Capítulo 4: Viaje, y de nuevo solo.
Connor Jones.
No hay vuelta atrás, la boda se ha realizado, el sí se ha proclamado pero... ¿por qué siento que acabo de cometer el peor error de mi vida? ¿Por qué el vacío invade a mi corazón? ¿Por qué temo que lo que me depara en el futuro me destruya completamente?
Mi mente es invadida por distintos pensamientos vacíos, dañinos y llenos de remordimiento, no dejo de pensar que debí ver por mi y no por ella, así arriesgara su felicidad pero debí decir no, por mi bien, el de ella y de nuestro futuro, el cual aseguro será envuelto en problemas, pero ya es tarde para arrepentirse es mi momento de fingir una felicidad que no me envuelve en realidad.
Sonrío falsamente al salir de mis pensamientos tomando la mano de Dakota, comenzado así la salida de los "novios" de la iglesia. Todo este espectáculo me desagrada, yo anhelé que todo haya sido privado, que los invitados solo hayan sido nuestras familias y conocidos más cercanos. En cambio solo observo a mí alrededor rostros desconocidos, que me miran con felicidad falsa, obteniendo su felicitación por la unión, una muestra de educación más que de emoción ante el acontecimiento.
No pude evitar avanzar más rápido hacía la limusina que nos espera en la entrada de la iglesia, este día me está superando —y matando—, necesito alejarme de tanta felicidad falsa, de tanta sonrisas hipócritas, de tantas mentiras que rodean este ambiente, de tanto... ¿dolor?
Dejo de pensar al sentir en mis dedos la manilla de la limusina, no pude evitar sentir sorpresa, tan centrado estaba en mis pensamientos que no me percato que mi cuerpo involuntariamente se dirige a la limusina.
—¿Connor? —me pregunta Dakota a mis espaldas, su tono de voz es envuelto por confusión, y no me extrañó que lo este, quedarme varios minutos tomando la manija del vehículo y no abrirla es para estar desconcertado.
Volteo un poco el rostro para mirarla a los ojos y regalarle una sonrisa de tranquilidad falsa, la cual ella devuelve con felicidad real y pura —sin haber notado mi falsedad—, haciendo que sienta culpa por estar engañándola de esta manera, fingiendo algo que no siento. Dejo de mirarla y sacudo mi cabeza para después halar la manija del auto hacia mí, haciéndome a un lado para que Dakota ingrese y después yo imite su acción para dirigirnos al sitio donde se lleva a cabo la fiesta de celebración por el casamiento.
En el camino Dakota habla de muchos temas triviales que no llamaron mi absoluta atención, solo asiento y la miro unos momentos para que piense que tiene mi total atención pero en realidad mi mente se haya perdida en todo lo acontecido —como en el resto del camino—, es sorprendente que esto haya ocurrido, que haya dicho el 'si' sin arrepentirme, que todavía me encuentre a su lado y no esté en un estado de ansiedad. Es impactante que no esté en ese estado pero no evita que persista el pensamiento de que esto es un gran error.
—Señores Jones, hemos llegado —avisa él chófer saliendo del vehículo para abrirle la puerta a Dakota, mientras yo abro la del lado contrario al de ella, saliendo en el proceso.
Mis ojos presencian la estructura del club que se levanta ante mí, su elegancia y sofisticación me incomoda demasiado. Esto no es lo que anhelé, todo es un completo desastre, tantas preguntas aturden y sofocan a mi mente sin yo poder contrarrestarlo.
—¡Vamos, Connor! —exclama con felicidad tomando mi mano, guiándome hacia la entrada del sitio.
Toda la habitación donde se lleva a cabo la fiesta se encuentra decorada con gamas de dorado y distintos tonos de azul.
—Elegí azul porque sé que es tu color favorito —menciona tomando mi brazo y mirándome con adoración.
—Mi color favorito es el rojo, Dakota —murmuro perplejo ante aquello, procurando de que haya sido más para mí que para ella.
—¿Dijiste algo, Connor? —ladea su rostro con el ceño ligeramente fruncido, tratando de hacer el amago de citar mis palabras susodichas.
—Nada Dakota, entremos ya —le tomo de la mano recobrando la compostura y nos encaminamos a la mesa donde se sitúan nuestros asientos.
Los invitados ingresan poco a poco en el club tomando sus respectivos asientos o simplemente se quedan charlando entre sí. No espero la hora en que todo esto se acabe de una maldita vez, los invitados cada vez son más y más, lo cual me desespera y creo que llagaré en un trance de ansiedad incesante, pero no es así. Por los momentos.
Los minutos y segundos los veo interminables e infernales como si no estuvieran a mi favor ya que, cada vez que necesito de mi espacio personal y trato de procesar todo lo que ha ocurrido hace unas horas, pero cada vez que lo intento llega alguien a interrumpir mis pensamientos, en este caso son los fotógrafos; en el cual tengo que posar junto a mi esposa con una sonrisa forzada en complacerla a ella y a los demás presentes. Sintiendo ellos una felicidad que yo no emita en mí.
Por algún momento pienso que esto es lo que me hace feliz, me conlleva a fortalecer lo que tengo con Dakota hace cuatro años —objetando que fueron unos años maravillosos para mí y como para ella—, sin embargo, creo que me equivoqué al respecto del "matrimonio".
Tuve una perspectiva en la que se basaba en que sería feliz —como ya he mencionado—, se fortalecería más nuestra relación pero... ¿quién carajos dijo que casándose se fortalece una relación... inconformable? por así justificarlo; no hallo como mencionar e etiquetar mi relación con ella.
—¿Connor, podemos hablar en... privado? —mi madre me saca de mis pensamientos tan cavilares. Su vista se encuentra fija en Dakota, la cual no se ha percatado de que mi madre se encuentra allí.
Asentí de inmediato.
—¿Ocurre algo, mamá? —pregunté cuando ya nos hemos alejado de la mesa en donde estaba anteriormente.
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Editado: 18.12.2020