Capítulo 19: Discusión.
Connor Jones.
Unos pequeños brazos se aferraron a mi cintura, mientras que mis manos involuntariamente atraen a la persona que hace aquel afecto de cariño —no deseo soltarla jamás en mi vida—. Uno de mis brazos se ubica en su espalda desnuda y la otra en su cabello rubio que le cubre una parte de su rostro, se ve hermoso por el sol que le otorga un brillo resplandeciente.
Sus pequeños ojos esmeraldas cuyos tienen un cierto destello que nunca he visto en ellos, me dejan sin aliento. Su sonrisa es suave que irradia tranquilidad y demasiadas emociones escondidas.
Despertar al lado de ella se ha vuelto una de mis cosas favoritas en la vida, aparte de pasar cada segundo con ella como si fuera una eternidad que nunca acaba.
—Buenos días, cariño —pronuncio, le aparto un mechón de cabello que cubre uno de sus ojos.
Gemma sonríe mostrando sus dientes. Acerca una de sus manos para acariciar mi rostro y de inmediato me estremezco por su tacto.
—Buenos días, Connor—responde ella lenta y seductoramente que me tortura poco a poco.
—¿Cómo amaneces? —Me es imposible no preguntarle por su estado, y más por lo que ocurrió anoche, porque si se llega a sentir mal me sentiría miserable.
—No puedo estar más de maravilla.
Su respuesta me alivia, y todo vestigio de miedo se esfuma, como vino. Sé que puedo exagerar un poco las cosas, pero tengo miedo que después de todo pueda arrepentirse. Y es mi miedo más grande, pero ahora que sé que se siente bien, aún debo seguir preguntando por ello.
—Lo de anoche...
No sé cómo dar inicio a lo que ocurrió anoche, y no es que me arrepienta de ello, al contrario, me da cierta vergüenza que pueda llegar incomodarla con mis preguntas imprevistas que están aferradas al miedo.
Ni siquiera sé porque ahora me siento tan inseguro y ansioso en que ella me dé una respuesta sensata en donde yo no vea incoherencias y palabras insignificantes que me lleguen a inquietar mucho.
Sus ojos buscan los míos inquietos, me comienza a transmitir tranquilidad, entendiendo todo lo que pasa por mi cabeza sin que yo llegue a pronunciar una palabra de ello. Ella me entiende siempre, y no sé si sentirme aliviado por eso.
Su toque cada vez se vuelve más delicado y suave, que me hace estremecerme más por su tacto. Acerca su labios a los míos lentamente, en donde tienen una batalla en que ninguno de los dos quiere dar el inicio a su perdición, sin embargo, sin esperar más, me adelanto en comenzar a besar sus cálidos labios.
En este momento caigo en cuenta en que solo somos nosotros dos. En el universo. En el mundo. En mi mundo. Solo nosotros dos, y que lo demás ya no importa y ni importará.
Me siento completo en tenerla, y que ella me tenga.
Fue deshaciendo el beso poco a poco hasta que su rostro queda a centímetros del mío, su aliento agitado le hace cosquilla a mis labios que están más ansiosos de ella.
—Lo hablamos en el desayuno.
Dicho esto sale de la cama cubierta con una cobija, dejando un espacio vacío en ella que me hizo dar una especie de nostalgia. Mis ojos no dejan de recorrer cada uno de sus movimientos minuciosamente, en donde ella se dirige hacia el baño y se detuvo, voltea a verme con una sonrisa.
—Espero que te guste el agua tibia.
Hizo caer la cobija hacia el suelo y me hizo una señal en que la siga. Sonrío y me levanto de la cama lentamente y pienso solamente...
Amo a esta chica.
(...)
—Así no es, Connor, es así —me arrebata la taza en donde se encuentra toda mezcla de los panques.
—Pero si así son —digo, y elevo las manos exasperado.
—Bueno lo estás haciendo todo mal. Escucha, primero va la leche... —Dejo de escucharla para comenzar con mis caricias.
Aparto su cabello mojado, para ubicarlo del otro lado de su cuello. Mis brazos se enroscaron en su cintura, quedando mi pecho acoplado con su espalda semidesnuda.
Comienzo a descender como un sendero, desde su cuello hasta su hombro al descubierto con besos cálidos con delicadeza en ellos. Su cabeza se inclina hacia atrás, complacida y excitada por mis cariños y caricias.
Después de un rato largo de risas y bromas, terminamos en hacer todo el desayuno.
Iniciamos con charlas cotidianas, sobre nuestros trabajos y de cómo comenzamos en ellos, nuestras tradiciones familiares, anécdotas de pequeños, nuestros sueños más deseados y de las metas que queremos lograr en este momento... en fin, con ella tendría cualquier tema de conversación sin aburrirme nunca.
También le dimos inicio a una conversación monótona, en donde se basa en los acontecimientos habituales que hacemos día a día sin tratar de ponerle fin a ello.
Hablaríamos hasta del universo y de todas sus constelaciones, pasar a hablar después de todos los lunares que adornan su pequeño y hermoso cuerpo, con tal de escuchar su melodiosa voz, nunca me cansaría en sacarle tema de conversación.
Hasta que llegó el momento de la verdad, en donde todos mis nervios me pusieron de punta y me revolvieron todo el estómago. Estoy comenzando a sentir como todo el desayuno iba a abandonar todo mi sistema...
—Lo de anoche... —Inicia ella, ya que yo no di indicio de la pregunta de esta mañana por estar entretenido por todo el tema de conversación que tuvimos.
—Lo de anoche... —reitero sus palabras ya dichas, con un nudo en la garganta. Tuve que aclararme la garganta por los nervios que me exasperan un poco.
Gemma comienza a verme detenidamente, enternecida por mi inquietud que es palpable. Empieza a buscar mis ojos con su mirada, ya que me encuentro totalmente perdido, sumergido en un estado, aislado de la realidad, y es ahí hasta que su mano se ubica encima de la mía, envolviéndola completamente y dándole un apretón leve, también hace que toda mi atención caiga en ella y me haga salir de mi ensimismamiento.
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Editado: 18.12.2020