Amor Dulce y Salvaje

TUS OJOS

El viaje habia sido para Alma una verdadera odisea, las naúseas habian aumentado y le habian provocado visitar el sanitario del avion un par de veces; todo lo acreditaba Alma a su estado crítico de nerviosismo, sin embargo valia la pena el sufrimiento si estaba a un par de horas de ver a su amado Joseph de nuevo. 

El taxista se estacionó frente al hospital y Alma le agradeció su servicio, el joven era un hispano muy conversador, que había hecho ameno el viaje del aeropuerto al hospital. -Esta es mi tarjeta señorita- dijo,si necesita mi ayuda, no dude en llamarme. 

Alma suspiró profundamente y caminó hacía la entrada del hospital. En el área de recepción le indicaron el número de habitación; en la fila de espera para ingresar al ascensor se encontraba un caballero de cabello cano, con unos rasgos muy parecidos a Joseph, ella sonrió y se tocó instintivamente la frente; -estas tan deseosa de verlo- . -que hasta lo estás viendo en otras personas-. dijo para sí misma. 

-Adelante señorita- dijo el caballero en inglés. -Ella le agradeció con una sonrisa. De nuevo el caballero le mostró el tablero para marcar el número de piso al que se dirigía; sin embargo él ya había marcado el piso 10. -Es el mismo que el suyo- dijo ella en inglés. -No es de por acá ¿verdad? dijo él. -Vengo de Guatemala-. -Excelente, Guatemala es un lugar muy bonito- dijo el caballero. -¿Sabe que tengo negocios allá?-. Ella mostró sorpresa. La conversación se había extendido y el tiempo lo permitía; ya que curiosamente el ascensor se detenía en cada uno de los pisos. -¿Que tipo de negocios?- pregunto. -Estamos iniciando con una generadora de energía eléctrica en el altiplano del país-. Alma abrió los ojos como platos y en el ese preciso instante, el ascensor se abrió en el piso 10. Las preguntas quedaron en el aire, ya que una voz femenina dijo.- Querido, iba a buscarte, Joseph despertó de nuevo.- La mujer que se dirigía al caballero, era una señora muy elegante, de unas 60 años. Cuando la señora Mackeiham miró directamente a Alma, el corazón de aquella dió un sobresalto, era la misma mirada y el mismo color de ojos del hombre por el que habia viajado kilómetros de distancia para volver a él. 

-¿Joseph?- dijo Alma. -¿lo conoce señorita?-, dijo Clarisse. -He venido a verlo- dijo. El señor Mackeiham se dirigió a su esposa. -Querida, la señorita ha venido desde Guatemala para ver a Joseph-. La voz del señor Mackeiham sonó muy educada, pero ya no tan jovial como en la conversación del ascensor. La mirada de su esposa era de verdadera duda. -Mi nombre es Alma, soy ami....ga de su hijo-. Titubeó y eso sembró mas duda en la pareja, además de un silencio de varios segundos. -Somos los padres de Joseph,- dijo finalmente la mujer - es un placer conocerte Alma-, Ella sonrió timidamente. -Es un placer conocerlos señores-, dijo.  -Pase por acá Alma, le mostraré la habitación de Joseph. 

Estaban a unos pocos metros de la habitación y no hubo oportunidad de conversar, además de que ambas mujeres tenían muchas preguntas que hacer y no contaban con el valor para dirigirlas. La puerta se abrió, Alma estaba a punto de desmayarse, tenía tanta alegría, miedo, duda.... 

Joseph se encontraba recostado observando distraídamente hacía la ventana. -Joseph, hijo....tienes visita- dijo Clarisse. Joseph giró y sus ojos llenos de lagrimas se dirigieron directamente al rostro pálido de Alma. -El corazón de Alma parecía detenerse, ese rostro que le pareció siempre tan hermoso le mostró que Joseph ya no era, ni volvería a ser el mismo.  

 




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