Amor después del matrimonio 2: Volver a ti

Capítulo 30

Capítulo 12: Rencuentro. Parte I

Connor Jones.

El haber llegado a París es un cambio radical de ambiente, de personas, de todo realmente. Me hace salir mucho de mi rutina, de mi zona de confort que, a veces, se me hace tan asfixiante.

Todo aquí es muy contrario a lo que es New York, allá todo parece que se vive de una empresa a otra, en cambio París no. Es una de esas ciudades que te atrapan de inmediato, aquí se siente todo muy jovial, libre, mágico y único, es como estar en un sueño del cual no quieres ni despertar. Es tan hermoso París.

No es mi primera vez estando aquí en París, ya había tenido la oportunidad de venir por asuntos del trabajo en busca de modelos, inspiración y contratos que aprobar, sin embargo, no lo conozco del todo. Como siempre había sido por mero trabajo el de venir aquí y no me daba tiempo de explorar las maravillas que tiene para ofrecer esta ciudad, tal vez este es el momento correcto de hacerlo.

Recuerdo que en las opciones de luna de miel —sí, se lo propuse a Dakota, fue en una de las cosas en la que me dio voto en nuestro matrimonio— Dakota descartó mi opción —una vez más—, alegando que París es muy anticuado y abrumador en que no íbamos a estar tranquilos en nuestra luna de miel, íbamos a ser el centro de atención y no disfrutaríamos. Solo queríamos estar fuera del ojo público y tener un momento a solas, por ello escogió esa Isla que nunca fuimos. Pensándolo bien, en ese momento le di la razón, porque ella la tenía, aunque no quería reconocerlo en un principio, era verdad, vivir rodeados de cámaras y personas que creen que no merecemos una vida privada es algo con lo que tenemos que convivir por el resto de nuestras vidas, nosotros escogimos ese estilo de vida.

Por supuesto, no podía interponerme hacia los deseos de Dakota cuando ella quería hacer sus caprichos, si se lo negaba hacia lo posible para hacerme sentir mal después con ello restregándome en la cara que no la quería.

Y joder… como me dolía que me dijera esa mierda.

La complacía en todo lo que ella quisiese, interponiendo mis deseos con los de ella, minimizaba mis emociones para hacerla sentir bien, cuando yo mismo me estaba ahogando en mi propio vaso de agua donde estaba lleno de las emociones que contuve por no decirlas.

Yo anhelaba mucho venir a París realmente, porque desde la última vez que había venido sentí mucha paz y, quería más, mucho más, como si perteneciera en este lugar. Igual no puedo arriesgarme, en New York ya tengo una parte de mi vida. No puedo dejar la empresa que ha pasado de descendencia familiar.

Imaginar que tengo que comenzar de nuevo me aterraba, aunque nunca es tarde para hacerlo, pero no puedo, simplemente la empresa se significa mucho para mí.

Simplemente descarto esa idea.

A fin de cuentas, París es la ciudad del amor.

Unas personas se encargan de llevar nuestras maletas hasta dejarlas en la recepción del hotel para verificar nuestra habitación reservada que habíamos solicitado días antes de venir, había que confirmar nuestra estadía que serán aproximadamente por el trabajo de Ivy, creo que hasta lo extenderemos hasta más, eso ya depende de cómo transcurre todo esto.

Yo no veía eso un buen plan de estar aquí y hacer acto de presencia a las alfombras, entrevistas o siquiera pasarelas, pues evito todo eso en este momento, lo menos que quiero es ser un centro de atención… desgraciadamente, eso me persigue. Claramente no me veía obligado a responder preguntas que lleguen hacerme, yo solo voy como invitado de último momento con Ivy.

De solo pensar que estaría en una alfombra me provoca una punzada de dolor en la cabeza, realmente quería estar bajo perfil de los medios, solo quiero disfrutar unas vacaciones que yo me merezco, disfrutar de mi ausencia de la empresa, pero los deberes llaman.

Después de un rato de haber asegurado todo, nos dirigimos hacia nuestra habitación.

Me irrito un poco por el hecho de que lleven nuestras maletas, más bien me ofrezco en que puedo llevarlas a lo que resta de camino hacia la habitación, pero el chico encargado se niega muchas veces diciendo que ese es su deber y más como personas importantes como nosotros.

¡Maldita sea!, ni que fuéramos de la realeza o qué carajos. Es algo que yo puedo hacer sin molestias.

Lo dejo pasar porque no quiero entrar en discusión con el chico tímido —cuya persona se puso nervioso al alagar mi trabajo diciendo que los últimos diseños que salieron a la venta estuvieron geniales, se declaró un gran fan de mí. Me cayó bien el chico. Claro, le dije que aprecio mucho eso— que solo hace su trabajo. 

Ivy camina al frente de nosotros hablando por teléfono con no sé quién, solo sé que está lo considerablemente alejada de nosotros para no poder oír lo que conversa con la otra persona a través de la línea, solo supongo que son cuestiones de trabajo, no me entrometo en sus asuntos, igual siempre le doy su espacio.

Llegamos a nuestra habitación y Ivy se adentra de primera yendo directamente a un pequeño balcón que hay en la habitación dejándonos una vista hermosa de lo que es París. Fue tan deprisa a ese lugar que no me dio tiempo de decirle algo.

Le agradezco al chico por traer nuestro equipaje y me recuerda que está a nuestros servicios en el caso de que lleguemos a necesitar algo.

Me dedico a detallar un poco la habitación, me parece de lo más cómoda y agradable para querer quedarte aquí por días, incluso años. Además, que llegamos a París es en la tarde y me encuentro muy agotado, la cama se ve muy tentadora, sin embargo, las posibilidades de tomar una siesta se ven muy fracturadas por el hecho de que tenemos que asistir a una cena muy importante con algunos diseñadores para el desfile que iniciaría mañana abriéndole paso a la semana de la moda en París.




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