Amor Dulce y Salvaje

ADVERTENCIA

Alma y sus guardias salieron a la puerta de la hacienda, efectivamente había un buen grupo de personas, especialmente hombres, con palos y machetes en las manos. El hombre que lideraba era alto, de unos 40 años, vestido con ropa vaquera; Alma había tenido el "gusto" de conocerlo una semana después que había llegado a la hacienda, él había ido directamente a hablar con ella a la hacienda, a exponerle el problema entre las 2 aldeas; obviamente vivía en la aldea vecina, era un hacendado que cultivaba principalmente tomate y cardamomo; su nombre era Samuel Zeceña y era uno de los hombres más ricos del condado; sin embargo ahora dirigía a un grupo de malhumorados campesinos. Alma tragó saliva y se dirigó directamente al hombre. -Señor Zeceña, buenos días, ¿que los trae por aquí?- La última frase la dijo con voz más fuerte y mirando a sus alrededores. -Señora Guerrero- Dijo el hombre. -Venimos a encontrar soluciones- dijo el hombre subiendo un poco más la voz. -Con gusto señores-. Dijo Alma subiendo el mentón; pero como gente civilizada, primero "nos saludamos como la gente"-. Alma pudo ver un poco de sonrojo en el rostro del hombre, el cual no era de "muy mal ver"; tenía unos hermosos ojos negros, con pestañas largas y gruesas cejas, el cabello era negro como la noche; su piel estaba bronceada, era evidente que pasaba muchas horas a la intemperie. 

-Buenos dias señora Guerrero- Dijo Samuel. -Buenos dias de nuevo señor Zeceña; les invito a pasar adelante y conversar del asunto que los ha traído hasta aquí-. -No es necesario señora, acá podemos hablarlo-. Ella asintió. -Lo escucho señor-. -Estamos muy molestos ante lo sucedido ayer señora; habiamos dejado claro en la última reunión cuales eran las condiciones y el paso autorizado tanto para su gente como para la nuestra, sin embargo ayer gente de su aldea se metió sin autorización a nuestras tierras -. Alma lo observó con mirada calmada. -Esperaba que tocara ese punto señor-. Subió un poco el tono de voz, ante la atenta mirada del hombre. -Si hablamos de incumplir acuerdos, ¿podría usted explicarme, quien dió la autorización para cambiar el rumbo del arroyo que llega a las últimas familias de nuestra aldea?-. El hombre la observó interrogante -¿sabe señor Zeceña, porqué esa pobre gente pasaba por "sus tierras"?-. Él no contestó -¿Porque no había suministro de agua para las pocas ovejas que son su patrimonio y a quienes deben de proveerles agua?; porque su gente pensó que era mejor cambiar el rumbo del arroyo y dejarlos sin agua, la única área en común entre las 2 aldeas....-De nuevo vió a la gente que se miraba una con otra, con gesto de culpa. -Nuestro acuerdo señores era respetar los acuerdos de paso y dejar de interrumpir el rumbo del arroyo y sin embargo ustedes incumplieron; ahora les pregunto ¿como chingados quieren que la gente y sus animales tengan agua para beber, si a ustedes se les ocurrió la fabulosa idea de dejarlos sin agua?-. El hombre la miró consternado, al parecer no estaba enterado de aquello. -Fermín, tráe tu teléfono- Pero el hombre ya se había adelantado y de prisa le entregaba un teléfono inteligente que Alma le había proporcionado y que le había enseñado a utilizar para documentar cualquier situación en la hacienda y los alrededores. Lo acercó al hombre y le mostró las fotografías. -¿Le miento señor?-. En la fotografía se había observado como habían colocado piedras y palos a manera de cambiar el rumbo del pequeño arroyo en una parte que aún pertenecía a la aldea en la que residian los inconformes. -Si ustedes cumplen señores, nosotros lo haremos, de lo contrario, no esperen ninguna otra acción de nuestra parte- Dijo, observándo a todos los presentes. -Señores, tenemos que hablar-. Dijo el hombre. - Que tengan buena tarde, tengo asuntos que atender, les deseo buen viaje de regreso- Puntualizó Alma  y se alejó para entrar en su casa; ignorando que dos hombres muy diferentes, estaban admirándola en silencio, no solo la belleza de aquella mujer, sino también  su temple y resolución. El primero desde una ventana de la casa y el otro frente a ella.




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