Amor después del matrimonio

Capítulo 16

Capítulo 16: Perfecta.

Connor Jones.

Coloco las maletas al lado del sofá mientras tomo una inhalación larga y profunda por haber tenido un viaje tan agotador. Saco de mi bolsillo trasero de mis jeans mi teléfono y verifico la hora el cual me indica que son las dos de la tarde.

Comienzo a ver los mensajes de Dakota sin importancia alguna y sin tener ánimos en contestarle los ignoro totalmente, centrándome en las llamadas perdidas que tengo en mi móvil.

Son de ella... Gemma... mi hermosa rubia... no he podido hablar con ella desde que me fui de viaje, olvidándome por completo de todos los problemas que he tenido y sin tener comunicación alguna con mis amigos, hasta de mi propia esposa.

La he extrañado día y noche, soñando que la tengo a mi lado cada vez que despertaba con la idea que somos una pareja sin ningún problema de intermedio. Felices, como me siento cada vez que estoy a su lado.

Extraño hasta la mínima cosa de ella. Extraño su calor que me transmitía cada vez que estaba a su lado haciéndome un hombre totalmente seguro, sin importarme lo que me rodea. Sin embargo ahora no me siento así porque no la tengo a mi lado.

Haber tomado la decisión de alejarme de todo me ha hecho recapacitar un poco y centrarme en nuevos diseños que no sabía que llegaría a diseñar para una persona específicamente.

Mi corazón retumba al ver todos los mensajes y llamadas que ella me ha hecho por días esperando paciente a que fuera atendida de mi parte de la cual nunca respondí a ninguna de sus llamadas y mensajes tratando de resolver mi desastre emocional...

—Qué bueno que has llegado, Connor.

Joe me abraza efusivamente el cual respondo de igual forma. Sinceramente también extrañé mucho a los chicos y la manera en cómo me hacen sentir augusto olvidándome de todo con sus bromas y estupideces que nunca pueden faltar.

—Te extrañé mucho, hermano —le digo sin hacer el amago en romper el abrazo, estrujándolo más.

—Se nota que me extrañaste... ¿Te hice mucha falta, eh? —bromea dándome unas palmadas en la espalda.

Comienzo a reír deshaciendo el abrazo para ir hacia mi maleta y buscar el regalo que le traje.

—No me digas que tu mamá me lo regaló...

—No eres al único que le traje el regalo de mi mamá. Los chicos también tienen el suyo —me encojo de hombros, observando cómo mira su botella de vino embobado.

—Claro, Connor, tu mamá es un encanto, porque si es por ti no nos traes nada de Bradford —me mira enojado y comienza a abrazar a su vino. Bien, eso me dio mucha risa.

—Ay por favor, cállate Joe, exageras como siempre —indico riendo.

Nos sentamos en el sofá y comenzamos hablar de las pocas cosas que hice en Bradford y de cómo se encuentra mi familia, más el inconveniente que hubo con mi hermana.

Cuando ya no hubo tema de conversación, Joe se adelanta en preguntar por lo que no hizo primeramente.

—¿Qué harás?

—¿Haré de qué?

Sé exactamente a lo que se está refiriendo y por lo tanto quería evitar el tema, pero sé que Joe no se rendiría fácilmente en insistirme en este tema que no me deja dormir en noches como suele hacerlo usualmente antes de casarme forzadamente e inesperadamente.

Resoplo lentamente encogiéndome en el sofá, teniendo una posición indiferente y sin importancia, tratando de ocultar mi emoción y angustias de verla le dije:

—Iré a verla.

Tengo que verla, no puedo soportar la idea en extrañarla demasiado. Comienza a consumir mis pensamientos y ansias lentamente y eso para mí es una tortura. Un infierno jodidamente cruel.

El rostro de Joe se descompuso totalmente, tomándome de sorpresa, lo cual hizo alarmarme un poco. Por sus facciones se encuentra preocupado e inquieto en decirme lo que se le vino a la mente sobrecogiéndolo inesperadamente.

Por mi mente solo pasa el rostro de Gemma angustiado, pero más decepcionado que, por lo tanto, es lo que menos quiero de ella. No quería provocarle preocupaciones o decepciones de mi parte que sé que es lo más evidente en estos momentos y que debe de estar odiándome y detestándome con toda su vida.

O también puede ser que piense que la esté usando, cosa que nunca haría, y mucho menos con ella. Porque sé que no soy capaz de lastimarla, y si lo hiciera tendría que estar jodidamente loco para hacerlo.

Ella es como mi paraíso mientras tanto yo soy como el maldito infierno.

Así que tengo decidido lo que haré por ella, me arriesgaré, solo por verla y sentir esa necesidad que no me ha dejado dormir sabiendo que puede estar con alguien más y pensarlo me hace sentir una cólera que me descoloca y hace cabrearme totalmente.

Puede que suene egoísta de mi parte, pero no veo a Gemma con alguien que no sea yo. No me la imagino besando los labios de alguien más. No, jamás.

Connor, calma tus celos psicóticos, me reprocha mi mente.

Tomo una respiración larga y centro mi mirada en Joe que me observa impaciente, de lo cual no me había percatado que él me está hablando y me dejé llevar por mis pensamientos recónditos.

—¿Qué dijiste? —frunzo el ceño levemente mientras me rasco la nuca, pensativo.

—¿Irás a visitarla en serio... o es solo un juego? —se apresura en preguntar confundido.

—Sabes que nunca jugaría con algo así.

Niego. No tengo muchos ánimos en irla a visitar ahorita, y puede que ella se encuentre en su trabajo. Mi agotamiento por el viaje es demasiado grande, para poder irla a visitar desanimado.

—No. Estoy demasiado agotado por el viaje, hubo una turbulencia y eso me dejó muy aturdido. Además un niño no dejaba de patear mi asiento. Sinceramente nunca tendré hijos, créeme.

Él comienza a reír escandalosamente y para mí fue inevitable no reírme con Joe.

—Vaya, sinceramente se te nota en la cara que estas agotado —habla preocupado, pero agrega—. Te dejaré para que descanses, Connor.




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