Amor en construcción

Capítulo 10: El plan audaz

La mañana siguiente despertó con un cielo gris que parecía reflejar el ánimo de Estela. El evento había sido un éxito para los invitados, pero la decisión de su madre colgaba sobre ella como una nube oscura. El hotel, su hogar y legado familiar, estaba en peligro.

Estela se sentó en la terraza del hotel, con la libreta en mano, repasando mentalmente todas las ideas que habían surgido durante los preparativos. Luan apareció con dos tazas de café, sonriendo con esa calma que siempre parecía contagiarla.

—Buenos días, estratega —dijo él, ofreciéndole una taza—. ¿Lista para salvar el mundo… o al menos el hotel?

Ella sonrió débilmente, tomando el café.
—No sé si el mundo, pero sí este lugar… y no puedo hacerlo sola.

Luan se sentó a su lado.
—Entonces haremos esto juntos. Piensa en el evento como un ensayo general. Ahora necesitamos un plan más… contundente. Algo que tu madre no pueda ignorar.

Estela frunció el ceño, reflexionando.
—Mostramos que el hotel tiene vida, que la gente lo ama… ¿pero cómo hacemos que ella vea eso?, cominzo a creer que en verdad no sinte ya nada por este lugar.

Luan golpeó suavemente la libreta con el dedo.
—Vamos a convertir esto en una historia que nadie pueda resistir. Invitaremos a antiguos huéspedes, artistas, incluso a algunos medios locales. Haremos que el hotel se sienta vibrante, imprescindible, un lugar que nadie quiera ver desaparecer.

Ella sintió un destello de esperanza.
—Sí… ¡y podemos hacer un recorrido por la historia del hotel! Fotos, recuerdos, anécdotas… todo lo que haga que se vea su valor sentimental y cultural.

—Exacto —asintió Luan—. Pero necesitamos algo más: un momento sorpresa que deje a todos boquiabiertos. Algo que muestre que el hotel no es solo paredes y muebles… sino un corazón latiendo.

Estela miró a Luan de una forma especial, en sus años de vida nunca había tenido a alguien que le animara como solo su padre solía hacerlo y le hiciera sentir aquello que creyo muerto hace mucho, esperenza, solo Luan conseguía eso.

Durante toda la mañana, comenzaron a trazar el plan:

Invitados especiales: antiguos huéspedes que tenían recuerdos entrañables del hotel.

Exhibición artística: trabajos de artistas locales inspirados en el hotel, mostrando creatividad y pasión.

Historias y anécdotas: pequeñas placas con recuerdos de su infancia y la de otros visitantes.

Momento sorpresa: una instalación luminosa en el vestíbulo que transformara el hotel en un espectáculo de luz y color, simbolizando que el lugar “cobró vida de nuevo”.

Mientras planificaban, las bromas y miradas cómplices entre ellos se hicieron inevitables. Cada vez que Estela se confundía con una idea de decoración, Luan la corregía con suavidad, y ella respondía con un guiño divertido. Su cercanía se hacía cada vez más natural, más eléctrica, algo que a simple vista se notaba y no se podía controlar.

—¿Sabes? —dijo Estela en un momento, mientras revisaban la disposición de las luces—. Esto no es solo salvar el hotel… me hace sentir que puedo lograr cualquier cosa contigo a mi lado.

Luan sonrió y sostuvo su mano, entrelazando los dedos con delicadeza.
—Y yo me siento igual. No solo por el hotel… sino por ti, estoy descubriendo una nueva parte de mi, se siente muy bien.- al decir esto Luan se acercó bastante a Estela.

-Creo que deberiamos seguir- dijo ella algo incómda, pero a la vez con cierta curiosidad de lo que pudo haber pasado.

-Claro, tienes razón- hablo Luan avergonzado.

La conversación quedó suspendida entre ellos, cargada de emoción y ternura, antes de que tuvieran que volver al trabajo.

Durante la tarde, visitaron antiguos huéspedes y artistas, asegurándose de que todos comprendieran la visión del evento. Luan ayudaba a Estela a organizar entrevistas y fotografías, mientras ella se dedicaba a mostrar el valor sentimental de cada detalle del hotel.

Al caer la noche, el hotel parecía transformarse bajo la luz de las lámparas, las velas y las linternas preparadas para la sorpresa. Cada espacio contaba una historia, cada rincón irradiaba vida. Estela y Luan se miraron, satisfechos con el resultado de horas de trabajo y creatividad.

—Mañana —dijo Luan— será la prueba definitiva. No solo para tu madre, sino para todos los que creemos que este lugar merece seguir existiendo.

Ella asintió, sintiendo una mezcla de miedo y determinación.
—Lo lograremos. Y aunque ella decida venderlo… al menos habremos hecho todo lo posible.

En un rincón del vestíbulo, Luan se acercó a ella y bajó la voz:
—No olvides… pase lo que pase, estamos juntos en esto.

Estela sonrió, con el corazón latiendo más rápido, recordando también su acercamiento en la mañana.
—Sí… juntos.

Mientras cerraban la terraza y apagaban algunas luces de prueba, ambos sabían que el día siguiente no sería fácil. Pero también sabían algo más importante: habían unido creatividad, pasión y sentimientos, y eso les daba la fuerza para enfrentar cualquier desafío.

El hotel estaba listo. Los invitados, las historias y la sorpresa luminosa estaban listos. Y, aunque la madre de Estela seguía firme en su decisión de vender, la batalla por salvar el corazón del Hotel Edelweiss apenas comenzaba.



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En el texto hay: nostalgia y amor, romanece

Editado: 02.12.2025

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