Amor Dulce y Salvaje

CRISIS

Conducir era cada vez más complicado, Joseph nunca había visto algo así, sin embargo disimulaba su asombro. El camino era un verdadero caos, el barro salpicaba hasta las ventanas del pick up en cada movimiento que Joseph realizaba para poder continuar; pudieron observar muchos campesinos que regresaban a toda prisa a sus hogares, Alma sabía lo que sucedía, esa fuerte tormenta amenazaba una verdadera inundación en toda la comunidad y eso significaba pérdida de cosechas, observó con ternura a los campesinos, sabía que se acercaban tiempos dificiles. 

-¿Que sucede?- Dijo Joseph como interpretando su silencio. Ella le explicó en breves palabras lo que creía que estaba a punto de suceder y él comprendió que la mujer estaba realmente preocupada; pensó: que jamás las mujeres que había conocido podrían imaginarse una situación así y jamás podrían enfrentarlo con el valor y el coraje de aquella morena de mirada de gata. Deseo abrazarla, besarla y asegurarle  que él no dudaría en ayudarla en lo que fuera posible, hasta que escuchó un grito: -¿Que te sucede hombre? mira tu camino- Era Alma que lo hacía volver a la realidad, estaban muy cerca de caer a un despeñadero, él se había desconcentrado por un momento y se habían puesto en riesgo por esa causa. -Lo siento- dijo; ella no lo miró; ambos estaban muy tenso, el silencio era lo mejor.

Finalmente llegaron al pueblo y la situación allá no era muy diferente de la aldea; las calles estaban inundadas y las personas trataban de zanjear el acceso a sus casas para que el agua de lluvia pudiera seguir su camino y no inundar sus hogares.

Minutos después estaban frente al hospital, entraron al parqueo y a toda prisa Joseph salió del auto para tomar en brazos a Dominga, Alma corrió a su lado. El médico de emergencias  se encontraba en la recepción y al observar la escena pidió a la enfermara una camilla. Alma puso al corriente al médico de lo que sucedía. -Tendrán que esperar en la sala- Dijo, -Los mantendremos informados del estado de la joven-. y se alejó junto a dos enfermeros que trasladaban a Dominga hacía el segundo nivel del hospital.

Alma y Joseph se alejaron en silencio hacía el área que les habian indicado, solo quedaba esperar noticias. Dos horas después el doctor entró a la sala y se dirigió directamente a ellos. -El cuadro de la joven es muy delicado-, Alma lo sabía, pero anhelaba escuchar algo diferente, -Su corazón está muy débil, además tiene un cuadro clínico de anemia, pero lo más preocupante es su corazón...- -¿su corazón?- -Así es señorita, la joven padece de un problema cardíaco muy serio-. -¿sabe usted si tomaba medicamentos?-. Alma le explicó lo más breve posible la situación de Dominga al médico  y pudo observar el rostro serio del médico. -Gracias por la información, ahora tengo que irme, les sugiero trasladarse a su casa, no pueden permanecer mucho tiempo aquí y ella se quedará hospitalizada, sugiero regresar mañana a la hora de visita-. Joseph y Alma se observaron confusos, sin embargo asintieron. -¿podemos verla doctor?- -Uno minutos por favor, aún debemos realizarle unos exámenes médicos-. El médico llamó a la enfermera y ella los condujo hasta la habitación, Dominga se encontraba dormida, sin embargo al escuchar pasos despertó. -Almita- dijo en palabras muy débiles. Alma se acercó a ella y la tomó de la mano. -No te esfuerces Dominga, necesitamos que te recuperes pronto,  tus hermosos bebés te esperan-. Dominga estaba muy débil hasta el punto que no podía mantener los ojos abiertos y se esforzaba por abrirlos. -acércate Almita-. Alma obedeció y colocó su oido muy cerca. -Necesito que me prometas algo-. Alma miró a su amiga y asintió. -Quiero que me prometas que si llega a pasarme algo, cuidarás de mis hijos, serás como no madre para ellos-. Alma sintió como su corazón se contrajo de dolor. -Dominga, no digas eso, tú regresarás con nosotros y cuidarás de tus angelitos y los verás crecer, ya verás-. Domingo lo negó con un lento movimiento de cabeza. -Promételo Almita-. insistió. Alma estaba a punto de llorar pero tomó fuerzas de flaqueza. -Dominga, lucha por favor, tú puedes lograrlo-. -Promételo Almita, yo sé que quieres a mis hijos, no habría nadie mejor para cuidar de ellos que tú-. Dijo tan lento; era evidente que estaba luchando para poder comunicarse. Alma no podía soportar el dolor de su amiga y deseaba de todo corazón su tranquilidad. -Te lo prometo mi querida Dominga- La joven sonrió tristemente. -Gracias- Dijo. -Te quiero Almita-. Alma se acercó a la frente de su amiga, no quería ver las lagrimas que estaban a punto de desbordarse por su rostro; se quedó unos segundos con sus labios pegados a la frente de la chica hasta que lograr tranquilizarse un poco. -Duerme querida amiga, mañana regresaremos a verte, recupérate por favor-. Dominga la observó y asintió débilmente. -Alma salió a toda prisa de la habitación, Joseph la interceptó en la puerta del hospital, se acercó y sin mediar palabra la abrazó. Alma estaba confundida, pero necesitada de ese abrazo y se dejó hacer!!. 

Instantes después y ya un poco más tranquila dijo. -Debemos irnos-. Joseph la miró confuso. -No creo que podamos regresar fácilmente, observáste el camino hacía acá-. -Debo regresar, la cosas están por complicarse y los muchachos necesitan mi ayuda-. Dijo Alma subiendo el tono de voz. -Fermín sabe arreglárselas solo y lo sabes; pero, también debes saber que si regresamos, hay muchas probabilidades que mañana no podamos llegar a ver a Dominga-. Ella lo comprendió. -Está bien- Dijo observándo para otro lado, para esconder su confusión, -tendremos que buscar un lugar para esta noche-. A pesar de lo dificil de la situación, Alma sintió un hormigueo por todo el cuerpo al emitir las últimas palabras de la frase y no esperó respuesta de Joseph; caminó hacía el auto. -Conozco un lugar en el cual podamos contratar 2 habitaciones-. Joseph no contestó, estaba tan turbado como ella, solamente condujo hacía la dirección que ella le indicaba. 




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