
Ivy rueda sus ojos.
—Sabes mentir muy bien, Connor.
—Lo sé, es lo que se me da últimamente bien —confieso más para mí mismo que para ella, sin embargo, escuchó lo que dije.
—¿Qué dijiste? —inquiere confundida.
—Nada —le respondo rápidamente.
—Connor… —advierte.
Suspiro.
—Joe va a ser el nuevo jefe de la empresa mientras yo no estoy —le suelto sin tantos rodeos y cambiando de tema drásticamente.
Sus labios pintados perfectamente en rojo se forman en una gran ‘o’, después su expresión cambia a una confundida, mi comentario provoca que deje de hacer lo que hacía anteriormente, que es recoger sus pertenencias.
Se acerca a mí.
—¿Cómo que será el jefe? ¿A dónde vas? ¿Piensas renunciar? —lanza cada pregunta una detrás de la otra sin hacer pausa alguna, agobiándome totalmente.
Niego, y ella se confunde más.
—¿A qué estás negando? ¡Maldita sea, Connor, explícate bien! —exclama exasperada por mi respuesta.
Tomo aire y me siento en uno de los sofás que hay en esa oficina, le ordeno que se siente, eso hace.
Le cuento mi historia, le hablo de mis emociones, mi desestabilización mental y demás. Ivy está atenta en todo momento, y aunque yo evito verla al momento que narro todos mis hechos, sé que me está prestando mucha atención sin perderse a nada, hasta ninguno de mis gestos los pasa de desapercibido y eso llega a sorprenderme mucho de ella.
Sé que Ivy es muy directa e inexpresiva, la conozco al punto de saber que yo le importo, aunque no me lo diga, lo expresa mucho con sus acciones, me lo demostró muchas veces y llegue a pensar que…
—Por favor, no sigas —me corta cuando quise seguir hablándole de Gemma.
—Es que... —niega a pesar que quise seguir contándole.
—Me contaste lo suficiente. Puedo ver el dolor en tus ojos —dice sin más—. Puedo ver cómo te duele todo, como te duele hablar de ella. Te estás torturando tú mismo.
»A pesar que hablar de lo que nos está consumiendo es liberador, a veces es dañino, puedo sentir que estás sufriendo demasiado, no quiero que sigas haciéndolo.
Traga nerviosa y mira hacia otra dirección que no sea la mía.
—Siempre hemos trabajado juntos, hemos pasado mucho tiempo juntos, tú… —se detuvo de repente y se muerde el labio inferior.
—¿Yo qué, Ivy? —tomo su mano y la impulso a lo que tiene que decirme.
Mira mi mano sobre la suya, después me observa a mí y traga con dificultad.
—Tú me importas, Connor.
Una sonrisa entristecida se instala en sus labios, yo le sonrío.
—Ya lo sabía, no tenías porque decirlo, tus acciones por mí han dado mucho que decir, Ivy. No te preocupes por ello.
Ella asiente y coloca su otra mano encima de la mía, en donde le da un leve apretón a está, transmitiendo seguridad.