Capítulo 23: Divorcio no dado.
Connor Jones.
—Quiero el divorcio, Dakota.
Dicho eso, Dakota comienza a ahogarse con el agua que está bebiendo. Empieza a toser, y su rostro se pone completamente rojo.
Cuando se repone deposita el vaso en la mesa del centro, su mirada es como un filo de aflicción, que me descoloca de mi lugar. Su mirada pasa a ser, desencajada y a descomponerse en unos minutos. Está totalmente desconcertada y abatida por lo que ha salido de mi boca.
—¿Qué? —ríe, secamente, sin ningún humor alguno en su risa. Se levanta del sofá, acercándose a mí lentamente.
Trago el nudo que se había comenzado a formar en mi garganta, y la miro decidido.
—Quiero el divorcio, Dakota —repito firmemente, enfrentándola—. Ya no quiero estar más a tu lado.
Sus ojos se desorbitaron, me observa con cautela y desesperación.
—¡¿Qué carajos estás diciendo, Connor?! —chilla, alterada.
—Maldición, Dakota —siseo, exasperado—. Ya no quiero nada contigo.
Al pronunciar las últimas palabras siento mi cara girar hacia la izquierda, mi mejilla empieza a arder ante el golpe propinado por Dakota. Comprendo que lo merezco, por cada una de mis acciones cometidas.
—¡No puedes hacerme esto, Connor! —Grita golpeando continuamente mi pecho—. ¡Te amo y tú me amas a mí!
—Lo siento, Dakota... —me disculpo percatándome de sus facciones, seguro pensaba que le diría que es una broma pero no es así—. Pero ya no te amo. Nunca te amé.
Su mirada llena de ira colisiona con la mía. Su dolor y tristeza son un reflejo de lo que siente, que es eclipsado por la furia que nace en su interior.
—El hecho que tú me ames a mí, no significa que yo también te tenga que amar a ti. Esto no es mutuo, Dakota.
—No sabes lo que dices... —susurra alejándose unos pasos. Alejándose de mí—. Podemos ir con un psicólogo, Connor. Podemos resolver esto juntos.
Dijo aquello con las mínimas esperanzas de poder salvar el matrimonio, pero yo no quiero ni revivir mi infierno nuevamente.
—No, Dakota, no —dije firme—. Sé lo que estoy diciendo y es que no tengo ningún sentimiento de amor por ti —aclaro sin alejar mi mirada de sus facciones.
—¿Por qué haces esto? Si yo te amo —habla, dejando escapar las lágrimas que estaba conteniendo durante todo este tiempo—. Nos juramos en el altar que esto sería para siempre...
Sus palabras cada vez salen más quebradizas, como si decirlo le duele mucho.
—Lo sé pero me enamoré de otra persona —revelo, apartando mi mirada. Mirarla llorar produce culpa en mí.
Dakota empieza a alterarse, y su rostro se transforma radicalmente.
—¿Quién es? ¿Ella fue la que te dijo que me terminarás? —ironiza, tomando el vaso que antes albergaba en sus manos.
—Ella no hizo nada —la defiendo, acercándome para retirarle el vaso de las manos—. Yo fui el culpable de que todo ocurriera.
—¿Qué significa eso? —musita, cerrando los ojos fuertemente. Pude sentir el temblor de sus manos. Mi respuesta le romperá el corazón más de lo que lo he hecho.
—Te fui infiel. Te engañé, Dakota —declaro esperando el impacto de sus golpes pero nada llegó.
Su respiración está entrecortada, sus ojos cerrados y sus puños empuñados suprimiendo lo que desea liberar.
—Aléjate de mí, Connor —demanda abriendo sus ojos y mostrando frialdad pura—. ¡Eres un maldito bastardo insensible de mierda! ¡Te odio!
Esas palabras impactaron en mí, pero no hicieron su efecto esperado, solo aumenta la culpa ante lo que he ocasionado.
—Lo soy —acepto soltando un suspiro cansado—. Por lo que es mejor que me otorgues mi libertad para no hacerte sufrir más. Para que yo no sufra más.
La sonrisa que se planta en su rostro me congela en mi lugar. Algo no saldrá como lo espero y ella se asegurará de eso.
—Me hiciste sufrir y pasar los peores días de mi vida —dijo cegada por la rabia—. Y por ello, tú también sabrás lo que es sufrir, no permitiré que estés con ella. No te daré el divorcio.
—¿Por qué lo haces? ¿Con qué ganas con todo esto? —me atrevo a preguntar temiendo por lo peor.
Dakota parece dudar por unos momentos en sí decírmelo o no, hasta que termina haciéndolo.
—Te haré pasar por todo el infierno que me hiciste pasar a mí —dijo lentamente. Siento como mi corazón empieza a latir rápidamente, hasta que continua—. Todo este tiempo me he estado cuestionando que he estado haciendo mal, o que está mal en mí, pero resulta que tú eras el culpable de todo.
Mi vista se nubla, esas simples palabras golpearon en mi pecho e hicieron que las lágrimas salieran de mis ojos. Me lo merezco pero no permitiré que ella me aleje de Gemma.
—Esto es la guerra, Milles —aviso para después retirarme, necesito hacer planes y pensar para ganar esta batalla contra ella.
(...)
—¿Te dijo que no te dará el divorcio? —pregunta Joe, asombrado por todo lo que le acabo de decir.
Después de haber estado en mi departamento, en donde me tomé el tiempo de llorar un poco, me dispuse en llamar a los chicos y contarles todo lo que ocurrió con Dakota.
Sinceramente creí que ella me daría el divorcio así de fácil, ya que después de todo, le fui infiel y claramente hubiera sido mejor para los dos, pero más para mí.
Ya yo quería liberarme de Dakota desde hace un buen tiempo, desde el tiempo que llevé saliendo con Gemma.
Ella me hizo darme cuenta que mi felicidad dependía primero. Que así tome la decisión más peligrosa, tengo que ir por lo que me haga feliz, sin importar si a los demás no les gusta.
No obstante, todo esto no lo puedo sobrellevar yo solo. Me agobia y siento que todo lo que solía tener se derrumba lentamente al frente de mis ojos.
Mi ansiedad no pasó de desapercibida esta vez, aprovechándose totalmente de mi estado de ánimo, cuando antes estaba mejor y era algo que ya no me preocupaba en que volviera. Sin embargo, ha hecho su acto de presencia últimamente.
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Editado: 18.12.2020