Amor después del matrimonio 2: Volver a ti

Capítulo 22

Capítulo 10: Divorcio finalizado. Parte I

Connor Jones.

Hoy es de esos días donde mis emociones son una montaña rusa. Bajan y suben a toda velocidad.

Después de muchas semanas de ansias, hoy es el gran día, hoy es mi juicio sobre el divorcio, también es el día donde le cedo mi puesto a Joe de jefe en la empresa.

Todo fue de imprevisto, no me imaginé que ambos asuntos con muchas emociones de por medio deba de enfrentarlos todos en un mismo día.

Sé que debo de ser fuerte en todo esto, pues no solo es mi juicio hoy —que lo programaron para la tarde, por cierto—, realmente me tiene muy nervioso. Hoy inicia mi descanso de la empresa.

Quién pensaría que yo, Connor Jones, se dará un descanso de la empresa que, literalmente, da la vida por ella.

Si me dirían que yo me tomaría un descanso, me reiría en su cara y lo negaría muchas veces en que eso no sucedería nunca, más cuando siempre decliné la idea de hacerlo. Por ello, evito usar la palabra “nunca”, porque siempre ocurre eso cuando ni lo deseemos.

Ahora solo me río de mí mismo y lo ilógico que pueden llegar a ser mis pensamientos. Supongo que al reírse de uno mismo es como un mecanismo para hacer los problemas más sobrellevaderos. Así funciona.

A pesar de ser el día muy ajetreado, no estoy solo.

Ivy había tomado la decisión, más que todo la iniciativa, de ir a mi firma de descanso y en el juicio.

Pensé más en este último en que a Dakota no le agradaría la presencia de Ivy, más cuando en su gran momento fueron grandes amigas.

Todo se fracturó cuando Dakota comenzó con sus celos tóxicos hacia Ivy. Sinceramente no le quise prestar mucha atención, tenía que pasar mucho tiempo con ella por cuestiones de trabajo, a fin de cuentas, y nunca sucedía nada entre nosotros. Ella cuidaba mucho de mí cuando me emborrachaba en los viajes de negocio, asegurándose que no hiciera una locura, también lo hacía para proteger a su mejor amiga. Claramente, Dakota no entendía ni pensaba eso y ponía sus celos tóxicos primero.

Siempre intenté convencerla de que no sucedía nada, pero ella estaba muy convencida de que sí, y dejé de hacer mis intentos en vanos de convencerla, sin embargo, Ivy no pensó lo mismo que yo. Terminaban siempre en discusiones que son incontables para mí. Yo siempre fui el intermedio de ambas, y era un constante problema porque debía de escuchar las quejas de una de la otra, estaba mu harto de eso.

Pensé mucho en dejarles de hablar a ambas por su situación y que ellas lo solucionaran como personas maduras que son, pero siempre estaba ese pequeño dilema en que Dakota era mi prometida mientras que Ivy era mi socia de negocios, por ende, siempre necesitaba algo de una o de la otra.

Y claro, Dakota prefirió echar a la basura su amistad de años con Ivy por mí. Nunca estuve de acuerdo con ello, pero no quise entrometerme. Sé que si lo hacía iba a empeorar todo e iba a aumentar las falsas sospechas de Dakota.

En fin, no le creyó a su mejor amiga y a su prometido en ese entonces.

Mientras que subimos por el elevador de mi empresa noto como ella toma mi mano y la aprieta levemente para despejar mi mente de todo el caos que ha ocurrido en mi vida. Me quedo mirando el simple gesto y después me detengo en observarla a ella.

—¿Estás nervioso? —pregunta observándome muy atenta, como en busca de algo, en descifrarme.

Asiento.

—Sí lo estoy.

Suspira no tan convencida con mi respuesta, pero decide no insistir.

—Todo saldrá bien, no te preocupes por ello —asegura haciendo el agarre más fuerte.

—Gracias por acompañarme en todo esto, Ivy —le agradezco ya que, su presencia me reconforta de cierta manera.

Le resta importancia con un gesto.

—Es lo de menos. Lo que es importante para ti, lo es para mí —dice con una sonrisa compresiva.

Le devuelvo el gesto, y la observo por unos segundos hasta soltar su mano ya que el elevador abrió sus puertas.

Recibo mi edificio con muchos globos y decoraciones de una triunfal despedida. Hay una parte exclusiva solamente de comida y bebidas. Me encuentro muy sorprendido por todo lo que observo. Se esmeraron demasiado en esto.

Todos mis empleados me reciben con silbidos y aplausos eufóricos. Me encuentro muy conmocionado con todo.

La primera en acercarse a mí es Grace, quien me dirige hacia el centro con una mesa donde esperan los chicos.

Me fijo en cada uno de ellos que no dejan de sonreírme y me enfoco de que hay en la mesa. Los papeles descansan en ella. A pesar que ya los he leído muchas veces, me detengo a memorizar algunas cosas que dice, y firmo de una vez por todas.

Me entregan un micrófono siendo ahora el centro de atención de todos.

¡Impresionante!

—Espero que se la estén pasando bien —es lo que comienzo diciendo sin saber qué decir realmente. Todos asienten—. Eh… bueno, realmente no tenía un discurso preparado, así que improvisaré…

Hubo risas y uno que otro comentario de motivación. Eso me relaja y me incita a seguir.

—Todo esto me ha tomado de sorpresa, debo de confesarles. Solo creí que sería firmar los papeles y volverían a verme no sé cuándo —confieso—. Es impresionante todo el equipo que ha estado trabajando conmigo desde hace muchos años.

»Ustedes, como colegas y amigos han hecho este sueño posible en la empresa, aquí ya no hablamos del todo de mí, porque cada uno de ustedes llegó con un propósito, un sueño, que yo como cada uno de ustedes tuvo ese sueño. Incluso algunos solo vinieron hacia la empresa sin apasionarles la industria de la moda, solo vinieron por trabajo, algo que ni les gustaba y ahora les encanta.

»Puedo decir que pasamos momentos de alegrías, triunfos, lágrimas, tristeza y días duros, porque esta empresa siempre ha sido así, sin importar por las adversidades por las que tenga que enfrentarse, siempre se vuelve a levantar con un buen pie, para no hacerla caer, lo hemos hecho como una familia unida. Porque no siempre serán buenos días, pero haremos lo posible para que lo sean.




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