Amor después del matrimonio

Capítulo 26

Capítulo 26: Desaparecer.

Gemma Stone.

La vida es un gran desafío en poder vivirla en el ritmo que quieres llevarla, teniendo sus grandes obstáculos que nos hacen ponernos a prueba para ver de que realmente estamos hechos en poder superar.

Así como nos puede poner a prueba sobre el amor, sobre sueños, sobre amistades y sobretodo, sobre el dolor.

Y los seres humanos, a veces decimos que la vida se ríe de nosotros por algo malo que nos haya ocurrido, cuando simplemente nos intenta poner a prueba de ello a ver que limite podemos llegar a soportar.

También es algo ilógico que digamos "Esto es el Karma" y "La vida me odia"; nosotros somos los que nos complicamos.

Somos los protagonistas de nuestras propias vidas y la creamos al ritmo que tomamos desde un principio que llegamos al mundo, tal vez eso se le llama destino.

Creamos nuestra propia historia y fantaseamos con todos los sueños que llegamos a anhelar, pero nunca añadimos esa pizca de oscuridad que suele poner nuestro mundo de cabeza.

A eso se le llama destrozar un sueño, o en mi caso, destrozar un corazón enamorado.

Pero eso sí, la vida puede tener sus desventajas, burlarte de ti y destrozarte, pero siempre tendrás sus ventajas al darte cuenta que solo es un obstáculo que debes de superar y que debes de seguir adelante demostrándole al mundo con una sonrisa que aun sigues luchando.

Siempre hay tiempos mejores y es cuando menos te los esperas.

Cierro mis ojos y los vuelvo abrir sin poder conciliar el sueño nuevamente. Miro hacia mi reloj de mesa y me indica que son las diez de la mañana.

El sol se comienza a filtrar por la ventana de mi habitación dándole un poco de luz a la estancia que fue de mi niñez.

Los colores violetas no han sido reemplazados y los peluches que adornan en un estante le dan un toque vivaz a la habitación. También están algunas fotografías colgadas en la pared con mi familia y mías desde pequeña.

Me remuevo en la cama quedando en una posición recta con mis manos en mi vientre y mi vista hacia el blanco techo. Observo con atención el techo, como si fuera lo más interesante del mundo e intento de nuevo en conciliar el sueño. Sin embargo, es en vano, por más intente en volver a dormir como si no hubiera un mañana no puedo conciliar mi sueño una vez más en el día.

Bufo dándome por vencida en volver a dormir nuevamente.

Los pasos de mi madre resuenan en la estancia poniéndome en alerta, mi cerebro no tarda en reaccionar al darse cuenta que viene a mi habitación para intentar nuevamente en subirme los ánimos, como lo ha estado haciendo durante estos tres días desde que he llegado.

Al verme ido de mi departamento fue una decisión inesperada que tome de inmediato. Sé perfectamente que todo lo que me rodeaba en ese lugar me destrozaba con tan solo mirar cada rincón de la estancia. Además me fui esa misma noche en que él estuvo allí, no pude aguantar más la presión de los recuerdos.

Los toques en mi puerta me dan a entender que ya ha llegado, y su voz sonando a través de ella pidiendo permiso para entrar, no obstante, le digo que puede pasar.

Su cabellera rubia invade mi visión más una sonrisa maternal que adorna sus labios. Trato de devolverle la sonrisa, pero sale más como una mueca forzada.

—¿Cómo amaneces, cariño?

Su pregunta me toma desprevenida. La verdad no sé porque su pregunta me toma de sorpresa ya que todos estos días ha estado preguntando lo mismo al despertar.

Tal vez hoy amanecí más nostálgica de lo normal...

—Bien... —es lo único que me limito a responder por un largo tiempo de espera por mi respuesta.

Mentirle a mi madre me hace sentir la persona más cruel y descarada del mundo, más cuando estamos hablando de mi estado de ánimo que es muy palpable en el ambiente.

Me incorporo bien en la cama teniendo una mejor visión de sus ojos verdes que brillan con cierto atisbo de tristeza.

—No mientas, Gemma, sé cuando lo haces.

Demonios.

—No lo estoy, mamá —murmuro y bajo mi rostro avergonzado por haberle mentido.

Una de sus manos toma mi mentón haciendo que lo suba para centrarme en sus ojos nuevamente y encontrarme con una sonrisa compasiva.

—Te lleve dentro de mí por nueve meses para saber que estás mintiendo. Te conozco perfectamente, cariño, y lo que más me destroza es que uno de ustedes esté deprimido.

Sus palabras causan un efecto de culpabilidad en mí y una furia encendida como las llamas se instala en mi sistema hacia mí misma.

—No trates de engañarte a ti misma ni a los demás diciéndole que estás "bien" —hace comillas con sus dedos y suspira lentamente—. Cariño, no sabes cuánto me duele verte en este estado...

Su voz se va volviendo en un hilo y la necesidad de abrazarla invade mi cuerpo, sin pensarlo dos veces lo hice. La abrazo con todas mis fuerzas. Sus brazos se envuelven en mi cuerpo y besa mi cabello.

—Así es la vida, a veces se pierde y a veces se gana —continua—, puede que hayas perdido una gran parte pero puedes volver a recuperarla dándole una segunda oportunidad.

—No puedo hacerlo mamá, es complicado...

Dicho eso ella deshace el abrazo y mira atentamente mis ojos, examinándome.

—No es complicado; tú eres la que se complica —sus palabras cada vez atrofian a mis pensamientos y los nubla sin saber qué hacer—. Sí él te llegó a hacer feliz durante todo este tiempo... ¿Por qué no vuelves a darle una oportunidad? Permítete ser feliz por una vez en tu vida.

No respondo. Sé perfectamente a donde mamá quiere llegar con la conversación, pero me niego a pronunciar algo que me haga cambiar de parecer, aunque mi corazón me exige a gritos que haga lo correcto.

Mamá suspira resignada al darse cuenta de que no voy a responder su pregunta y sale de la habitación sin antes decirme:




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