Su primer cumpleaños juntos, haría de este día el más especial.
Después de la fiesta en su casa caminamos bajo la luz de la luna, aunque ella brillaba más que la luna misma.
La abracé y la besé.
—Siempre estaré a tu lado.
Dije mientras la abrazaba, no quería soltarla nunca.
Sentí como mi pecho comenzaba a sentirse húmedo, eran sus dulces y cálidas lágrimas, de emoción, de tristeza, no lo sé, jamás lo sabré, pero aun así la amaría por siempre.