Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de montañas y ríos cristalinos, dos jóvenes llamados Sofía y Mateo. Desde el momento en que se conocieron, supieron que había algo especial entre ellos. Compartían la misma pasión por la naturaleza, la música y los libros.
Sofía era una apasionada lectora y Mateo un talentoso músico. Cada tarde, después de clases, se encontraban en el parque del pueblo y pasaban horas hablando, riendo y compartiendo sueños.
Con el tiempo, su amistad creció y se convirtió en algo más profundo. Un día, mientras caminaban por la orilla del río, Mateo tomó la mano de Sofía y le confesó sus sentimientos. Para su sorpresa, Sofía sentía lo mismo.
Así comenzó su historia de amor, llena de momentos mágicos y felices. Paseaban por los bosques, tenían picnics en la montaña y se sentaban en el parque a mirar las estrellas.
Un día, Mateo compuso una canción para Sofía, con la que le propuso matrimonio en un concierto al aire libre en el pueblo. Sofía, emocionada, aceptó.