TUS LABIOS...

Tomó fuerza de flaqueza e interrumpió el beso, estaba tan ofuscada que no podía decir palabra.  Se puso de pie, con cierta dificultad, sus mejillas encendidas indicaban que estaba a punto de estallar de cólera o de verguenza. Joseph se preparó para la guerra, porsupuesto con una hermosa sonrisa, con hoyuelos a flor de piel. -No te enojes gata, parece que ambos hemos disfrutado el beso....y-. -Eres un salvaje, desgraciado, abusivo....-Dijo, golpeando el agua con furia; pero las palabras de ella no llegaron claramente a los oidos de Phillip, el cual estaba hipnotizado, al ver como la belleza de aquel cuerpo marcado por sus ropas mojadas, le mostraba la escena más erótica y fabulosa de su vida.  

Phillip era un hombre de mundo, con muchas historias románticas que contar, pero historias sin muchas escenas tan fabulosas como aquella. Jamás había tenido que besar a la fuerza a una mujer, jamás había sido tratado de aquella manera también por una manera; ni había tenido que desear tanto el acercamiento con una dama, sin tener una respuesta positiva, como lo estaba siendo ahora con aquella, que lo miraba con ojos de rabia y descontento. 

-Eres un imbecil, y, no pienses que continuaré ayudándote- Dijo. Y se alejó furiosa de la habitación. Ahora si que la he cagado, dijo Joseph, más para sí que para cualquier otra persona. Joseph estaba asombrado de la forma en que últimamente estaba actuando, especialmente frente a aquella mujer, no era un abusivo, ni un maleducado, al contrario, siempre había sido un caballero...pero ahora la situación era diferente, y, aunque deseaba serlo con aquella mujer, algo en su interior sacaba su lado salvaje, sabía que perdía el control frente a esa morena, de labios dulces como la miel. 

Los minutos más duros vinieron después, ahora sin ninguna ayuda, Joseph tenía que asearse y regresar a la cama, había perdido mucha energía entre aquella lucha con la morena, después de muchas maldiciones, logró llegar a la cama, estaba agotado, pero en su interior había una felicidad desconocida. 

Minutos despues, el hombre dormía placidamente y el baño no era el principal responsable de esta felicidad.

Alma llegó a su habitación mojando todo a su paso y dando patadas al aire de enojo, el hombre en tan poco tiempo estaba acabando con su autocontrol y durante el trayecto hacía su habitación, se había puesto la firme decisión de no permitirle acabar con la poco paciencia y autocontrol que aún le quedaba. 

Tomó un baño lento, no sin antes rememorar bajo el agua aquel delicioso momento en que acababa de vivir con el hombre que se encontraba en la habitación continua. -Alma, ya es suficiente, estás loca-. Se repetía, salió molesta nuevamente de la ducha, se vistió y salió hacía la cocina. -Hola mi niña, ¿estás bien?-. Dijo Juanita con su mirada de preocupación. -Pero nana, te mandé a descansar, ¿que haces aquí?-. -No necesito descansar tanto mi niña...además ya tendré tiempo de descansar cuando me muera...- Juanita sonrió y Alma la imitó, su nana era la mujer más dulce y ocurrente que había conocido.

Juanita le cuestionó sobre la salud del enfermo y al escuchar que lo había dejado solo en la bañera, "sin comentar por supuesto el tema del beso"; Juanita salió de prisa para auxiliarlo y Alma no la detuvo, solamente giró los ojos, era "el colmo de los colmos" que el hombre formara era revuelo con las mujeres  de su casa, porque Juanita no era la única que se dedicaba a atenderlo, también el resto de sus empleadas estaban atentan a las necesidades del gringo, cuando con ella se había portado como un abusivo-maleducado; y a pesar de que empezaba a aceptar que ella muy responsable de lo sucedido, no dejaba de dejarse claro que sí él no hubiese estado espiándola, nada de eso hubiese sucedido. 

-Patrona- Era Fermín a sus espaldas. Ella giró y observó la preocupación de su empleado. -Han vuelto patrona, son como 50 y exigen hablar con usted-. Ella lo miró y luego asintió. -Vamos Fermín, tráe a 2 peones más y que vengan armados, no sabemos que nos depara esta visita-.