Amor después del matrimonio 2: Volver a ti

Capítulo 26

Capítulo 11: Volviendo “amar”. Parte I

Connor Jones.

—Soy libre.

Decirlo en voz alta es tan extraño para mí, puedo soportar las revistas, reportajes y anuncios que ellos coloquen que mi divorcio ha sido finalizado finalmente, pero a la vez se siente muy reconfortante poder decirlo. Jamás creí que volvería a decir esa palabra que ansiaba tanto.

Dakota al decir sus últimas palabras para mí, se retiró de la sala sin agregar más algo de lo que llegó a decir, dejándome ahí totalmente solo y con muchas palabras qué decir.

No sucedió, me las tuve que tragar. Estuve con el pensamiento que esa es la última vez que la vería.

Hasta estuve cuestionándome sus palabras… ¿Cómo jamás pude amarla? Ella, literalmente, me lo dio todo.

La realidad me golpea brutalmente. Ella nunca fue la mujer que yo quería pasar el resto de mis días, después iba a estar lamentándome de todo. Del porque lo hice y porque no detuve las cosas a tiempo, pero simplemente lo hice.

Pude reconocer que ella ya no formaba parte de mi futuro. Siempre fuimos cercanos sí, pero de la manera en que yo quisiese dentro del matrimonio que tuvimos no. La sentí como una mejor amiga que, lastimosamente, jamás iba a presenciar un “Te amo” de mis labios.

Ahora soy un hombre libre de un matrimonio no deseado, un matrimonio que me dejó con las emociones como una montaña rusa pero que, sin embargo, aprendí mucho de ello.

Comprendí en mi matrimonio que cuando es una toma de decisiones es de dos y no de uno solo, aunque no solo se puede aplicar en un matrimonio, también influye en cualquier decisión que inmiscuya a una persona que puede salir muy afectada.

No sé por qué en primer lugar lo hice, digo, es algo que llevo cuestionándome desde hace mucho tiempo, pude haber dicho que no, que no lo quería y que no estaba preparado para ello… pude haber dicho tantas cosas, pero prefería guardármelas, porque sé que no podía romperle esa gran ilusión a Dakota, era lo que ella más anhelaba en esta vida, el poder casarse con alguien.

No le cumplí toda su ilusión, le fallé de una manera que me hace sentir mal conmigo mismo en cierto punto. Le fallé porque su objetivo era casarse con alguien que la amara, la respetara, le tuviera confianza y le ofreciera el mundo, yo hice todo lo contrario, le fallé como amigo y esposo.

Puede que la haya complacido en cierto momento, porque de solo saber que no lograría lo del matrimonio eso la destrozaría, y no podía hacerlo, ella fue de cierta forma una pieza importante en mi vida, y ya cumplió su cometido en ella.

Dejó su esencia en mí, me preparó para ser una persona más fuerte, saber lo que puede llegar a conllevar un matrimonio y no imponer mis deseos por alguien más, porque lo que sí es cierto que una persona viene a cumplir un papel importante en tu vida, lo hace, sin objeciones o prejuicios, y cuando se marcha te deja todas las enseñanzas posibles. Por ello, me siento muy agradecido con Dakota y es el momento de dejarla ir.

Debo de comprender también que las relaciones no son perfectas, simplemente es un estereotipo que ha creado la sociedad para alimentar algo que no existe. Las relaciones tienen sus altos y bajos, y nosotros tuvimos más bajos, permanecimos, pero todos llegamos a ese momento de quiebre y el mío llegó manifestándose en mis inseguridades y ansiedad sin poder soportarlo más, sabía ya con eso que tenía que dejar aquello que ya no me aportaba nada positivo.

Comprendí tantas cosas…

Cuando ella me dijo sus últimas palabras, sé a lo que perfectamente se refiere. Se estaba despidiendo de mí definitivamente. Yo lo sentí como una despedida propia y necesaria.

Y mierda, quería que nos hubiésemos despedido de otra forma, porque sé que cuando ella se despedía de alguien lo hacía de manera definitiva. Ella merecía mucho más, mucho más de lo que yo no pude ofrecerle por mi jodida inseguridad. En nuestra despedida las palabras sobraron, y solo tuvo que ocurrir de esa manera que, tal vez, estuvo correcto.

Sé que Dakota sintió que no la amé realmente, y siempre me pregunté porque se aferró tanto a mí. Tal vez, solo tal vez y es lo que quiero pensar, que tenía la mínima esperanza de que yo la amaría una vez, por ello se aferró, nunca hubo resultados.

Si no funcionó de manera natural no iba a funcionar de manera forzada, nunca.

Porque el amor es una de las cosas que se deben sentir sin restricciones, que cuando amas a esa persona debes sentirte libre de hacerlo.

Esa fue una de las tantas formas que yo no me sentí. Todo mi matrimonio lo sentí forzado y pasaron a salir las consecuencias de ello poco a poco. Fue sin avisar, de improvisto, un golpe tras otro.

Por todo lo que sucedió ya sabía que cuando me tocara contraer matrimonio con una persona esa sería la correcta para mí, de ello estoy muy seguro. Sé que en algún momento debo de volver a contraer matrimonio. Y estaré muy preparado para ese momento tan especial y único.

Sería muy deprimente para mí el no haber formado un matrimonio y una familia. Moriría con el legado del “Empresario que jamás volvió a contraer matrimonio y fue un fracaso en la vida”. Y claro, yo si anhelo tener una familia.

Me concentro en Ivy que está escuchando muy atenta algo que dice el hilarante de Joe de no sé qué, y es inevitable no tomarle la mano encima de la mesa. Por su parte, deja de prestarle atención a Joe —igual él ya tiene la atención de los demás presentes, y es algo que ni lo afectaría en lo más mínimo— y la enfoca toda en mí.

Su ceño se frunce confundida, más bien preocupada.

—¿Ocurre algo, Connor? —pregunta en voz baja, procurando de no llamar la atención de los demás.

Me acerco más a ella, lo suficiente para detallar su rostro y fijarme en las pecas pocos visibles que cubre el maquillaje sutil que carga en este momento.




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